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Entonces, ¿por qué el publico en general tiene una opinión tan diferente con respecto a esta droga?Quizá tiene algo que ver con las campañas "educativas" públicas cuyo objetivo es desalentar el consumo de la metanfetamina. Por lo general, estas campañas muestran fotos explícitas y horrorosas de jóvenes que consumen la droga por primera vez y terminan prostituyéndose, robándole a sus padres o asaltando desconocidos para conseguir dinero y comprar la droga. Al final del anuncio, en medio de la pantalla dice "Metanfetaminas: ni siquiera la pruebes". También hemos visto las infames fotos de los dientes maltratados de los adictos a la metanfetamina que presentan erróneamente como una consecuencia directa del consumo de las metanfetaminas.
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A favor de una divulgación completa, yo también llegué a creer que la metanfetamina era mucho más peligrosa que la dextroanfetamina a pesar de que la estructura química de los dos fármacos es casi idéntica. A finales de la década de los 90, cuando estaba estudiando mi doctorado, me dijeron (y lo creí) que agregar el grupo metilo a la metanfetamina la hacía más soluble en lípidos (traducción: entraba con más rapidez al cerebro) y, por lo tanto, era más adictiva que la metanfetamina.
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También es cierto que los efectos de fumar metanfetamina son más intensos que los de ingerir una píldora que contiene dextroanfetamina. Pero esa intensidad aumentada se debe a la vía de administración y no a la droga en sí. Fumar dextroanfetamina produce efectos igual de intensos que fumar metanfetamina. Pasaría lo mismo al inhalar las dos drogas.Cuando salí de Washington DC camino a Nueva York, reflexioné acerca de cómo antes yo también exageraba los peligros de la metanfetamina y engañaba a la gente sin querer. Por ejemplo, en uno de mis primeros estudios, con el objetivo de documentar la naturaleza adictiva de la droga, descubrí que cuando das a escoger entre una pequeña dosis de metanfetamina (10 mg) y 20 pesos, el 50 por ciento de los consumidores de metanfetamina escogen la droga.Para mí, en 2001, esto significaba que la droga era adictiva. Pero lo que me enseñó en realidad fue mi ignorancia y mis prejuicios. Por que, en un estudio que llevé a cabo años más tarde, me di cuenta de que si aumentaba la cantidad de dinero a 100 pesos, la mayoría de los participantes habrían escogido el dinero —incluso si sabían que tenían que esperar varias semanas hasta que terminara el estudio para recibir el dinero—. Todo esto me sirvió como lección de cómo los medios de comunicación son capaces de influir hasta en el conocimiento científico sobre las consecuencias del consumo de drogas.Me tomó casi 20 años y decenas de publicaciones científicas en el área de consumo de drogas para reconocer mis propios prejuicios en torno a la metanfetamina. Sólo espero que no necesiten tanto tiempo y actividad científica para entender que el Adderall que toman ustedes o sus seres queridos todos los días es, en esencia, lo mismo que la metanfetamina.Y espero que esta información haga que la gente deje de juzgar a los adictos a la metanfetamina y que genere más empatía.El doctor Carl L. Hart es profesor de siquiatría en la Universidad de Columbia. También es autor del libro Precio alto: el viaje de autodescubrimiento de un neurólogo que desafía todo lo que conoce acerca de las drogas y la sociedad. Síguelo en Twitter.Este artículo fue publicado originalmente en The Influence, una página de noticias que abarca el espectro completo de la relación entre los humanos y las drogas. Sigue a The Influence en Facebook o en Twitter.