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Cultură

Nobuyoshi Araki

Allí en Japón vive un monstruo infatigable que ha publicado 450 libros de fotografía y que sigue capturando imágenes todos los días. Su nombre es Nobuyoshi Araki.

Allí en Japón vive un monstruo infatigable que ha publicado 450 libros de fotografía y que sigue capturando imágenes todos los días. Su nombre es Nobuyoshi Araki. Aquellos de vosotros que no sepáis mucho de él podríais, a primera vista, confundirle con un viejo salido más. Y, en fin, sí, a veces los temas que trata son súper-eróticos, y no sólo cuando fotografía mujeres. Araki es capaz de conseguir que cualquier cosa parezca sexy. ¿Quién si no podría hacer que una foto del suelo asemeje una vagina con tal nivel verosimilitud que uno se plantea seriamente la posibilidad de hacerse una gayola? Nadie, excepto Araki. En el mundo debe haber un quintillón de fotógrafos, pero ninguno vive y respira la fotografía como Araki, que produce constantemente y en ocasiones publica 20 álbumes al año: un logro que únicamente puede alcanzarse manteniendo una constante atención a la vida cotidiana. Araki no sólo hace eso, también escribe libros sobre fotografía. Su mágicas palabras potencian las imágenes. Por desgracia, la mayoría de sus libros sólo se han publicado en japonés, y nuestros conocimientos del idioma son poco menos que rudimentarios. No pasa nada, ahí tenemos a Tomo, de la edición japonesa de Vice, dispuesto a entrevistarle. Araki, que ha sido entrevistado incontables veces a lo largo de su carrera y está hasta las narices de preguntas, intentó demoler a Tomo desde el principio. Pero, eh, Tomo no se ha saltado clases en la universidad para leer en la biblioteca la colección completa de libros de Araki porque sí. Una batalla de voluntades con la fotografía como tema central de la conversación da así comienzo…

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Vice: Quisiera hoy preguntarle acerca de sus fotografías.

Nobuyoshi Araki:

Mira, si quieres saber de mis fotos lee un libro o lo que sea. Los escritores siempre me estáis haciendo las mismas putas preguntas una y otra vez. ¿Qué es exactamente lo que quieres saber?

Vale, de acuerdo. ¿por qué no empieza contándome la primera vez que cogió una cámara?

¡No, no, no! ¡Olvídalo! Vamos a olvidarnos de todo esto. Me marcho. ¿Por qué no te vas a ver la televisión o algo así? Haz el favor de no molestarme. No pienso hacer esto ni una puta vez más. Ya deberías saber toda esa mierda. Vaya una lata. Ni siquiera me preguntas sobre mis proyectos actuales. La primera vez que hice una foto… ¡no me jodas! Es patético. No tengo ninguna necesidad de que escribas un artículo para que lo lean el resto de ignorantes que tampoco me conocen, ¿vale? No me importa un carajo. No estoy interesado ni en el dinero ni en la fama. Yo ya no busco eso.

Bueno, ¿puedo entonces preguntarle sobre los libros de fotografía que ha publicado?

Vamos a ver, esa es una pregunta idiota. ¿De cual quieres hablar? ¡La Virgen, tengo 450 libros!

En EROTOS hizo que flores normales y corrientes y grietas en el suelo parecieran genitales masculinos y femeninos. ¿En su opinión, cuál es la razón de que sus fotos resulten siempre tan eróticas?

¿La razón? Que las fotos las hago yo. Eso es lo que son mis fotos. ¿Te preguntas por qué resultan eróticas? Es lo que es, ¿sabes? ¿Vas a seguir haciéndome preguntas tontas para tu articulito? Venga, puedes hacerlo mejor. Me han hecho la misma pregunta un millón de veces antes, colega.

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De acuerdo, hablemos entonces de su libro Kofuku Shashin [“Fotografías de la Felicidad”]. Si las comparamos con sus fotografías antiguas, estas son reminiscentes de los retratos que los padres hacen de sus familias como recuerdo. Me dio la impresión de que cruzaban una línea que para usted era casi tabú en sus fotografías anteriores. ¿Qué hizo que cambiara su percepción de forma tan drástica?

