Zlatan, un príncipe que desafía las leyes laborales
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un príncipe convertido en rey

Zlatan, un príncipe que desafía las leyes laborales

A sus 34 años de edad, Ibrahimovic tendría que estar en el ocaso de su carrera de acuerdo a cómo se mueve el futbol. Pero con Zlatan la regla jamás está escrita.

Dictan los cánones europeos que cuando un futbolista cumple los 26 años de edad está en el mejor momento de su carrera, que a los 30 debe firmar el último gran contrato de subida futbolística y que a los 33 es un jugador viejo y acabado. A esa edad, lo mejor es buscar un paraíso económico como Qatar, China o la MLS. Es el caso de muchos futbolistas, sobre todo atacantes.

Con 34 años de edad, Zlatan Ibrahimovic se despidió el día de ayer del Parque de los Príncipes y del Paris Saint-Germain. No, 'Ibra' deja un club así, campeón y contendiente de cada torneo en el que participa, porque él así lo quiere. Zlatan no es un príncipe, es un rey con corona que rompe las leyes de la física y de los complejos laborales que dicen cuándo una persona es o no es vieja para trabajar.

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Ibrahimovic se va de Francia porque es un nómada del futbol y un personaje de retos diversos. A sus 34 años, todos pensaríamos que solo le quedan opciones para jugar donde le dicen y no donde él quiere, lo cual es completamente incorrecto. A los cantos de sirena de ligas exóticas se suman los dulces deseos de clubes top de Europa. Zlatan encaja en cualquier sitio y desencaja solamente donde hay algún personaje al que no quiere ver.

Con dos goles, Zlatan se despidió del PSG. Foto: Getty Images

Con 161 goles entre Liga, Copa y torneos internacionales, Zlatan Ibrahimovic decidió no continuar su relación con el PSG. Se fue como campeón de liga, a punto de serlo en la Copa y con la espina clavada de ganar la Champions League. Se retira siendo el campeón de goleo de la Ligue 1 con escenas maravillosas de goles de todo tipo.

En un mundo bipolarizado donde parece solo existir Cristiano Ronaldo y Lionel Messi, con la sombra de futbolistas como Neymar, Luis Suárez o Gareth Bale, existe la duda sobre el espacio que ha tenido y que tiene actualmente Zlatan Ibrahimovic. ¿Qué espacio de la historia le queda a un príncipe que sin corona, siempre ha sido rey?

Sin Balones de Oro de por medio, campeonatos de Champions League y títulos de Copa del Mundo en su vitrina, Zlatan debe competir en la historia como uno de los mejores delanteros que la pelota nos ha regalado. Un inmortal, un gigante de 1.95 metros capaz con casi 100 kilos de tonelaje que fue capaz de introducir las artes marciales al futbol para regalarnos contorsiones dignas del mejor cirquero del Cirque du Soleil.

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Ibra siempre ha sido un irónico del futbol. Su estilo, muy parecido al de Marco van Basten en su momento, contradijo la idea de que un jugador alto era un futbolista técnico. Que los jugadores eran vástagos y peones de los directivos con poder, fue a contracorriente al decidir jugar con dos equipos rivales y hacerse ídolo de ambos; enfrentó al míster más filosófico y educativo de los últimos años dejándolo en ridículo durante muchas ocasiones. Pateó pelotas en el aire, pateó pelotas en el suelo y pateó las cabezas de sus compañeros como si fueran pelotas. Su lengua fue capaz de dejar en silencio a los hinchas y a los eruditos, incluso, fue capaz de hacernos imaginar su figura en lugar de la Torre Eiffel.

La otra Torre Eiffel. Foto: NBC Deportes

Con la salida del Paris Saint-Germain, el adiós de Zlatan se antoja más lejos que nunca. Los que lo ven en Estados Unidos, Qatar o China podrían tener que esperar mucho tiempo más… no. Con un tipo impredecible como él, siempre podrá pasar cualquier cosa.

Todo marca que Ibrahimovic buscará un nuevo reto, uno que aún le falta. Si ya conquistó por completo Holanda y después hizo lo mismo con Italia, brevemente en España y después en Francia, parece que Inglaterra y la Premier League es el apetecible manjar que se le antoja a un hombre que, como los buenos vinos, llegaría en el periodo de mayor experiencia personal a ganar en el considerado campeonato más complicado del planeta.

Los rumores señalan que el sueco deja el Parque de los Príncipes por empezar una carrera actoral en el Teatro de los Sueños. Claro, siempre y cuando que un tipo como Louis van Gaal deje de ser el director de la obra y se dé la contratación de un guionista ganador de varios premios como lo es su amigo José Mourinho.

Con la llegada de Zlatan al sitio que decida, todos ganaremos. Perderemos en el instante que sus piernas y su mente no den para más y decida quitarse al fin los zapatos. Cuando lo haga, eso será un acontecimiento, pues en el instante en el que Ibrahimovic hable, todos tendremos que cerrar la boca para aplaudir a un príncipe de la pelota, al rey que nunca necesitó una corona. En ese momento, valoraremos al personal y lo pondremos en el pedestal que se merece.