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¿Por qué cada vez hay más gente viviendo en la calle?

Hablamos con personas en situación de calle de la Ciudad de Buenos Aires y nos contaron su opinión sobre una realidad que cada vez es más difícil de maquillar
Fotos por Federico

Artículo publicado por VICE Argentina

En 2010, en la Ciudad de Buenos Aires, se sancionó la Ley Nº 3.706, una iniciativa de avanzada por su carácter integrador y no asistencialista, que tiene como objetivo proteger integralmente y operativizar los derechos de las personas en situación de calle y en riesgo a la situación de calle. La ley, que durante su proceso de gestación contó con la participación activa de personas que sufren la problemática, fue reglamentada en 2013 y contempla un subsidio habitacional, termina con la figura de los paradores —a los que convierte en centros de integración— y garantiza el “desarrollo de políticas sociales coordinadas para superar las condiciones de pobreza y exclusión”. Sin embargo, las consecuencias no están a la vista por un simple motivo: la ley no se cumple.

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Otro de los artículos de la 3.706 hace mención a la obligación del Gobierno de la Ciudad de realizar un censo de las personas en situación de calle y de las que tienen riesgo de estarlo, para que se trabaje en base a cifras actualizadas. Según el último censo del Ministerio de Desarrollo Humano y Hábitat de la Ciudad de Buenos Aires, en la Capital Argentina hay actualmente 1.091 personas en situación de calle. En los últimos tres años la cifra ha crecido ligeramente según lo que muestra el censo. Sin embargo, da la impresión de que estos números oficiales están edulcorados. Y las distintas organizaciones que trabajan diariamente con quienes viven en la calle, dan cuenta de eso.

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Melisa

“Nosotros cuestionamos el relevamiento del Gobierno por la metodología que utilizaron ya que no tiene suficiente valor documental para dar por cierto ese diagnóstico”, explica Laura Velazco, exdirectora de proyectos el Consejo Económico y Social, un organismo descentralizado de la Ciudad de Buenos Aires, y actual presidenta de la Comisión de Políticas Sociales y Economía Social del Consejo. “Hicimos recomendaciones a la Ciudad de Buenos Aires respecto de la aplicación de la ley, pero no fueron escuchadas. Por eso, junto con la diputada nacional Victoria Donda, fuimos querellantes de un amparo en relación con las personas en situación de calle en la Ciudad de Buenos Aires que tuvo una respuesta positiva por parte de la jueza Elena Liberatori que cuestionó las cifras oficiales y en su fallo obligó al Gobierno a realizar un nuevo censo con otra metodología e incorporando a las organizaciones que trabajan en el tema. Todavía no se hizo nada de eso”, agrega Laura.

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Frente a la falta de números reales, hace poco más de un año se realizó el Primer Censo Popular de Personas en Situación de Calle en la Ciudad, elaborado entre el Ministerio Público de la Defensa, la Auditoría General, la Defensoría del Pueblo y más de 50 organizaciones sociales, políticas y barriales. El informe demostró que había 4,394 personas viviendo en las calles de la apital argentina, cuatro veces más que lo que decía el Gobierno. La cifra subía a 5,872 si se tenía en cuenta a quienes usan la red de alojamiento transitorio nocturno de la ciudad. La ciudad cuenta 27 centros para pasar la noche, algunos exclusivos del gobierno y otros de gestión asociada con alguna ONG u organización social.


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Los datos más recientes, posiblemente desactualizados a esta altura, son de mayo de este año. Un informe de la ONG Proyecto 7, una de las organizaciones que fue parte del Censo Popular del año pasado e integrante del proceso que derivó en la ley 3.706, determinó que hay 6,337 personas en situación de calle.

Quizás la diferencia radique en que el Gobierno de la Ciudad no quiere que haya gente en la calle en sus planillas de excel y las organizaciones no quieren que haya gente en la calle, aunque el aumento de la cantidad y el deterioro de la situación económica es tal que ya es innegable para el Gobierno y se refleja también en otros datos oficiales. A principios de octubre de este año, la Dirección General de Estadística y Censos del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires dio las siguientes cifras: en la ciudad hay 173 mil personas en la indigencia, es decir, ciudadanos cuyo ingreso total mensual no alcanza para cubrir la canasta básica alimentaria. El número creció en casi 60 mil respecto del año pasado. Estamos hablando de la ciudad más rica de la Argentina y en la que casi el 20 por ciento de sus habitantes son pobres (565 mil, el 18,4 por ciento de los porteños), según el mismo informe.

