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Los demonios del deporte

Más pan y menos circo, el futbol ya no es suficiente

Patadas por la justicia social.

Esa era la frase que se leía en un grafiti a las orillas del periférico rumbo al Estadio Azteca durante el mundial de futbol de 1986 en México. Un mundial heredado de Colombia que tres años antes había anunciado no poder hacerlo y fue México el primero en ofrecerse a organizarlo. Según Miguel Alemán Velasco en su libro Si el águila hablara (Diana, 1996), Miguel de la Madrid, en aquel entonces presidente de México, no tenía ni la más mínima idea de lo que era un mundial de futbol, pero sus asesores le recomendaron que asumir la responsabilidad de la organización sería perfecto para distraer a la gente de los verdaderos problemas sociales, ecónomicos y políticos que México estaba enfrentando. Así fue cuando un 31 de mayo de 1986 ante cien mil aficionados, el presidente De la Madrid inauguraba el mundial, con fuertes abucheos pero el circo había prevalecido.

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Para cuando leas esta columna la selección mexicana seguro ya está más que eliminada de la Copa Confederaciones de Brasil, y al mismo tiempo la selección mexicana está jugando la Copa Mundial sub-20 en Turquía. ¿Es mucha coincidencia que estos dos grandes eventos de FIFA estén siendo organizados en países con profundos problemas sociales? No han parado las noticias en ambos países a “dos bandas”, por un lado la parte futbolera y por otro las multitudinarias protestas. VICE nos ha traído reportajes de cómo se están viviendo las protestas “a nivel de cancha” tanto en Brasil como en Turquía.

Haciendo búsquedas por internet sobre el descontento social y su relación con el deporte en ambos países ha sido difícil, sobre todo por la gran cantidad de información que hay regada por la red. Aunque yo no estoy aquí para dar un veredicto sobre la validez de las razones por las protestas, sí les quiero mostrar qué se está diciendo, y el rechazo que la gente tiene sobre el Mundial de Brasil y las Olimpiadas.

Creo que el “se los dije” ya es apropiado. No es porque sea pesimista (lo constatan todas mi columnas anteriores), pero desde que se decidió hacer el Mundial y las Olimpiadas en Brasil siempre comenté que sería un gran error. Un país que se jacta de ser la gran potencia del sur, pero cuando hablas con la gente de a pie no hay más que quejas de la inflación, lo caro que son las cosas, la gran diferencia social que existe en el país. Un país sumamente grande, con 12 sedes donde sólo existe la posibilidad de traslado en vía aérea. Ya quiero ver a los ingleses o los suizos llegar por hordas a Manaos, si no es que antes se los comen los caníbales amazónicos o son asaltados en las calles traseras de Río de Janeiro.

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El descontento social en el mundo está sobrepasando el interés deportivo de la gente. Como ya lo había hablado en mi columna de las Olimpiadas del Fin del Mundo, ya cada evento deportivo global es un canal mediático que la gente usa para comunicar sus descontentos, pero lo que está pasando en Brasil y en Turquía parece ser más profundo que todos los ejemplos anteriores de “pan y circo” que se te puedan ocurrir.

Ya lo dice Noam Chomsky, el deporte es una manera de distraer a la gente de los verdaderos problemas, de adoctrinación capitalista, de crear separación de tribus entre las personas, de inculcar esta idea abstracta de nación en las personas bajo la idea “pacífica” del deporte, cuando en realidad es una rivalidad.

Me gustaría que el futbol hoy por hoy sea más una herramienta para poder hacer estos cambios sociales tan necesarios, que ojalá algún jugador de futbol tenga los huevos de rendirse verdaderamente a la gente y unirse al voz de protestas de la gente. Pero al igual que el deporte mundial, corporativista, todos son ya unos vendidos a sus vidas de élite, noches de parranda con putas (algo que ya había hablado aquí), totalmente desconectados de la realidad que los rodea.

La Copa Confederaciones es la prueba para el país organizador del mundial para prepararse correctamente para el Mundial, y de paso las Olimpiadas en el caso de Brasil. Los que se tienen que ir preparando son las personas en cómo se va a afrontar el mundial, tanto las protestas, y los boicots necesarios para el mundial y las olimpiadas y demandar del gobierno lo que le toca a la gente. Por el lado de Turquía es igual, este mundial sub20 es un examen para su candidatura a las olimpiadas del 2020, compitiendo contra Madrid y Tokio. Mi pronósitico, el mismo de siempre: el capitalismo salvaje corporativista prevalecerá sobre el pueblo y peor aún bajo el nombre de la buena voluntad del deporte, uno concepto que más hipocratizados de nuestra era.

Anteriormente:

El futbol: la nueva esclavitud

Ve más en nuestra columna Los demonios deporte.