¿Qué pasaría si se produjera un golpe de estado en EUA?

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Estados Unidos

¿Qué pasaría si se produjera un golpe de estado en EUA?

Una recreación de lo que pasaría si el ejército tomara el gobierno del país norteamericano.

Todos tenemos claro que es imposible que el gobierno de EUA sea derrocado, ¿verdad? Nadie se plantea ni remotamente la posibilidad de que su presidente sea depuesto por la fuerza, como ha ocurrido en otros países a lo largo de la historia.

Pero imaginemos por un momento una situación en la que el presidente de EUA, un oligarca temperamental y deshonesto, ha llegado al poder tras una justa victoria en unas tensas elecciones presidenciales. El jefe de estado tiene constantes roces con los medios de comunicación, a los que detesta y contra los que arremete a la primera de cambio, pero también ha puesto en su contra a sus propias agencias de inteligencia, a gran parte de la población, a la oposición, que cuestiona la legitimidad de su cargo, e incluso a los miembros de su propio partido, que se oponen firmemente a muchas de sus decisiones.

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Mientras tanto, en un gesto sin precedentes, ha designado a varios exgenerales del ejército para que ocupen diversos cargos gubernamentales. Uno de esos militares cuenta con el apoyo casi total de los mismos medios de comunicación que se oponen al nuevo presidente. Si sumáramos todos estos factores —la impopularidad, el descontento generalizado, la toma de posesión de cargos por parte de generales militares y la pugna con el estado profundo— y estuviéramos en cualquier otro país, no sería descabellado plantearse la posibilidad de que hubiera un golpe de estado.

Los expertos en la materia descartan esa posibilidad en EUA. La profesora y analista del autoritarismo Natasha Ezrow, de la Universidad de Essex, señala que "es totalmente improbable que se produzca un golpe de estado". El experto en la materia y profesor de derecho en la Universidad de Chicago Tom Ginsburg coincide con Ezrow, y añade: "Nos encontramos en un momento en que es muy positivo tener en consideración estas cosas".

Aun sabiendo que no va a haber ningún golpe de estado en EUA, los dos profesores me ayudaron a recrear una situación hipotética en la que el gobierno estadounidense sí se viera derrocado por un golpe de estado. Este sería el relato de los hechos:

Paso 1: todo el mundo se opone en bloque al presidente

A Joseph Wright, profesor adjunto de Ciencias Políticas en la Universidad Estatal de Pensilvania, la idea en conjunto le pareció demasiado descabellada como para discutirla en profundidad. Para que se diera la posibilidad de un golpe de estado, este debería considerarse universalmente una opción factible, para empezar, y no es algo que nadie en Washington, DC, se plantee siquiera remotamente. La afirmación de Wright sirve para enfatizar las circunstancias tan excepcionales que deberían darse en EUA para propiciar un golpe de estado.

"El único tipo de golpe que veo que podría darse en EUA", dijo Ezrow, "ocurriría entre bastidores, un acuerdo entre miembros clave del ejército y miembros de la elite republicana para forzar la destitución de Trump". Según Ezrow, un golpe militar sería obra del ejército, si bien este entregaría el poder inmediatamente al vicepresidente, Mike Pence, o —si Pence se mantuviera fiel a su jefe— al presidente de la Cámara de Representantes, Paul Ryan.

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Pero ¿qué pasaría si le pidieran amablemente a Trump que dimitiera y él se negara?

Paso 2: se han agotado todas las opciones

El Congreso, ahora aliado con las fuerzas militares en nuestra situación hipotética, todavía tendría varias herramientas a su disposición, como el impeachment —un proceso de enjuiciamiento político lento y poco fiable— o bien una declaración en la que se afirmara que el presidente no está capacitado para ejercer sus funciones, según la Enmienda XXV. El golpe de estado debería parecer una opción más viable que las anteriores y el presidente tendría que haber dejado claro que no tiene intención de abandonar su cargo.

Si se dieran estas condiciones, supuestamente Trump podría ser obligado a dimitir sin necesidad de que se llegara a un golpe de estado. Tengamos en cuenta que los servicios secretos estarían aliados con el ejército, debido a la impopularidad del presidente, que se vería obligado a rodearse de una guardia presidencial privada y que le fuera totalmente leal (algo que Trump ya hizo durante el periodo de transición).

"Uniendo fuerzas, Congreso y ejército podrían hacer prácticamente todo lo que quisieran", me aseguró Ginsburg. No obstante, incluso después de haber trazado un meticuloso plan para derrocar al presidente, haría falta que se produjera una emergencia internacional que justificara la suspensión de la democracia.

Paso 3: el ejército anuncia a Trump que debe dejar la presidencia

En este supuesto, Trump debería tomar una decisión que supusiera una amenaza para toda la humanidad, de forma que sirviera de catalizador de un levantamiento. "Una guerra nuclear contra China o algo similar", sugirió. Es decir, que Trump tendría que desencadenar una guerra mundial no deseada por nadie más. Así, para que tuviera éxito, el golpe debería enmascararse como un intento de demostrar al mundo que ese tipo ya no nos representa.

