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Cultură

Estos son los ateos que sacaron al padre Chucho de un parque

No son ninguna 'Secta de Goku', pero eso no significa que estén del todo cuerdos.
Fotos por el autor.

La semana pasada, el 18 de octubre, un grupo de personas, identificado por la prensa como "la secta de Gokú", fue señalado de sabotear la Eucaristía de la Parroquia de Jesús Amor Misericordioso, ofendiendo en voz alta al Papa Francisco, golpeando a varios fieles e hiriendo a un par de ellos. Su líder, un tipo vestido de negro y descrito posteriormente como un hombre con "una mirada llena de odio" fue acusado de cargar contra los asistentes, entre ellos varios niños y niñas, quienes lograron detenerlo en lo que describieron como un intento desesperado por matar a Jesús Hernán Orjuela, mejor conocido por la gente como el Padre Chucho, un sacerdote y ex celebridad de televisión que en el pasado ha sido objeto de grupos de Facebook como "Vaca para matar al Padre Chucho".

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El jueves de la semana pasada, este supuesto asesino en potencia me recibió en su oficina, ubicada en un conjunto residencial que hay en el barrio La Castellana, del norte de Bogotá. Me esperaba en la portería un tipo de un 1.65 de estatura, hombros caídos, pancita y manos pequeñas, que se presentó como Jorge González, del movimiento Bogotá Atea. Mientras caminábamos hacia su edificio le pregunté a qué se dedicaba. "Yo tengo una empresa desarrolladora de software", me contestó. Luego agregó, entre risas, que se dedica "a eso y a sacarle la piedra a los creyentes".

Atravesamos la puerta de un apartamento cualquiera del cuarto piso y me encontré con 8 pantallas de computador ocupando la sala comedor que había diseñada para una familia con hija, hijo y perrito. Frente a los computadores se ubicaban cuatro tipos sentados sobre poltronas, que dudaron mucho antes de girar sus sillas para saludarme. "Esta es mi empresa", me dijo Jorge extendiendo uno de sus brazos, "y este es un periodista de VICE que vino para entrevistarme", le dijo a sus colegas. Luego me invitó a pasar a la que algún día fue la habitación de un hermano menor, donde nos sentamos para que me contara su versión de la historia. Emocionado, Jorge se lanzó a contar los hechos atropelladamente.

—Espéreme un minuto, Jorge- le dije mientras buscaba un esfero y una libreta entre las cosas de mi maleta.

—Perfectirijillo- me respondió, mientras se recostaba en su sillón y tomaba aire para contar su versión de la historia.

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Esta es.

A las 10 de la mañana del domingo 18 de octubre, Jorge, su novia, el hijo de él y otros 9 miembros de la Corporación Bogotá Atea, una organización dedicada a promover la separación entre Estado e iglesia, que en el pasado ha organizado plantones en contra de festivales musicales como Bogotá Gospel, y en la actualidad adelanta una campaña llamada Parques para jugar, no para rezar, llegaron al Parque Castilla, ubicado en la calle 8 con carrera 78, en el barrio que lleva el mismo nombre, para protestar por lo que ellos consideran "una explotación ilegal del espacio público" en cabeza del Padre Chucho, quien allí organiza la eucaristía del domingo hace varios meses. Una vez reunido el grupo, Jorge se dirigió a la carpa de la Defensa Civil que estaba dispuesta en el lugar para mostrarles un documento de la Secretaría de Gobierno de Bogotá que afirma que el padre no tiene los permisos necesarios para realizar dicho evento ahí. Sandra Escudero, la funcionaria que lo atendió, le explicó que la iglesia tiene un plan de manejo de evacuación para el evento y que el show iba a continuar.

En vista de la respuesta de la funcionaria, Jorge y sus compañeros de Bogotá Atea desplegaron en el parque tres pancartas (una de ellas mostraba a un sacerdote cagando sobre la constitución) y un pendón que decía: 'Ninguna iglesia por encima de la ley'.

"A mí me encanta contar cuando tengo pruebas", me decía Jorge mientras se frotaba las manos y me invitaba a pasar a la sala para ver los videos de lo que sucedió después.

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El video muestra a los manifestantes sosteniendo sus pancartas y el pendón mientras el Padre Chucho oficiaba la misa. A su lado están varias personas que visten chalecos rojos y alquilan sillas a mil pesos para ver la Eucaristía. Pasa un poco más de un minuto antes de que se acerquen los primeros fieles para increpar a Jorge y los demás. "Nosotros estábamos preparados para que eso sucediera, algo así había pasado cuando hicimos el plantón en Gospel al Parque y todos vinieron a cantar: '¡que salte Satanás!', me decía Jorge, quien me explicó frente a su computador lo que yo ya sabía gracias a los memes…

Lo que sabía: que grupos de activistas ateos como este han ido brotando en distintas partes del mundo, organizándose por Facebook en torno a la vida y obra de Richard Dawkins, un biólogo evolutivo británico cuya principal obra, El espejismo de dios, ha vendido dos millones de copias solo en inglés y es recordada por la frase "cuando una persona sufre de una alucinación se le llama locura. Cuando muchas personas sufren de una alucinación se le llama religión". Dawkins tiene un doctorado en Oxford y, de hecho, acuñó el concepto 'meme'. Pero su ateísmo militante y confrontacional le ha ganado las críticas de la comunidad científica, entre las que se cuenta la de Peter Higgs (así como en el bosón de Higgs), quien lo tilda de ser tan fundamentalista como los fundamentalistas a los que crítica.

