Si hay algo con lo que casi todos podemos estar de acuerdo es que, en algún momento de nuestras vidas, hemos estado despechados. El despecho es un sentimiento universal, motor de la mayoría de las canciones, libros, películas u otras expresiones artísticas que disfrutamos diariamente. Se podría describir como un vacío absoluto y profundo dentro de nosotros, el cual muchas veces nos lleva a la impotencia, frustración y también a cometer actos estúpidos. Es similar a una herida que naturalmente sabemos que cicatrizará, con la diferencia de que para algunos el proceso de recuperación es mucho más doloroso y tardío que para otros.
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No hay una fórmula para superarlo exitosamente, algunas personas van a un bar para ahogarse en alcohol hasta que se les olvide su nombre, otros se sumergen en las canciones con las que más empatía hagan o les recuerden a su relación. También están casos extremos como el de Sam Smith que, despechado, va y compone una canción basada en su ex que luego le hace ganar un Grammy.Sabemos que no todos ganamos un Grammy gracias a nuestro despecho, así que le preguntamos a algunas personas sobre las cosas más raras que han hecho para superar un despecho.
Consumí tanta ketamina que me desmayé por cinco horas
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Como a los seis meses, me enteré que todo lo que ella me había contado era mentira. Me sentí terrible, tuve que tragarme todas las palabras, acciones y pedirle perdón. Él no lo acepto, y ese día consumí muchísimas drogas debido a la humillación.Consumí tanta ketamina que estuve desmayada por cinco horas y cuando por fin pude levantarme, juro que me quería morir. La cruda me duró quince días, aún los recuerdo.Dejé de salir de mi casa, renuncié a mi trabajo, dejé de hablar con los amigos que teníamos en común, abandoné la universidad y quemé todas las pertenencias de él que tenía en mi casa. —Fabiana, 21 años
Visité a una bruja para encontrar respuestas y le envié el video a mi ex por snapchat
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Me deprimí profundamente, perdí varios kilogramos de peso, y las pastillas ansiolíticas que me recetó el psiquiatra se convirtieron en mi pan de cada día.En mis momentos más oscuros, visité a una bruja para encontrar alguna respuesta externa, algo que calmara mi ansiedad —incluso le envié por snapchat un video de cuando asistí a la bruja—. La bruja me dijo: "Di su nombre completo, di que lo amas y lo perdonas", mientras me repetía la necesidad de limpiarme espiritualmente, lo cual vino después con unas piedras raras para así estar lo suficientemente "pura" y así él volviera.El horóscopo se convirtió en mi mejor amigo. Apenas me levantaba de la cama buscaba en su signo y mi signo alguna señal de que íbamos a volver juntos; era algo casi obsesivo.Cada chica con la que veía que tenía alguna interacción en redes sociales, la agregaba para tenerla cerca y vigilada, pero quizás el punto de quiebre llegó en el momento en el que decidí perseguirlo en lugares donde sabía que él iba a estar: como cuando su novia cumplía años.Fue en un concierto de una banda, la cual yo sabía que eran muy amigos de él y entonces él iba a asistir sí o sí. Tomé el teléfono, llamé a mi mejor amigo, y le dije que me acompañara al concierto. Al llegar, lo vi con su novia, y ellos obviamente me vieron. Yo me hice la que no sabía nada y los saludé de lo más normal —incluso la felicité por su cumpleaños con un beso y un abrazo—.
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En otro evento, —donde luego me enteré que terminaron— asistí por igual, y me puse a platicar con todos sus amigos de lo mucho que lo quería y extrañaba, hasta me tocó hacer la fila para ir al baño detrás de su novia.Realmente lo quería; fui muy insistente y me volví un poco loca. No recomiendo que hagan lo que yo hice porque eso de andarlo acosando y persiguiendo no trae nada positivo. Creo que lo bueno del despecho es que definitivamente aprendes, y tarde o temprano sales de ese hueco, lo cual te lleva a una etapa de transformación personal que a la final termina siendo muy valiosa. —María, 22 años.
Lo llamé ochenta veces sin parar a su teléfono
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Un día, gracias a Instagram, me di cuenta que estuvo en la playa con unas de sus amigas del canal —imagínate al clan Kardashian, así eran todas— y bueno, obviamente yo no estaba muy feliz con eso. No tuve otra idea que llamarlo ochenta veces —sí, ochenta veces, no estoy exagerando—. Hasta llamé a su madre y a su hijo para demostrarle todo lo que los quería, para que supiera que yo también me sentía parte de su familia.Agarré como costumbre algunos viernes emborracharme hasta más no poder y ver sus fotos de Instagram, Facebook, y tratar de decodificar algún mensaje oculto en sus tweets. Incluso llegué a analizar las redes sociales de su ex novia, para tratar de entender por qué había durado con ella más que conmigo.Sé que esas cosas estuvieron terribles, pero, él me había prometido trabajo en el canal, concubinato, comprarme el pasaje de vuelta a EU, y una relación estable. Recuerdo que hasta me lloró cuando me venía a mi país y me dijo "pero si yo hice todo para que te quedaras". —Fabiola, 23 años.
Tomé shots de ron por la nariz
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En casa de uno de mis amigos, ya bastantes pedos, tuvimos la gran idea de tomar shots de ron por la nariz. Sí, por la nariz. Grabamos todo, sabíamos que lo que estábamos haciendo era memorable. Lo gracioso de todo esto era ver las distintas caras que cada uno de nosotros hacía. Recuerdo que cada shot que pasaba por mi nariz hacía que toda mi cara se tornara roja.
