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Los hombres que pagan para cucharear

"En un mundo donde la gente vende su alma a su oficina y se la pasa todo el día viendo una pantalla, es lógico que exista el deseo de una experiencia más tangible".

Lisa VanArsdale. Cuchareando. Profesionalmente. Foto por Lauren Duca.

Se ha escrito mucho sobre el poder del contacto humano y su capacidad para reducir el estrés, aumentar la relajación, bajar la presión sanguínea y el ritmo cardiaco, entre otras cosas. Los abrazos reducen la velocidad de tu pulso, calman tu sistema nervioso y hacen que el mundo parezca menos apocalíptico. Todo esto es cierto incluso si el abrazo viene de un completo desconocido al que le pagaste 1,500 pesos la hora.

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Ese es el concepto de Snuggle Buddies, una empresa de abrazos profesionales. A primera vista, resulta extraño tener que pagar por un poco de contacto humano pero después recuerdas todas las cosas horribles que la vida cotidiana le hace a nuestro cuerpo y nuestra mente. Como explica Lisa VanArsdale, una chica de 27 años de edad que trabaja Snuggle Buddies, "En un mundo donde la gente vende su alma a su oficina y se la pasa todo el día viendo una pantalla, es lógico que exista el deseo de una experiencia más tangible".

La frase es increíblemente cursi pero VanArsdale es muy seria en casi todo lo que dice. Tiene unos ojos grandes que se mueren por ver lo mejor de ti y una voz áspera casi infantil. También es voluptuosa y su pequeño torso tiene el tipo de pecho en el que bien podrías acurrucar tu cabeza, claro, si estuviera permitido.

El cuchareo profesional no debe ser sexual. VanArsdale no se cansa de hacer énfasis en este punto pero sabe que los clientes, aunque respetan las reglas, no siempre lo entienden. "Soy un oso de peluche, no una mujer", explicó. "No me pueden tocar los senos ni el trasero. Nada de besos —ni siquiera en la frente— a menos que sea para saludar".


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La página de Snuggle Buddies explica las reglas de forma simple y directa en el contrato que los clientes firman electrónicamente. La ropa es obligatoria, los actos sexuales están prohibidos y todo el que rompa las reglas—incluso con preguntas obscenas vía email— entra en la lista negra. La mayoría de los deslices ocurren durante la comunicación previa a la sesión. VanArsdale no ha tratado personalmente con gente que sobrepasa los límites, a excepción del actor Taye Diggs, aunque técnicamente no era en una sesión de cuchareo profesional y VanArsdale preferiría no volver a tocar el tema. (No obstante, Diggs no es el único que se ha hecho el tonto con las reglas del cuchareo profesional.)

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La mayoría de los hombres que vienen a ver a VanArsdale solo quieren tomarla de la mano. De todas formas, los téibols y las prostitutas se encargan de satisfacer los deseos más promiscuos. El cuchareo profesional es contacto femenino sin el riesgo de sufrir de un estigma social. Sin embargo, es más fácil comprenderlo a través de la necesidad básica de contacto físico. Cuando VanArsdale le preguntó a uno de sus primeros clientes por qué solicitó sus servicios, el hombre respondió "Quería un cuerpo acostado junto a mí sin ningún compromiso".

Este cliente en particular forma parte del sector demográfico de hombres entre los 40 y los 50 años, divorciados o separados, que VanArsdale ve normalmente y que conforma el 50 por ciento de su clientela desde su primera sesión el año pasado, durante el último domingo del Super Bowl. Su negocio empezó cuando buscó "formas de ganar dinero extra" en Google y descubrió un artículo de Penny Hoarder que incluía el cuchareo como una de las posibilidades.

Durante el día, VanArsdale trabaja como niñera y descubrió que cuidar el bebé de alguien más es similar a acurrucarse con un hombre adulto. Los dos trabajos son para suplir algo y surgen por falta de tiempo: los papás pasarían por sus hijos a la escuela si no estuvieran tan ocupados en el trabajo y los hombres de mediana edad podrían entrar en el agotador proceso de cortejar a otro ser humano hasta llegar al nivel de intimidad necesario para beneficiarse de su cálido abrazo.

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VanArsdale, lista para cucharear. Foto por Lauren Duca.

El miedo al rechazo es otro factor, sobre todo en los hombres —una cuarta parte de sus clientes— que utilizan los servicios de VanArsdale como una forma para eliminar la brecha cultural. En su corta trayectoria dentro del cuchareo profesional, VanArsdale ha ofrecido sus servicios a clientes hindús que tienen a su familia en la India y a judíos jasídicos que tienen prohibido tocar a otra mujer además de su esposa. El hecho de que no entran en el ideal heteronormativo masculino es solo parte de un obstáculo mucho más grande.

"Vienen de una sociedad donde tocar es un tabú, sobre todo al mismo sexo", dijo VanArsdale. Uno de los clientes más recientes de VanArsdale es un judío jasídico que cortó lazos con su comunidad religiosa para explorar su sexualidad. Le dijo que tenía la sospecha de que era gay pero que necesitaba sentir caricias de otra persona —la que fuera— para acostumbrarse al contacto humano sin sentirse incómodo.


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Algunos de los clientes de VanArsdale tienen problemas de salud y el contacto humano les resulta muy útil. Hubo un chico de 18 años con narcolepsia, un hombre de treinta y tantos que estaba dentro del espectro autista y un hombre en silla de ruedas con distrofia muscular que le pidió a VanArsdale que se sentara en su regazo porque "nunca había recibido un abrazo completo".

En estas historias, el aspecto terapéutico del cuchareo profesional es muy claro. La experiencia de VanArsdale en el campo se limita a que "le encantaba cucharear cuando estaba en la universidad" pero se toma su trabajo muy en serio. Durante nuestra plática, en muchas ocasiones expresó su apoyo a la versión cuchareo de la filosofía de cuidado bidireccional de Patch Adams (una vez trabajó con él como voluntaria en Rusia y él dijo que estaba muy interesado en el proyecto de VanArsdale).

"Algunos de mis clientes están muy lastimados, son vulnerables y necesitan cariño", dijo sobre su misión personal con una voz casi temblorosa. "Si me buscan para ayudarles a sanar, sería horrible no mostrar mi capacidad y mi disposición". Este es uno de los varios momentos en los que queda abrumada por su propia habilidad para cuidar de los demás, como si el acto de facilitar la curación de otra persona fuera una forma de buscar consuelo para ella misma.

Sigue Lauren Duca en Twitter.