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Cultură

Gracias a la nieta de Franco, Malasaña vuelve a molar

Carmen Martínez-Bordiú visita el barrio alternativo madrileño y lo cuenta en su blog de la revista HOLA. Por fin un soplo de aire fresco compensa la agonía de la comunidad hipster.
Todas las fotos vía Hola

"¿Qué hago allí? Pues si la Reina Letizia va, ¿por qué yo no?". Así de pizpireta comienza Carmen Martínez-Bordiú el último post publicado en su blog de la revista HOLA, contando su primera excursión al barrio madrileño de Malasaña para conocer de cerca "ese fenómeno urbano cultural del movimiento hipster". En efecto, estamos hablando de una mujer de 64 años. Estamos hablando de un personaje habitual de la prensa del corazón. Estamos hablando, señoras y señores, de UNA DE LAS NIETAS DEL GENERAL FRANCO.

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Es una suerte que la 'nietísima', como se conoce popularmente a esta descendiente del dictador español, haya decidido adentrarse en el hábitat natural de los jóvenes modernos y creativos, avanzados a su tiempo y las tendencias. Estamos de enhorabuena, porque su visita se produce justo cuando esos abanderados de lo alternativo lloriquean ante lo que según ellos es el fin de la zona que antes molaba, el ocaso del gueto underground, la muerte en vida del pitillo y el gafabarba. Si de verdad es cierto que lo que un día fue un paraíso transgresor ahora no es más que un parque de atracciones cool sin alma, no se me ocurre mejor noticia que este inesperado paseo de la ex-mujer de Alfonso de Borbón (y de José Campos, por supuesto).

"Aparecer subida en un skateboard ya no era de mi edad, y tampoco llegué en bicicleta como fue mi primera intención."

"Lo que me gustó fue que supe lo que era ese fenómeno urbano cultural del movimiento hipster y me senté en otro sitio para ver cómo se viste esta gente. Lo he pasado bárbaro."

(Carmen Martínez-Bordiú)

Al estilo del Tío Matt de la serie de marionetas Fraggle Rock, que recorría el mundo fascinado por objetos cotidianos que para él eran exóticos (en ocasiones los confundía con seres vivos), Carmen Martínez-Bordiú se infiltra sin miedo en lo que para ella es suelo marciano. Y, además, lo hace acompañada: "He querido ir adecuadamente y con una amiga, que es la que me hace las fotos. Es la primera vez que cojo este tipo de coche que os enseño en las fotos para moverme por Madrid [un Smart eléctrico de alquiler]. Aparecer subida en un skateboard ya no era de mi edad, y tampoco llegué en bicicleta como fue mi primera intención". Se confirma que Carmen viene a reinventar los códigos estéticos de Malasaña: el skate y la bici ya son DON'T, el vehículo ecológico es un DO.

El discurso de los modernos de pueblo está agotadísimo y ya no da ni para chiste de bar, pero en cambio estos nuevos pijos y/o aristócratas aventureros son todavía un filón por explorar. Son el soplo de aire fresco que necesita el barrio y un nicho de negocio que goza encima de un target con alto poder adquisitivo (el más alto del país, de hecho). La franja de edad se abre hasta alcanzar a los septuagenarios y las posibilidades empresariales, antes encorsetadas en el dichoso cupcake, son infinitas. Los hipsters, que apenas siguen vivos como arquetipo agonizante en los anuncios de la tele, no necesitarán emigrar. Pueden y deben quedarse como parte del decorado para amenizar a los nuevos vecinos de Barbour y Belstaff. Mirad si no cómo lo disfruta la amiga de Bertín Osborne: "Me senté en otro sitio para ver cómo se viste esta gente. Lo he pasado bárbaro. Os lo recomiendo".