Comer como peregrino en ‘El Camino de Santiago’

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Comida

Comer como peregrino en ‘El Camino de Santiago’

En un recorrido de 900 kilómetros a través de España, cruzamos nueve regiones vinícolas diferentes. Es difícil —y honestamente estúpido— resistirse.

El calor es casi insoportable. No hay sombras, el camino es inclinado y mi bolsa demasiado pesada. ¿Por qué empaqué ese par de shorts extras? Y, de pronto, un pequeño local aparece al final del camino; ofrecen café con leche, bocadillos frescos (sándwiches), jugos, frutas, nueces, cerveza y vino. Es difícil escoger. Pasa el mediodía, así que beber una cerveza parece justo lo que necesito: una 'Estrella' grande y fría que usualmente viene acompañada con un plato de olivas verdes y jugosas o unas cuantas rebanadas de queso manchego.

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Caldo Gallego en la Casa Tía Dolores.

Podría escribir un libro entero con las experiencias culinarias que he tenido a lo largo de mi viaje en El Camino de Santiago o Camino Francés. No solo se trata del camino, el sudor y las lágrimas que derramamos durante el trayecto de casi 900 kilómetros desde los Pirineos en el país Vasco francés, a través de la región norte de España, para llegar a Santiago de Compostela. Se trata también de los nuevos amigos, las risas y, por supuesto, la comida y bebida. Cruzamos nueve regiones vinícolas diferentes que cuentan cada una con sus especialidades. Es difícil —y honestamente estúpido— resistirse.

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Apicultura a los largo de 'El Camino de Santiago', la ruta francesa.

La ruta francesa es la más popular de las 12 rutas principales de El Camino de Santiago, sólo el año pasado se contabilizaron más de 260,000 personas caminando o usando la bicicleta para recorrer el camino. Esto también significa que siempre hay alguien con quién compartir tu comida. Las pequeñas villas y pueblitos a lo largo del camino dependen de los peregrinos, ofrecen hospedaje y comida a todo tipo de precios. La mayoría de los restaurantes presentan "menús de peregrinaje" de tres cursos, ricos en proteínas y carbohidratos, con un costo entre 8 y 15 euros (con pan y vino incluidos). Por lo general, uno puede elegir diferentes platillos; a veces es una verdadera delicia y a veces sólo es una comida muy saciante que no deja rastro en la memoria. He probado ambas.

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Cerveza 'Peregina' en la Casa Tía Dolores.

Muchos de los hostales (albergues) para peregrinos también ofrecen comida. Cenar es algo muy común en este tipo de lugares, así que tienes la oportunidad de hablar con la gente que ves diez veces al día, a diferentes ritmos pero en el mismo camino. Así fue como logré cocinar una comida con otros más en Grañón, comí una paella jugosa y muy tradicional preparada por dos monjes en Bercianos del Real Camino, y probé el mejor omelet español en el bar-hostal de la pequeña villa de Villambistia.

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Chorizo y patas de jamón.

Para los snacks, es mejor guardar plátanos y aguacates, porque gracias a su alto contenido de potasio pueden ayudar a disminuir las posibilidades de sufrir calambres musculares. Una lata de atún, huevos cocidos y pan fresco pueden servir para comer en cualquier parte. Pero nunca demasiado, porque tienes que cargar todo… una regla que sigo olvidando.

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Coles de Bruselas silvestres al lado de el camino.

De vez en cuando, tengo la suerte de conocer a alguien que ya ha recorrido el Camino Francés y me puede ofrecer varias sugerencias. Así es como encontré Casa de comidas Begoña y Antonio en Navarrete, donde probé los pimientos rellenos más hermosos en salsa de calamar y un buen tinto de Navarra; también encontré Casa Tía Dolores en Pedrouzo, con su cerveza de lavanda regional, y la Peregriña, un rico caldo gallego, una sopa de col y papa proveniente de Galicia. Y del mismo modo, descubrí en Finisterra, el restaurante El Puerto con su famoso pulpo en salsa de paprika ahumada y pescado fresco con un vino blanco frutal de la región. La lista podría seguir y seguir.

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Viñedos de las Bodegas Irache en Navarra.

Por supuesto, muchos realizan el peregrinaje de forma más ascética: pasan la noche bajo las estrellas, compran únicamente las provisiones más necesarias y cocinan ellos mismos con tantos ingredientes locales como es posible. Y honestamente, no es algo difícil de hacer. El clima de España permite que muchas frutas y verduras crezcan, por lo que fácilmente puedes encontrar productos frescos y hierbas creciendo en el camino. De hecho, Tomer Kilchevsky y Courtney Jean Perry crearon una guía justo para ese propósito. El dueto recorrió el Camino Francés durante siete meses, observando y estudiando las plantas, hierbas y hongos durante primavera, verano y otoño. The Edible Camino – A Field Guide of Wild Edibles Along the Camino de Santiago resultó un libro muy hermoso y útil.

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Ovejas atraviesan una carretera del 'Camino'.

No todas las paradas son perfectas. Cuando llegué a Santiago de Compostela, tenía todas estas visiones de un pueblo medieval, que ofrecerían comida maravillosa y vino hermoso. Pero en vez de eso, estaba lleno de turistas y todo era demasiado caro. De manera que terminé yendo al final del mundo: Cabo Finisterre, en gallego Fisterra, una ciudad portuaria en el Océano Atlántico. Allí encontré excelentes restaurantes, personas amigables y un lindo mercado de pescado que abre dos veces al día durante una o dos horas, cuando los pescadores regresan con la pesca.

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Cabras en Cabo Finisterre.

Esa noche, preparé pasta fresca con mejillones, camarones y pescado, bebí una botella de vino blanco local, la cual nuestro grupo de peregrinos terminó cuando el sol se puso en las rocas del Océano Atlántico, mirando hacia la nada, sintiéndose muy felices, agradecidos y, por supuesto, satisfechos.