Así que te has dado cuenta, ¿eh? Parece que no vas tan perdido, después de todo [risas]. Probablemente sea porque, ahora, creo que “la felicidad es el mejor estado”. Eso es todo. En lugar de algo que parezca una fotografía profesional, deseo que mi trabajo dé una impresión de intimidad, como si alguien muy cercano hubiera hecho las fotos. Ahora que soy mayor puedo por fin decir que la felicidad es verdaderamente el mejor de los estados posibles. Suena pedorro, ¿eh? Cuando se es joven se intenta mantener una distancia con aquello que fotografías, ser impasible respecto a todo, pero al final así es como acabas sintiéndote. También me di cuenta de que tanto los fotógrafos profesionales como los aficionados habían dejado de hacer este tipo de fotos, así que probé a hacerlo yo. Y, ¿sabes qué? Es mucho más difícil que hacer fotografías como las de EROTOS. Con EROTOS sólo se intenta ser tan cachondo como sea posible, y funciona, pero en

Kofuku Shashin

de lo que se trata es de establecer una relación con aquello que estás fotografiando. No es lo mismo.

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Muy bien. En esta clase de trabajos se corre el peligro de que las imágenes terminen pareciendo retratos profesionales. Usted no quería eso.

Exacto. Todos piensan que “arte” significa dar un paso atrás, tomar distancia de todo lo que para uno es valioso o familiar. Mi postura es: “No hagas una obra de arte, no ‘hagas’ las fotografías”. Dicho esto, el concepto inicial con EROTOS era crear un libro en el que las fotos fuesen algo definitivo, un libro que forzase al público a comprender las fotos sin textos de ningún tipo. No estoy diciendo que eso fuese malo o que fuese un error. No es una cuestión de que una cosa sea mejor que la otra; es sólo que, en este punto de mi vida, me resulta más atractiva la idea de

Kofuku Shashin

. Supongo que he envejecido, me hecho más sabio o algo por el estilo [

risas

]. Esto no significa que vaya a dejar de lado el erotismo. Una vez lo abandonas, pierdes las fuerzas para vivir. De cualquier modo, cuando comparas ambos libros es difícil creer que detrás de la cámara está la misma persona, el mismo fotógrafo, ¿no? Hay como cinco Arakis dentro de mí.

Kofuku Shashin se compone casi en su totalidad de instantáneas. ¿Pedía permiso a cada persona para tomarle una foto en plena calle?

En el pasado nadie me conocía, así que podía tomar fotos en secreto a cualquier persona escogida al azar. Ya no puedo hacer eso. Me ven antes a mí. Eso significa que debo comunicarme con cada persona antes de tomarles fotos. Pero, al fin y al cabo, creo es lo mejor para ambas partes, ya que así tomamos conciencia de nuestras respectivas existencias. Hago que se rían y que se olviden de los problemas cotidianos o de lo que sea, intentamos crear nuestro propio momento juntos. Yo capturo ese momento, y esto es mucho más profundo.Por supuesto, la relación espacial que creamos en ese momento también es importante, pero para mí lo más precioso, lo que más me atrae, es el tiempo que compartimos. A riesgo de parecer pedante, yo diría que lo que capturo es el “tiempo” más que el “espacio”. Eso es lo que diferencia mis fotos del resto. Y ahí es donde reside la felicidad, ¿sabes? En el “tiempo” que pasamos juntos.

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Supongo que esa es la razón de que las expresiones de la gente en esas fotos sean tan diferentes.

Cierto, porque la “fotografía de la felicidad” en la que actualmente trabajo va de compartir tiempo y felicidad con otra persona y en un momento concreto. Todavía queda ahí un resto de autoconciencia, pero esa es quizá la razón principal de que crea que capturar una sonrisa efímera es mucho mejor que hacer un retrato sofisticado.

Pero una vez dijo que “una cámara es un pene”, y su postura era la de aplicar esa herramienta al objeto fotografiado.

Es verdad, pero ahora se ha transformado en todo lo contrario, en un coño. Ahora soy yo quien acepta y acoge, como una vagina.

Ya veo. Con su proyecto Nihonjin No Kao [“Rostros de Japón”] ha viajado a varias prefecturas de Japón y fotografiado a sus ciudadanos. Según tengo entendido fotografía a cualquiera que vea su anuncio y se presente.

No hay en ello nada sorprendente, porque el mundo que nos rodea es tan magnífico que no puedes hacer otra cosa que fotografiarlo todo. Existe la noción de la “expresión artística”, pero yo creo que los auténticos protagonistas son las personas expresándose libremente; ésa es la verdadera razón de ser, no el fotógrafo tratando de expresar alguna cosa. No es así como funciona.