Medio Ambiente

Los canguros se están comiendo entre sí para sobrevivir a la sequía en Australia, dicen ecologistas

Se ha visto a canguros comerse los intestinos de otros canguros muertos "tratando de obtener alimento de los cadáveres".
Gavin Butler
Melbourne, AU
ÁG
traducido por Álvaro García
Canguros
Imagen vía Maxpixel

Artículo publicado originalmente por VICE Australia.

La gran sequía de Australia se acerca a extremos apocalípticos. Grandes extensiones del interior oriental del país han sido devastadas por incendios forestales, las ciudades regionales tienen que importar cargamentos de agua para mantener funcionando a la comunidad y, según los ecologistas, los canguros han recurrido a comer los estómagos e intestinos de otros canguros muertos en un intento desesperado por sobrevivir.

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"Hemos visto una muerte masiva de canguros en los últimos doce meses", dijo el ecologista independiente John Read al ABC. "En toda Australia central millones de canguros han muerto de hambre y la gente los ha visto morir en las carreteras y fuera de estas".

Esta "extinción" a gran escala puede atribuirse en gran medida a las condiciones insostenibles en ciertas partes de Australia afectadas severamente por la sequía —donde los pozos de agua se están secando y la materia vegetal es cada vez más difícil de encontrar—, y a un exceso de poblaciones de canguros. Se cree que ciertas especies mueren por millones y las que quedan en pie están cada vez más desesperadas por obtener alimento.

Katherine Moseby, ecologista de la Universidad de Nueva Gales del Sur, ha visto de primera mano cómo empeora la situación.

"El verano pasado tuvimos una muerte masiva de canguros en todas las áreas donde trabajé en las zonas áridas, pero, en particular, en algunas de las áreas de los Montes Flinders", dijo. "Los veíamos entrar a los baños públicos y comer papel higiénico. Incluso los vimos comer los estómagos de canguros muertos al costado de la carretera, tratando de obtener alimento de los cadáveres. Fue realmente alarmante y horrible de ver".

Esta situación —cuando la sobreabundancia de una especie animal particular combinada con una escasez de alimentos para su supervivencia da como resultado que esos animales recurran al canibalismo para sobrevivir— no carece de precedentes en Australia. Hace cinco años, durante un viaje a las Montañas Nevadas en el Parque Nacional Kosciuszko, Nueva Gales del Sur, los académicos ambientales Don Driscoll y Sam Banks observaron que los famosos caballos cimarrones salvajes del área se enfrentaban a una escasez de alimento, así que que habían recurrido a comerse unos a otros.

En un artículo para The Conversation, los autores describieron la escena de tres caballos parados junto a "un cuarto caballo muerto en el suelo". Dos de los caballos tenían sus hocicos dentro de su enorme cavidad abdominal, mordisqueando lo poco que quedaba de su tracto digestivo.

Driscoll y Banks sugirieron que tales escenas de pesadilla eran el resultado de que el Grupo Directivo de la Comunidad de Manejo de Caballos del Parque Nacional Kosciuszko se negara a adoptar la estrategia de sacrificio mediante disparos aéreos, eligiendo en cambio atrapar a los caballos con señuelos. Se cree que esta estrategia fue ineficaz para detener el aumento de las poblaciones de caballos cimarrones, lo que en última instancia condujo a su explosión demográfica, provocando "que caballos hambrientos se vieran obligados a buscar alimento en el tracto digestivo de sus compañeros muertos".

Los desastres ambientales como la sequía solo empeoran las cosas. Cuando las condiciones secas prolongadas disminuyen el suministro de alimentos, su consecuencia en especies abundantes puede ser catastrófica: conducir a más muertes masivas de poblaciones de canguros y más sobrevivientes hambrientos obligados a alimentarse de sus cadáveres.

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