FYI.

This story is over 5 years old.

boxeo

Tyson Fury: El rey gitano

El mazazo de la gloria inesperada es un rio muy difícil de cursar

Lula Pearl Douglas, a punto de completar su ciclo en el Samsara, días después de abandonar su existencia terrenal, pudo de alguna manera no comprendida por la ciencia conectarse con el sufriente luto de su hijo Buster Douglas y reforzar sus brazos hasta convertirlos en garrotes que fueron capaces de demoler a la hasta entonces invencible humanidad de Mike Tyson. Este acontecimiento pasó al inconsciente colectivo de las nuevas generaciones de luchadores, todos criados con Douglas como ejemplo de lucha y rebelión ante misiones imposibles. No es de extrañar que sea este momento uno de los que hayan inspirado consciente o inconscientemente a Tyson Fury a lograr arrebatarle los títulos de peso completo al por más de una década invencible Vladimir Klitschko, rompiendo con todos los pronósticos para alzarse como el indiscutido campeón de los pesos pesados.

Publicidad

11 años de dominio fueron detenidos de golpe por Tyson Fury, quien endosó a los cinturones su espíritu de filosofía polifónica, esa rabia impulsada por la culpa cristiana y definida por el desdén de aquel pueblo gitano que lo crió como hijo legítimo de una cultura que decidió renunciar a la búsqueda de la historia para quedarse en un presente continuo. Es posiblemente la falta de interés por el pasado, por los orígenes, por la construcción del ser y su esencia, la que empuja a Fury se hacia un nihilismo brutal en el que el momento presente es lo único que vale y los objetos de deseo dejan de importar apenas son conseguidos. El fuego que da sentido a la vida es en él frágil, y los mecanismos para mantenerlo activo se van haciendo con el paso del tiempo cada vez más difíciles de encontrar.

Por otra parte, el mazazo de la gloria inesperada es un rápido difícil de cursar. De pronto, incluso sin soñarlo, tienes todo lo que quisiste y más …Y ahora, ¿Qué es lo que te lleva hacia otra cascada? La cima es tuya, ya te abalanzaste río abajo y ganaste, ¿Cómo seguir? ¿Qué es lo que te lleva a pelear? ¿Más dinero? ¿Más gloria? ¿El hambre de alguna de las anteriores o de las dos? Como sea, tienes que entrenar para volver a subir, y ese fue el trance que Fury no pudo cursar: el recorrido de vuelta al ring. Su rostro superpuesto en el de Tony Montana fue la imagen que escogió para ironizar sobre sí mismo en las redes sociales; pero su último uppercut de ahogado no bastó para difuminar su escena: él era, en ese entonces, algo parecido a Tony Montana precursando la muerte. Completamente tieso, imposibilitado del flow, ebrio y encerrado, Fury se debatía en pensamientos mortuorios y xenófobos, en armas, en maravillosas piezas metálicas que acabarían con su ser. Klitscko y el ring, cada vez más lejos, una mujer dudosamente vestida, muy cerca. Fueron días eternos, un trance incluso incomparable a sus épicas jornadas de entrenamiento en Manchester, un recorrido en el que se divisaban piezas rojas a lo lejos, como nunca antes, al final del túnel. Fueron golpes que no machacaban su cuerpo, pero que eran peores, que lo tumbaban en una inmensidad en la que no podía intervenir.