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Otros 20 segundos pasan en el video que me muestra antes de que los fieles, en su mayoría hombres y mujeres de más de 40 años, intenten raparle a uno de los manifestantes su pancarta. Luego otro de los asistentes a la misa hace un intento kamikaze por atravesar el pendón con la cabeza como si fuera la línea de meta de una maratón. Según Jorge, es solo hasta este momento que ellos deciden hacer sonar las trompetas plásticas que llevaron a la protesta como respuesta a las agresiones físicas de los seguidores de Chucho. Luego bonche, trifulca, pelotera. Son los funcionarios de la Defensa Civil, entre ellos Sandra (la que dijo lo del plan de manejo de evacuación), quienes intervienen formando una cadena humana para proteger a los manifestantes.

Jorge afirma que fue uno de los fieles quien lo invitó a romper el círculo para ir a dialogar con el Padre Chucho. Según su versión, el seguidor del padre le dijo que el cura lo recibiría detrás de la tarima para conversar. Pero Jorge desconfió de la invitación y decidió acercarse directamente para hablar con el padre, hecho que fue interpretado por los asistentes como una embestida asesina. Ahí se vino el segundo tropel.

Dice Jorge que fue alzado entre varios de los asistentes y obligado a aferrarse a un palo, donde forcejeó hasta caer al suelo con todo y los parroquianos que le regaban agua en la cabeza. "De pronto fue en esa caída que alguien resultó herido, pero las agresiones siempre vinieron de parte de ellos", me contaba Jorge mientras me mostraba varios rasguños que tenía en su antebrazo derecho y que según él fueron causados por los seguidores del Padre Chucho en su esfuerzo por raparle el celular.

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Aparte de Jorge, según el reporte de Medicina Legal, resultaron heridos, en medio de la trifulca, otras tres personas: un manifestante, quien recibió varios golpes y aruñones; una mujer que asisitía a la misa y se golpeó la columna al caer al suelo; y otro de los fieles, que se cortó la cabeza al recibir un palazo de un remitente desconocido.

Luego llegó la Policía y capturó a ocho de los miembros de Bogotá Atea. Cuatro de ellos se fueron a la UPJ. Los otros cuatro fueron a parar a la URI, donde estuvieron retenidos hasta las 2 p.m. del día siguiente. El fiscal le informó a Jorge que tenía encima un proceso por lesiones personales y que lo más conveniente era conciliar. Jorge piensa distinto: que él es inocente, que quiere contrademandar si lo declaran culpable.

A la mañana siguiente, el lunes, la emisora Blu Radio entrevistó al Padre Chucho, quien fue presentado por parte de Nestor Morales como "mi sacerdote favorito". Fue entonces cuando Jorge se enteró de que él era el líder de una vaina a la que los periodistas y el sacerdote se refirieron en un primer momento como "La secta de Cocú", pero luego precisarían que el nombre correcto era Gokú, como el protagonista de la serie Dragon Ball.

¿Y por qué? Porque un hombre de la protesta llegó "disfrazado" de Gokú. ¿Y por qué? "La idea era mostrarles que Gokú tiene tanta legitimidad y tanto derecho a ocupar el parque como Jesús. A la larga, él no resucito una sino 4 veces (…) es un sarcasmo que ellos no lograron entender, además le robaron a Nestor, el compañero que usó el disfraz, las esferas del dragón". Con el término "las esferas del dragón", se refería a unas bolas anaranjadas que le colgaban del cuello.

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Goku en plena protesta.

Tras salir de la oficina de Jorge crucé media ciudad para llegar al parque en el que sucedieron los hechos. Eran las 3:30 p.m. de un jueves y seis personas esperaban en la puerta de la Parroquia, cancelando en efectivo misas para el alma de sus familiares fallecidos. La señora cuarentona que estaba delante mío en la fila pidió una misa para el domingo y le preguntó lo siguiente a la mujer cincuentona que le recibió los veinte mil pesos:

— Y esa misa la van a hacer afuera…

— La del domingo, sí.

— Ay, es que después de lo del domingo…

— No se preocupe, eso son puras mentiras lo que han mostrado. Vienen a entrevistar al padre y luego lo editan para que diga lo que les da la gana.

Luego pasé al frente y me presenté como periodista. La señora que recibía el dinero de las misas me dijo que el padre Chucho no estaba y no había forma de saber cuándo regresaría. Mientras esperaba hasta las 6:30 p.m. para asistir a la misa de la parroquia con la esperanza de encontrar al padre tuve la oportunidad recorrer Castilla, un barrio residencial compuesto por una sucesión casi infinita de bloques residenciales de 4 pisos en el que abundan las cafeterías, los parques y las mujeres mayores que miran hacia la calle desde sus ventanas con desconfianza.