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Horacio

Los motivos por los que una persona queda en situación de calle pueden ser varios, pero la responsabilidad de que no encuentre posibilidades para salir de allí es exclusiva del Estado. Y con un diagnóstico equivocado, no se puede curar el mal. Pero más allá del marco legal, las estadísticas y las cifras cruzadas, estos números son personas y esas personas tienen cosas para decir sobre su situación y una de ellas es que cada día son más los que viven en las calles de Buenos Aires.

Melisa, 61 años, vive al lado del cementerio de la Chacarita

“Hace varios años que vivimos acá pegados al cementerio. La verdad es que a esta altura estoy esperando que me llegue la hora de pasar al otro lado de este muro. Pero no me llega. Hace unos meses vinieron de un canal de televisión y nos hicieron una nota. Mientras nos filmaban, llegó la policía y la gente del gobierno. Nos dieron la plata para alquilar un lugar. Al mes siguiente, cuando fui a pedir la plata para pagar de vuelta, me dijeron que no había nada para mí y que por mi edad no me correspondía una pensión. Yo nunca recibí nada, ya sufrí tres ACV y no tengo ningún tipo de pensión. Tampoco pido plata, aunque sea alguna oportunidad. Aunque la verdad es que yo ya no pido más, pedí a distintos organismos y nunca me dieron nada. Estar acá en la calle es como estar en la cárcel: nadie te da una oportunidad. Tenés todas las puertas cerradas. Pero me las rebusco cuidando coches porque yo también tengo mis gastos mensuales: comida, cigarrillos y compras.

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Melisa

A paradores no vamos porque a los padres los separan de sus hijos y además te roban. A mi hija hace poco le robaron todo. La cosa está muy jodida. La verdad es que hoy hay mucha más gente en la calle y la nueva policía de la ciudad es mucho peor que la federal, hacen lo que quieren.

Yo soy de Merlo, viví mucho tiempo en una casa pero la cosa se complicó cuando murió mi marido. Todo se vino abajo. Hice changas durante un tiempo pero llegó un momento en que ya no pude sostener el alquiler y ahí empezamos a vagar. Hace más de 11 años que vivimos en la calle. Tengo 7 hijos y 17 nietos y varios viven acá conmigo”

Gastón, 42 años, hace tres años está en la calle y vive en la puerta de un cajero electrónico

“Soy de Zárate, hace 5 años me vine a capital y hace tres que me quedé sin laburo. Yo era montador mecánico, trabajé en las fábricas de Toyota y de Ford. Tenía un muy buen sueldo. Ahora se me hace difícil conseguir un trabajo en ese rubro de vuelta, por dos motivos: uno porque están echando gente y cada vez hay menos trabajo y el otro porque no tengo un teléfono donde me puedan llamar. Me tengo que armar un currículum lindo y conseguir un celular para poder arrancar.

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Gastón

Hoy vivo acá en la puerta del cajero con cuatro amigos que me hice en la calle. Somos como una pequeña comunidad, pero no dejamos que se nos sume cualquiera. Somos gente que no hace cagadas, por eso nos dejan estar acá, tanto los del banco como la policía. Estamos alerta todo el tiempo, nos cuidamos entre nosotros. Porque en la calle hay mucha gente loca y cada vez más. Te afanan, te cagan a palos.

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Yo cuando junto algún pesito de más me pago un cuarto por un par de noches así estoy tranquilo. ¿Vos te pensás que a alguien le puede gustar vivir en la calle? el tema también es que no tenemos respuesta del Estado. Ninguna. Hay una pensión del Ministerio de Desarrollo de la Ciudad para alquiler pero no sale nunca. Cada vez que vas a pedirla y presentás todo para el trámite, te dicen que falta un papel y que vuelvas después. Y así te la van pateando. Además es una miseria, 2.500 pesos. ¿Qué alquilás con esa plata por mes? Muchos se terminan yendo a la provincia, porque acá es cada vez más difícil pagar un alquiler. Igual, así como nos ves ahora, nosotros no estamos abandonados, son cosas que a veces te toca vivirlas por un tiempo. ¡Ojo! Nosotros somos responsables y también disfrutamos. Hasta tenemos una banda de punk.”

