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Descubrí MMA por ‘Street Fighter II’

Y gracias a él ya no me porto como un imbécil ni hago llorar a mis amigos.

Era mi cumpleaños y estaba apretando los botones del control sin piedad, y parecía que mi amigo iba a llorar. Había estado jugando Street Fighter II: Champion Edition por meses —desde la primera vez que puse el cartucho en mi Sega Genesis la mañana de Navidad— dediqué mi vida a cómics, Beavis and Butt-Head, y ese juego. Así que cuando cumplí diez años de edad y alguien dijo que deberíamos tener un torneo de Street Fighter II, yo estaba listo. Mis amigos y yo nos sentamos en el sillón frente de la televisión y tomamos el control. Yo elegí a M. Bison, el personaje más violento del videojuego. Bison tenía un movimiento llamado Psycho Crusher­­­ básicamente, el personaje se somete a algún poder diabólico, pelea en el aire y hace espirales contra su oponente. El amigo con el que terminé jugando, eligió a una víctima desafortunada. Cuando nos pusimos a jugar, presioné los botones que producían el Psycho Crusher, una y otra vez, golpeando sin parar a su personaje.  Y mientras lo hacía, yo sabía lo cruel que estaba siendo. Con cada golpe, su nivel de vida caía, hasta que ya no tenía más. Una vez que lo derroté, mi amigo lloró. Según él, yo no estaba jugando limpio. Pero no me importaba. Era mi cumpleaños. Toda mi adoración por las artes marciales mixtas se originó en Street Fighter II. El juego, lanzado por primera vez en 1991, se basaba en expertos de artes marciales en paisajes coloridos en algún bizarro torneo internacional, un concepto bruto y simple, y la popularidad del juego es un ejemplo de lo brillante que es. Recientemente, el sitio de videojuegos Polygon publicó Street Fighter II: An Oral History y vale la pena para revivir un poco del pasado. La historia de Polygon incluye revelaciones interesantes de equivocaciones que fueron eliminadas antes de que el juego llegara al mercado. Por ejemplo, los créditos iniciales mostraban a un hombre blanco golpeando a un hombre negro frente a un público lleno de gente blanca. Desde un principio, los creadores nombraron a Zangief, un luchador ruso, Vodka. Y Chun-Li, la única mujer en el mundo de hombres musculosos, tenía menos poder y nivel de vida que los otros personajes masculinos; según uno de los principios involucrados en el desarrollo del juego, eso es porque “la mujeres no son tan fuertes”.

Más allá de racismo y sexismo, Street Fighter II era violento en la manera que le gustaba a los chicos adolescentes. Yo dejé los videojuegos hace mucho, mucho tiempo, pero aún cuando los dejé, me incliné por Street Fighter II. Yo sé que no soy el único: el ex peso pesado de UFC Pat Barry considera a Sagat, el especialista de muay thai de Street Fighter II, como uno de sus héroes. Sospeché que habían otros que en su tiempo fueron estudiantes de mi edad y también vieron las mismas cosas que yo vi en ese juego: un mundo más allá de tu habitación, donde podías alejarte a un lugar exótico y darle putazos a participantes. Pero más que eso, había el sentimiento de que las artes marciales eran algo que valía la pena descubrir más. La siguiente parada para mí fue la tienda de películas ochenteras de artes marciales. Y luego clases de karate. (Quizá soy de los últimos chicos de mi generación en tomar clases de karate con la idea que son técnicas que podía usar en peleas verdaderas). Un día, un maestro jiu-jitsu mostró algunas llaves. Luego aprendí, gracias a búsquedas en Google, que MMA y BJJ (jiu-jitsu brasileño) son entidades distintas. Y aquí estoy.

Lo más chistoso es que Street Fighter II jugó un rol en la percepción de artes marciales, pero de manera falsa. Por ejemplo, el encuentro entre los participantes era en un ámbito sin reglas, nada que ver con la UFC. Pero además de todo eso, cada participante también tenía su sello único: el karate de Ryu, el boxeo de Balrog y la pelea tipo yoga de Dhalsim. La pelea era a cierta distancia. Excepto por los golpes que se dan los personajes al acercarse. Y claro, que los luchadores cayeran al piso y fueran sometidos era imposible. Y eso ejemplifica el principio de Gracie de cual muchos aficionados de artes marciales no sabían: Sólo en un video juego de peleas sin reglas pueden los participantes permanecer de pie por tanto tiempo.

Para mí, Street Fighter II es una reliquia en 16-bit de cuando nadie sabía cómo eran las peleas. Fue un videojuego que dio a conocer las artes marciales. Después de que lo dejé de jugar, logré ver el verdadero estilo de pelea. Y en algún punto, ya no hice llorar a mis amigos.