"Tú no sabes todo lo que el padre Chucho ha hecho por este barrio", me decía Sandra Escudero, la funcionaria de la Defensa Civil que estaba encargada del evento del domingo. "Este parque antes estaba lleno de grafitis y aquí se la pasaban un montón de marihuaneros y expendedores de droga. Con decirte que hace unos años yo no estaría por aquí a esta hora". Me encontré con ella a la salida de la misa de 6:30, que ese día fue oficiada por el reemplazo del padre Chucho. Al igual que la mayoría de los asistentes a la ceremonia, Sandra es una mujer de unos cuarenta años, pelo recogido y expresión severa. Nos sentamos en una cafetería cercana a la iglesia y me contó su versión de los hechos.

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Esta es.

La versión de Sandra es parecida a la de Jorge, pero difiere en un par de hechos e interpretaciones. Según me contó, los manifestantes ingresaron al parque haciendo sonar sus trompetas e interrumpiendo la misa. Además, ella niega que alguno de los parroquianos haya invitado a Jorge a acercarse al altar para dialogar con el padre. Según Sandra, Jorge rompió la cadena humana por su propia voluntad y afirma que una de las personas presentes en la misa de ese día le dijo a ella que oyó a Jorge decir las palabras "vamos a bajarnos a ese man" en su camino al altar.

En vista de que la cosa estaba tomando visos de pelea de recreo, pregunté quién pegó primero y Sandra, quien afirma no haber visto ninguno de los videos del incidente, me dijo que es imposible saber qué bando lanzó la primera piedra. Afirma, sin embargo, con toda la seguridad del caso, que las hostilidades empezaron por el lado de los manifestantes: "Cuando tú interrumpes una misa, y entras mostrando un cartel de un sacerdote cagando, estás provocando y te atienes a las consecuencias". Parece que, para los creyentes católicos, eso de poner la otra mejilla es muy de hace 200 décadas.

Finalmente, le pregunté le pregunté a Sandra, quien también es la encargada de la logística en los eventos de la parroquia, si el padre había tramitado ante el IDRD los permisos necesarios para utilizar el parque. "Claro que sí", me contestó, "deben estar por ahí y con mucho gusto te los puedo hacer llegar". Hasta ahora no he recibido ningún documento.

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En vista de que el hombre y la mujer que resultaron heridos en medio del altercado levantaron cargos por lesiones personales contra Jorge y los demás, la justicia será la encargada de decidir quién tiró la primera piedra.

A la mañana siguiente volví a la parroquia y de nuevo fracasé en mi misión de encontrar al padre Chucho, pero al menos pude ver su BMW. Volví a llamar al número de celular que me había dado mi editor y que, según una fuente confiable que él tiene, era el del padre Chucho. Nada. Sin más que hacer me senté a almorzar en el parque de la discordia. Un minuto después, y mientras masticaba un pedazo grande de atún, entró a mi celular la llamada que toda ama de casa sueña recibir: el padre Chucho. Y me dio su versión.

Esta es.

Luego de disculparse por no haber contestado antes, el padre me contó que se encontraba en Istmina, Chocó, visitando una obra social. Lentamente mi conversación con el padre se convirtió en un sermón personalizado de 46 minutos con 30 segundos en el que compartió conmigo su visión acerca de los medios de comunicación, el proceso de paz, su obra social que va desde Chocó a Castilla en un par de palabras, e incluso envió un mensaje confuso a la comunidad LGBTI al decir que si dos mujeres se aman Cristo ve con buenos ojos que convivan "en una relación de amistad". En algunos momentos el padre Chucho también se refirió a lo sucedido el domingo pasado…

La versión del padre coincide casi exactamente con la que contó Sandra Escudero. Sin embargo, corroboró que el sí invitó a uno de los manifestantes a dialogar con él, pero después de la eucaristía y en la casa cural, no durante la misa y en plena tarima. El padre también fue mucho más cuidadoso que Sandra a la hora de referirse a las intenciones de Jorge, afirmando que no tenía ninguna razón para pensar que se trataba de un atentado en su contra. Lo cual difiere mucho de sus declaraciones en radio del martes 21 de octubre, cuando dejó bien abierta la posibilidad de que se tratara de un atentado en su contra. Luego me informó que, en vista de lo sucedido, no volvería a oficiar la misa en el parque: "es una lastima porque se van a quedar por fuera muchas personas", me decía el padre respecto a su decisión, "sobre todo los niños y las niñas que llegaban acá después de la ciclovía para asistir a la misa con sus mascotas".

La última vez que vi a Jorge estaba repitiendo una y otra vez los fotogramas que prueban que las agresiones (incluido el palo que descalabró a uno de los demandantes) vinieron de parte de los parroquianos. Afirma tener 5 gigas de evidencia que prueban su inocencia. Está preparando una lista de exigencias para llegar a una conciliación en la que aspira a que los parroquianos le entreguen copias idénticas de las pancartas que les rompieron ese día y afirma que está listo para contrademandar si no acceden a sus exigencias. "Son unos fanáticos", me dice mientras adelantaba y retrocedía el video de forma frenética.