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Cultură

Advertencia: este vídeo de Zaragoza puede herir gravemente tu sensibilidad

El clip promocional de la capital aragonesa es el último eslabón de una cadena de genocidios audiovisuales que buscan rascar turistas. Es tan malo que es bueno.

"A quien se le ha ocurrido gastar recursos en esta MIERDA? Como fenómeno viral no tendrá fin. Vaya mamarrachada! Me da vergüenza que a los informadores se les coloque como Pocoyos de segunda B ". Este es solo uno de los miles de comentarios incendiarios que está dejando la gente bajo el vídeo Ven, ven a Zaragoza, compartido por la web RedAragon en sus redes sociales. El clip, protagonizado por estudiantes que realizan prácticas en la Oficina de Turismo de la ciudad, es una sucesión de bailes y cucamonas sonrojantes al más puro estilo Compra en Sabadell. Uno de esos vídeos que deseas que se autodestruya antes de que nadie más lo vea para fingir que nunca existió. Un festival de vergüenza ajena que parece hecho a propósito para que nos mofemos de sus protagonistas y corra como la pólvora en Internet.

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El texto de introducción con el que se presenta en Facebook lo anuncia incluso antes de su éxito como "el vídeo que está arrasando en las redes (y un emoji de me siento ojiplático)" y -suponemos que para amortiguar las críticas- se explica que es un trabajo amateur de fin de curso que no pretende en ningún caso funcionar como anuncio de promoción municipal. La pieza ya va a por el medio millón de reproducciones y ha sido realizada por la productora Tiramisú para el ayuntamiento maño, adaptando la canción de un vídeo islandés (con percusión muy Desire de U2), pero desafinando y con una letra en castellano que mejora notablemente la original: " Ven, a mi ciudad, descubre un mundo nuevo y sensaciones de verdad. Ven a conocer historias y leyendas que dan vida a este lugar. Ven a tapear, productos de la tierra has de probar".

España, año 2016, sigue habiendo personas a las que el palo selfie les sigue pareciendo algo muy "moderno"

El estribillo es incómodo pero pegadizo ("Estamos en la plaza del Pilaaaaaar") y el resto de versos enigmáticos y misteriosos: "Es realidad no es un sueño, no es un cuento es la verdad. Ven a disfrutar seguro que no lo vas a olvidar. Ey, esto es genial. Querrás quedarte en esta ciudad". Los muchachos y muchachas, con camisetas parecidas a la equipación del Sevilla, gritan "¡Ven, ven, a Zaragoza ven! " y se lanzan rodando como croquetas por el parque, danzando todo el rato, mientras raptan ancianos y cualquier incauto que encuentran en su camino para usarles de figurantes. En el mercado, navegando por el Ebro, haciéndose saludos gangsta, subidos en tirolinas, haciendo volteretas laterales, pintando en el museo… Cada rincón que nos enseñan es un lugar en el que perderse y sobre todo perderles a ellos de vista.

Fijaos en las dos cabezas que asoman detrás de la estatua de Augusto. ¿Perturbador verdad?

¿Acaso no hemos aprendido nada de toda esa morralla de spots virales con coreografías patéticas y cantos genocidas que, año tras año, nos fríen la bellota? ¿No han servido de nada el terror causado por Murcia tenemos el sol, los daños colaterales de Sevilla el calor de una sonrisa o el sinvivir de Nadie me quita mis vacaciones en Castellón? Porque, aunque imaginamos que esta chavalada ya no son menores y saben lo que hacen, también es cierto que tendrán familia y gente que les quiera. ¿Por qué humillarles a costa de todo? ¿No es un precio muy alto convertirles en hazmerreír local solo para captar turistas de Semana Santa? ¿Por qué hacerlo tan hortera y pocho? Cada nuevo visionado, cada compartido y cada mensajito de "tienes que ver esta basura" se están llevando un pedacito de la dignidad de estos voluntarios voluntariosos. Y eso no es bonito. Bonita es la Basílica del Pilar.