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¿Qué están haciendo los franceses realmente en Mali?

Quizá el interés sobre los recursos como uranio, hierro y algodón de la región ejerza efectos expansionistas en el gobierno de François Hollande.

Cuando se trata de ir a la guerra, rara vez vemos que sean los franceses, y no los estadunidenses, quienes tomen el primer paso. Pero en el caos de Mali, ese país africano con serios problemas yihadistas, los franceses están jugando el clásico papel norteamericano de cazaterroristas globales, con una serie de ataques aéreos y 2,500 tropas en su antigua colonia, lo que podría convertirse en una guerra larga y sucia, à la Afganistán. Desde su negativa a apoyar la guerra en Irak en 2003 (lo que desató un patriotismo sin sentido en Estados Unidos), los franceses tienen un récord de intervencionismo mucho más beligerante de los que los estadunidenses creen.

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Además de liderar a las fuerzas de la OTAN contra Gadafi en Libia en 2011, y antes del comienzo de la campaña en Mali, Francia envió tropas a dos países en el transcurso de un mes. En diciembre, las fuerzas francesas se desplegaron en la República Centroafricana y después, en enero, una misión comando con helicópteros en Somalia fracasó en su intento por liberar a un rehén francés. También cuentan con la más grande presencia militar de Occidente en el continente, con tropas instaladas de forma permanente en países como Chad y Gabón. Por no mencionar la rica historia de dictadores africanos corruptos respaldados por líderes políticos franceses a cambio de sus recursos naturales.

Cuando se trata de África, desde la ola de movimientos de independencia tras la Segunda Guerra Mundial, los franceses consideran, en secreto, que el continente es su patio trasero colonial, incluso sin el título de cacique imperial. De hecho, existe evidencia de todo tipo de actos siniestros, como supuestas conexiones entre la milicia hutu en Ruanda y los oficiales del ejército francés antes del genocidio de 1994.

En “Françafrique”, las influencias coloniales se han traducido en una gran explotación que la economía francesa necesita urgentemente en estos momentos. Aunque la intervención actual en Mali podría fácilmente ser justificada con bases humanitarias, o (si no queremos ponernos muy Guerra contra el Terrorismo) evitar que Al Qaeda encuentre un nuevo hogar, si Irak nos enseñó algo, es que las guerras rara vez ocurren sin intereses económicos de por medio. Y con la creciente invasión fiscal de las entidades chinas que amenazan el círculo de influencia tan predominantemente francés en África, la guerra en Mali sirve para reinventar la presencia y el poderío francés en la región.

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Sólo piensa que la compañía estatal francesa de ingeniería nuclear, Areva, tiene un fuerte interés en la vecina Níger (el cuarto productor de uranio a nivel global) y la cerca República Centroafricana. Si a esto agregamos los depósitos de hierro de Guinea y Mauritania, y el algodón de Burkina Faso y Chad, entonces todo queda más claro. Si la presencia de milicias islamistas en Mali se extiende más allá de sus frontera, eso pondría en peligro estos vitales intereses.

Incluso si la intervención francesa está basada en dinero (o en defender su posición geopolítica, según como lo veas), no podemos negar que los rebeldes fácilmente habrían quitado Bamako al ejército de Mali e instaurado un estado sharia basado en principios medievales, como apedrear a la gente, si los franceses no hubieran intervenido. Pero la pregunta es si en las próximas semanas otros países occidentales se unirán a los franceses y extenderán su apoyo más allá de cosas insignificantes como un avión de transporte (como en el caso de Canadá).

Sin embargo, la intervención en Libia resultó en la proliferación del arsenal de Gadafi en el mercado negro, lo cual sirvió para armar a muchos de los rebeldes y yihadistas en el norte que ahora asedian a Mali. Muchos países occidentales todavía no se recuperan de esa cagada, y la fatiga de las últimas dos guerras en Irak y Afganistán hacen que sea difícil contemplar la idea de más intervenciones, en particular cuando las crisis en Siria continúa empeorando.

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“Desde mi punto de vista, el público no tiene interés en otro largo enfrentamiento como en Afganistán”, dijo un ex suboficial de un país de la OTAN que pidió no ser identificado. “Sin embargo, los soldados siempre querrán ir a cualquier guerra u operación. De hecho, si en efecto vamos a Mali, los primeros en enlistarse serán aquellos que sirvieron en Afganistán.”

Es evidente que existe una fatiga en Occidente, pero el clima fiscal de los últimos cinco años ha eliminado el deseo de involucrarse en una intervención extranjera a nivel político. Esto ha hecho que se reduzcan los compromisos financieros que un ejército puede hacer con sus operaciones, debido a las típicas reducciones del déficit tras una recesión. “Nunca se ha discutido la idea de detener las operaciones porque Afganistán está llegando a su fin. Nos desplegamos cuando el gobierno necesita que lo hagamos. El mensaje es que tendremos que hacer las mismas operaciones con menos recursos”.

La primera vez que llegaron a principios de enero, Francia desplegó tropas y aviones de combate que aniquilaron a los objetivos rebeldes en todo el norte. Aun así, los islamistas lograron tomar el pueblo de Diabaly (que acaba de ser recuperado la semana pasada), derribar un helicóptero y mantener el control terrestre. Su principal temor es que los guerreros más osados sean vencidos en las grandes batallas, se pierdan entre las poblaciones de civiles (como hiciera el talibán) y continúen con una insurgencia prolongada. Por no mencionar que el enorme desierto en el norte es imposible de vigilar y de un lugar para que grupos como el Al Qaeda del Magreb Islámico (ALQMI) se reagrupen. Es por eso que las fuerzas lideradas por los franceses necesitan más ataques terrestres para asegurar la región, todo en medio de crecientes tensiones étnicas: las fuerzas de Mali al parece ya tomaron represalias contra los militantes.

Si esto es cierto, entonces es muy probable que los franceses tengan que prolongar su presenciar militar en la zona (junto con los soldados de ECOWAS [Comunidad Económica de los Estados Africanos del Oeste], quienes no tienen la capacidad para librar una guerra en el desierto), y veremos a los países de la OTAN enviar a sus fuerzas especiales para entrenar a las tropas en países cercanos como Níger, o continuar dando apoyo de vigilancia. Una intervención militar de gran escala como ocurrió en Irak es poco probable. Como sea, parece que estamos entrando en una etapa de expansionismo militar francés, lo que hace un par de años parecía tan probable como la caída de Gadafi.

Sigue a Ben en Twitter: @BMakuch

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