Jorgelino, 57 años, es nómade y se mueve con una bicicleta

“Lo primero que te voy a decir es que la calle es una mierda. La calle te arruina, te desgasta, es lo peor que hay. Y te lo digo yo que pasé por todo en la vida, no te pienses que viví toda mi vida en la calle. Nací en Paraguay y me vine de adolescente a Argentina. Viví un tiempo en una casa que heredamos de nuestra familia, pero al venderla me fui y después me quedé sin plata. Estuve en lo de una hermana que cuando vendió su casa me tuve que ir. También estuve en lo de otro hermano, pero la verdad que estaba en un living y era incómodo para su familia y también para mí. Y ahí me tuve que ir a la calle. En paradores no puedo estar porque los detesto, no quiero cumplir horarios, amo la libertad.

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Jorgelino

Yo fui hippie, carpintero y siempre estuve vinculado a movidas sociales, como la toma de la Sala Alberdi del Teatro San Martín, el canal comunitario Antena Negra y fui uno de los organizadores del ciclo cine abierto de Parque Centenario. Pero la verdad es que ya no quiero saber nada de eso. Siento que la gente de las organizaciones sociales me dejó de lado, nunca me defendieron.

Hace once años que estoy en la calle, casi todo ese tiempo viví dentro de una camioneta estacionada en la calle Humahuaca. Un día, los padres de un colegio que está en esa cuadra me empezaron a acusar. Tuvieron complicidad de la policía. Yo sufrí mucho con todo lo que me hicieron. Todos sabían de mi intimidad, a qué hora comía, a qué hora dormía y a qué hora cagaba. Pero yo no soy ningún violín. Me pajeo, sí. Como vos, como cualquier persona. Pero prefiero ser un pajero que un violador. Todos hablaban de mi vida., era tema de charla en las radios del barrio. Yo nunca me metí con nadie, no sé porque se metían conmigo. Eso me generó mucha tristeza y mucha, pero mucha, bronca. Llegó un día que me cansé, asediado constantemente por la policía y bajo las miradas de los padres de ese maldito colegio, y decidí quemar la camioneta. Me fui de ahí para siempre, nunca volví a pasar por esa calle. Ahora vivo siempre en distintos lugares, siempre con mi bicicleta con la que cargo la ropa que vendo en la feria.”

Horacio, 55 años, se quedó en la calle en la crisis del 2001 y es referente de la ONG Proyecto 7

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“Está la cuestión de la vergüenza en la gente que se queda en la calle. De alguna manera se sienten culpables por llegar a esa situación. Todos los que hemos vivido en la calle hemos pasado por esa situación, sentirnos culpables nosotros mismos por algo que no es una elección. Lo que pasa es que se suele decir que el que está en situación de calle, elige eso. Y entonces el que va cayendo en la calle se siente culpable y dice: yo hice algo para llegar a este lugar. Está instalado por los medios, esa idea de que son vagos, no quieren laburar. Y eso es algo que nada tiene que ver con la realidad.