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Para pasar el mal sabor de tener licor en mi nariz, la mejor idea que se me ocurrió fue tomar las cervezas heladas que había en la nevera, necesitaba algo frío para calmar mi cara, ya que sentía algo parecido a unas hormigas dentro de ella.Me terminé una botella entera de ron con estos shots por la nariz y, obviamente al otro día desperté con la peor cruda de mi vida: se me subió la presión, temblaba, sudaba, y tuve que ir de inmediato a emergencias.Tuvieron que colocarme unas inyecciones, y aprendí a no jugar más nunca con el ron ya que era segunda vez que visitaba un hospital por su culpa. De seguro la tercera es la vencida. —Simón, 24 años.
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Para pasar el mal sabor de tener licor en mi nariz, la mejor idea que se me ocurrió fue tomar las cervezas heladas que había en la nevera, necesitaba algo frío para calmar mi cara, ya que sentía algo parecido a unas hormigas dentro de ella.Me terminé una botella entera de ron con estos shots por la nariz y, obviamente al otro día desperté con la peor cruda de mi vida: se me subió la presión, temblaba, sudaba, y tuve que ir de inmediato a emergencias.Tuvieron que colocarme unas inyecciones, y aprendí a no jugar más nunca con el ron ya que era segunda vez que visitaba un hospital por su culpa. De seguro la tercera es la vencida. —Simón, 24 años.
Hice que mi mejor amigo y la policía detuvieran a mi ex
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Par de semanas más tarde vuelvo a la universidad y, para mi sorpresa, él estaba en una de mis clases. Al final nos conocimos, nos llevamos bien y bueno, empezamos a salir. Él me comentó que no quería nada serio, que aún estaba enamorado de su ex novia y prefería que todo fuese casual. Me dejé llevar, y caí enamorada de él sabiendo que no podía contárselo.Mi mejor amigo siempre ha estado enamorada de mí, incluso, me lo ha dicho en reiteradas ocasiones pero yo no lo veo a él para tener una relación amorosa; solo de amistad. Él fue el que escuchó todas mis historias de corazón roto, se caló mis lágrimas, mi ansiedad debido a la inseguridad que sentía al no tener nada oficial con el chico con el que estaba saliendo, y cosas por el estilo. Contarle todas estas cosas a diario hicieron que él desarrollara un odio gigante por él; los celos se volvieron tóxicos y cada aspecto de la vida de mi ex era razón que mi mejor amigo tenía para odiarlo: el coche que manejaba, la casa donde vive, la música que escuchaba, las chicas con las que había salido, su trabajo etcétera. Un día él me preguntó si pensaba que mi ex merecía un castigo, a lo cual yo respondí que sí pensando que él no hablaba tan enserio.Mi ex trabajaba como encargado de una farmacia, la cual queda ubicada en una zona céntrica y es muy visitada. Mi mejor amigo, cansado de verme llorar y oír las historias que le contaba, fue hasta la farmacia y esperó hasta que mi ex estuviese despistado, compró un chocolate y le colocó su teléfono dentro de la mochila donde llevaba el almuerzo.
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Va a su casa, y denuncia el ´´robo´´ a la policía, luego de esto él llama a un oficial amigo de su familia, para contarle el plan, a lo cual el oficial accedió por algo de dinero.Luego de pagarle, llegó el oficial a la farmacia con mi amigo, diciendo que habían reportado su teléfono como robado y que la última vez que recordaba tenerlo había sido en la farmacia, y mostró la factura de la compra que había hecho —el chocolate—. Sale el dueño de la farmacia, y lo primero que hacen es revisar a todos los empleados —entre ellos mi ex— y, a lo que revisan su mochila, encuentran el teléfono. Mi mejor amigo me contó que la cara de asombro de mi ex valía la pena, que no entendía absolutamente nada de lo que estaba pasando y, para conveniencia de todos, las cámaras de la farmacia no servían.Cuando lo llevaron a la comisaría, ya el policía había arreglado todo para que saliera al otro día. El trato era asustarlo y que pasara la noche ahí. Al final nunca se enteró, y hasta el día de hoy no sabe cómo ese teléfono terminó en su mochila. —Laura, 21 años.
El despecho alimenta más que el Corn Flakes
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Me caí de la cama y me rompí la nariz, algo bastante doloroso. Lo curioso es que mi cama, es un colchón en el piso. Recuerdo que estaba muy borracho. Pienso que la nariz es medio escandalosa, apenas te das un golpe ahí, ella sangra y sangra sin parar… parecida al corazón pienso.Hoy por cierto la vi, ¡Qué locas son las coincidencias nos tiene el universo! Somos amiguitos, es rarísimo, la primera de alguna de mis ex parejas que termina siendo mi amiga. Yo la quiero. Por un momento sentí que volveríamos a caer en el mismo ciclo; al final siempre queremos volver a vernos, pero siento que ya es muy tarde para eso.Mi segundo mayor despecho lo tuve en Cuba, pasé tres meses llorando por toda La Habana, demasiadas lágrimas para mi gusto. Pero… las lágrimas no eran por ella, eran por el pellejo que estaba mudando, y ¡Olé!El rechazo duele. El rechazo es triste. Pero podemos seguir volando, no debemos quedarnos a alimentar las heridas sino, no podremos volar más. Si regresan tus alas, puedes volar. —"El pis", 63 años.