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guerras y conflcitos

Rusia planea reconvertir torres de telefonía móvil en inhibidores de frecuencias contra misiles teledirigidos

¿Qué pasaría si EE. UU. decidiera lanzar una ofensiva con misiles teledirigidos por aire y por mar contra Rusia? El Kremlin se formula la misma pregunta y por ello quiere convertir las torres de telefonía móvil en inhibidores de frecuencias militares.
Adam Freidin/Flickr

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Este artículo fue publicado por primera vez en Motherboard.

He aquí una de las pesadillas que impiden que los generales rusos concilien el sueño: que los submarinos y que los bombarderos estadounidenses provistos de misiles teledirigidos de precisión orquesten una ofensiva despiadada contra sus bases. En cuestión de minutos habrán pulverizado las bases militares, los nódulos comunicacionales y los propios lanzadores de misiles del Kremlin.

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Por muy implausible que pueda parecer, Rusia está lo suficientemente preocupada con la posibilidad de que pueda estallar una guerra de verdad como para haber empezado a tomar medidas tan serias e improbables como militarizar sus infraestructuras de comunicaciones civiles.

Lo que está haciendo concretamente el ejército ruso es comprar inhibidores de frecuencias a destajo, unos dispositivos que planea instalar en las torres de telefonía móvil. La idea es simple — el Kremlim podría activar los inhibidores de frecuencias, a los que se conoce como Pole 21, durante un conflicto y rezar por que la temida ofensiva de misiles estadounidenses no sea tan precisa.

"Actualmente se han completado los ensayos con el dispositivo y el sistema ha sido aprobado en el inventario", declaró el portavoz del Ministerio de Defensa ruso al periódico Izvestiya.

Desde Izvestiya ya se advertía que el sistema "incorpora la transmisión y la recepción de antenas instaladas en torres de comunicación para teléfonos móviles, que están asociadas alrededor de una sola red, que da cobertura a regiones enteras, exactamente como una cúpula que es impenetrable para las señales de navegación satelitales".

Que Rusia esté instalando inhibidores de frecuencias en las torres de comunicación es insólito, pero la lógica militar subyacente es razonable. Tal y como están las cosas, Estados Unidos posee una extensa variedad de misiles dirigidos, drones y sistemas teledirigidos, como GPS de elevada precisión. Rusia dispone de su propio sistema de naveación satelital al que se conoce como GLONASS.

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El destructor estadounidense USS Barry dispara un misil Tomahawk en Libia en 2011. (Imagen: Marina de Estados Unidos)

Hay que advertir, sin embargo, que los misiles teledirigidos estadounidenses como el Tomahawk contienen sistemas electrónicos específicamente diseñados para burlar a los inhibidores de frecuencias por GPS. Uno de los dispositivos se llama AGR y permite "rastrear la presencia constante de satélites en contextos con elevados niveles de inhibidores de frecuencias", ha advertido la compañía Raytheon, fabricante de los mismos.

Sin embargo el Kremlin está apostando por perturbar el sistema de recepción de los misiles lo justo como para eludir un impacto directo. "La transmisión de señales elementales desde un satélite es la base sobre la que se apuntalan todos los sistemas satelitales de navegación", explica el analista militar ruso Anton Lavrov en las páginas de Izvestiya. "De tal manera, la menor desviación de la frecuencia designada, incluso por milisegundos provocará una pérdida de precisión".

O.E Watch, una newsletter semanal publicada por la oficina de Estudios Extranjeros del ejército de Estados Unidos, ha advertido que los dispositivos son parte de un plan mucho mayor de Rusia, para protegerse ante un eventual conflicto a escala inimaginable.

"Estas iniciativas coinciden con otras iniciativas desplegadas para que Rusia está preparada en caso de que se desate una guerra internacional de grandes proporciones, como ejercicios militares a gran escala, una reformación del sistema de defensa, dirección militar en tiempos de guerra y relaciones controladas, además de ensayar la nacionalización de la base industrial en caso de que se produzca la transición a una guerra por tierra", ha informado O.E Watch.

Obviamente, instalar inhibidores de frecuencias en torres de telefonía móvil tiene también sus lados negativos, especialmente cuando se haga cerca de zonas pobladas. Si Rusia llegara a activar los dispositivos alguna vez también dinamitaría sus propias frecuencias, y provocaría una suerte de tormenta electromagnética de fuego amigo. De manera, que los dispositivos se quedaran desactivados, a no ser que suceda una catástrofe sin precedentes.

Solo hay que recordar una cosa: el ejército ruso anuncia a menudo planes tecnológicos con los que luego no cumple jamás.

Claro que, otros muchos sí se llevan adelante. Y la ventaja de reconvertir las torres de comunicación de móviles en instalaciones militares dispone de la ventaja de que la infraestructura, que incluye 250.000 estaciones base para celulares.

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