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Proyecto 7

Yo hoy ya no vivo en la calle, pero estuve siete años y sé lo que es. Sigo peleando día a día con los compañeros y compañeras que están en la calle. En el año 2001 me quedé sin laburo y no pude pagar más el alquiler. Mandé a mi hija y a mi mujer a Córdoba con unos parientes y me tuve que ir a vivir a la Plaza del Congreso. Dormía en la puerta del medio la Biblioteca del Congreso de la Nación. Fue mi dormitorio durante mucho tiempo. Acá comenzó todo. Vimos morir muchos compañeros y cada vez que íbamos al Ministerio de Desarrollo Social de la Ciudad nos pelotudeaban. Entonces nos empezamos a pensar colectivamente y decidimos organizarnos de manera independiente. Yo vendía flores de 7 de la mañana hasta las 7 de la tarde y después salía a vender anotadores. A la noche, cuando cada uno terminaba sus cosas, nos juntábamos en la Plaza y nos poníamos a pensar cómo mejorar nuestras situaciones. Hacíamos asambleas y cada vez se acercaba más gente. Con el tiempo nos empezamos a concebir como organización y averiguamos cómo conseguir la personería jurídica. Así nació Proyecto 7, una organización compuesta por personas que estuvimos y que están en situación de calle. Hacíamos frazadazos para visibilizar. La frazada es un símbolo del que está en la calle, nos representa. Y después de una movilización de casi 4 mil personas, el gobierno se sentó a negociar con nosotros y así conseguimos el predio del Monteagudo. Era un hogar gestionado por una fundación la iglesia. Lo fuimos a ver y nos gustó. En ese momento tenía capacidad para 30 y pico de personas con reglas rígidas de tinte carcelario. Hoy nosotros tenemos 120 compañeros, con el hogar lleno”.

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José, 51 años, está en la calle desde los 9 y hoy vive en el hogar Monteagudo

“Yo me voy a ir de acá para irme a una casa con cuatro paredes, un patio y un buen techo de chapa. Por ahora esta es mi casa y esta es mi familia de 120 personas. Muchos se han ido. Algunos tienen la suerte de conseguir un lugar mejor. La calle es mi vida. Acá aprendí todo. Lo bueno y lo malo. Haber pasado cosas muy malas me permitió también saber y diferenciar lo bueno. Me encargo con otros compañeros, los más antiguos del Centro de Integración, de la limpieza y las tareas cotidianas del hogar. También salgo a diario a vender unos cuadros que yo mismo dibujo, los ofrezco en plazas. Por más que me falte una pierna y un brazo, yo me muevo. No quiero gente amargada al lado mío. Mi principal trabajo, o función en la vida, es justamente esa: que la gente que está a mi lado no esté triste.

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José

Hay compañeros que terminaron acá por distintos motivos, el que duerme en la cama que está al lado mío se separó de la mujer y se tuvo que ir a vivir a la calle porque no podía ayudarlas económicamente a ella y a su hija y además pagarse su propio alquiler. Después de vagar por distintos barrios terminó acá. Esto no es un parador, acá hay camas fijas. Algunos estamos hace mucho tiempo. Tenemos talleres de distintos oficios. Esto lo armó gente de la calle. Todos somos de la calle, el enfermero también vivía en la calle. Los únicos que vienen de otro lado son los de seguridad, por una obligación del gobierno tiene que haber una persona de vigilancia todo el tiempo. Nos dan también algo de comida desde el gobierno, pero cada vez hay menos. Nos cuidamos entre nosotros, te repito: yo solo me voy a ir de acá cuando tenga la posibilidad de una casa propia”.

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Mauro, 39 años, está en la calle hace seis meses y no quiere que le saquen fotos

“La calle es el peor lugar del mundo. Hace medio año que estoy en esta, duermo en distintas esquinas de la ciudad. Nunca me imaginé que me iba a pasar esto, no quiero que sepan mis familiares. Yo nací en Formosa y viví mucho tiempo en la otra punta del país: Ushuaia. Hace 12 años, conocí a la que fue mi mujer y me vine a vivir a Buenos Aires. Al tiempo nos separamos, pero me quedé.


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En el último tiempo cada vez cobraba menos en mi trabajo y cada vez trabajaba más. Estaba 12 horas planchando ropa, así que renuncié, me fui de la pensión en la que vivía y me vine a la calle. La verdad es que hoy no tengo otra opción, la pensión era cada día mas cara y mi sueldo cada día valía menos.

Ahora junto cartones con este carro que también uso para dormir. La verdad es que gano más plata con esto que en la tintorería. Pero la calle no se la recomiendo a nadie. La semana pasada una familia de acá a la vuelta me robó todas las cosas. Hace un tiempo me habían quemado los cartones y la policía me rompió el carro más de una vez. La cosa está muy jodida, hay mucha gente en la calle y la verdad, amigo, es que este gobierno no solo no nos ayuda sino que yo creo que hace todo para obligarnos a salir a robar, para que no tengamos otra opción. Son unos delincuentes y vos viste lo que están haciendo con los pobres”.

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