Esto implicaría que los autores del golpe de estado deberían hacer un paripé público para convencernos de que estarían siendo más lógicos y razonables que Trump. Un golpe de estado provocaría un enorme nerviosismo entre la población estadounidense, por lo que sería preciso transmitir en todo momento un mensaje de estabilidad y orden.

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Paso 4: los autores del golpe se dirigen al país con un discurso

Ginsburg afirmó que, al menos al principio, la mayoría de líderes responsables de un golpe de estado suelen prometer una vuelta rápida a la democracia. "Existe tal respeto a la Constitución", añadió, que quienquiera que fuera la cara visible del golpe de estado tendría que dirigirse al pueblo estadounidense y decirles que el régimen recién impuesto es temporal y que su propósito es arreglar las cosas. En otros países en los que se han producido golpes de estado, a menudo se suspende o reescribe la Constitución, pero si se diera este caso en EUA habría una respuesta inmediata por parte de la población, según Ginsburg.

"El día que se anuncia un golpe de estado, sus autores deben hacerse con el control de los medios de comunicación y lanzar un mensaje claro, por televisión y radio, anunciando el suceso", afirma Ezrow.

Mientras la nueva situación va calando en la conciencia de la población, probablemente se llevaría a cabo una censura mucho más restrictiva y descarada de los medios de comunicación, aunque seguramente no se bloquearía el uso de internet por completo. "Internet puede ser un aliado, ya que controlando el tráfico puedes saber quién está de tu parte", explica Ginsburg. En cualquier caso, agregó, el autor de un golpe de estado querrá estar a corriente de todo lo que opina la gente para "evitar que los medios movilicen a la población en contra de él".

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Paso 5: los simpatizantes de Trump contraatacan

Hasta ahora hemos estado hablando del supuesto de una operación llevada a cabo con el apoyo de las masas, pero ningún cambio de régimen se produce de forma tan ordenada, y mucha gente vería el golpe como un intento de aferrarse al poder —que lo sería, por otro lado—. Algunos se opondrían porque los golpes de estado son malos, mientras que otros se mantendrían fieles al presidente por razones personales. "Los golpes suelen conllevar inestabilidad y violencia, y podrían celebrarse juicios y ejecuciones de socios y secuaces", afirma Ezrow.

Por otra parte, Ginsburg asegura que el ejército debería tomar el control de todos los estamentos jurídicos. "Algún juez federal podría decidir apelar por vía del habeas corpus y solicitar la liberación del presidente". Además de todo eso, "hay decenas de miles de departamentos de policía que tienen autorización para el uso de la fuerza y 50 gobiernos estatales distintos con la potestad de autorizar a los anteriores a usar la fuerza", añade Ginsburg.

Mientras las cortes apoyen el golpe de estado, cualquier intento de salir a la calle y apelar a la segunda enmienda por parte de los simpatizantes de Trump —formando una milicia para combatir la tiranía del gobierno— tiene pocas posibilidades de prosperar.

Paso 6: Trump lidera su último intento

En el caso que nos ocupa, Trump dispondría de los recursos suficientes como para contratar mercenarios, y la simpatía que se ha granjeado entre ciertos miembros del ejército hacen pensar que habría un buen número de soldados expertos dispuestos a unirse a su causa antigolpista. Sin embargo, si la plana mayor del país permanece unida contra Trump, por muy potente que fuera la fuerza de resistencia de este, al final no le quedaría otro remedio que rendirse.

"Los líderes que se aferran al poder suelen acabar muertos", me dijo Ezrow. "Si no es el caso, suele darse un ultimátum al líder para que abandone el cargo y el país de forma pacífica".

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Ginsburg tiene una opinión distinta respecto al exilio: "La idea de un golpe de estado es aislar al líder y someterlo a tu control. No creo que hubiera razón alguna para exiliarlo en los Estado Unidos". Si el presidente siguiera vivo, afirma Ginsburg, "sería preciso imputarle ciertos delitos e ingresarlo en prisión".

Paso 7: el nuevo régimen intenta dirigir el país

Según las investigaciones de Ezrow, en el Norte y el Sur de América se han producido un total de 145 golpes con una tasa de éxito del 48.3 por ciento. Este porcentaje es muy similar en otros continentes excepto en Europa, donde el éxito es únicamente del 33,3 por ciento. "Un golpe de estado en un país en el que nunca se ha producido uno podría provocar mucha inestabilidad y protestas contra los autores", afirma Ezrow.

Un golpe de estado con éxito, añade Ezrow, se traduciría en un gobierno funcional, "aunque deberían transcurrir varias semanas para que se materializara".

Esas semanas de caos, la visión de un presidente exiliado, en prisión o muerto en combate, sumado a la censura en los medios y la ruptura de dos siglos de traspasos pacíficos de poder, generarían una panorama desastroso para el país, incluso peor que el que un presidente pudiera provocar con sus decisiones.

¡Menos mal que son todo hipótesis!

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