congelación de óvulos
Salud

El exclusivo y cuestionable mundo de la congelación de óvulos

Esta década ha habido un boom de congelación de óvulos que responde, supuestamente, a la necesidad de ofrecer a las mujeres con ambiciones profesionales una póliza de seguro empoderadora.

Preservación de la fertilidad: una esperanza de futuro

Esas ocho palabras parecen salir de la gran pantalla frente a nosotros. A mi alrededor, unas 30 personas sentadas en lujosas butacas de cuero picotean sándwiches de una bandeja. Son las 18:30 de un miércoles y nos hallamos en la “sala de proyección” de una de las clínicas de fertilidad más reputadas de California, el Southern California Reproductive Center, ubicado en la sexta planta de un edificio a las afueras de Rodeo Drive, en Beverly Hills. Las instalaciones son muy sofisticadas, de esas decoradas con cortinas doradas y una llamativa pintura del sol en el techo.

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Al igual que yo, la mayoría de las asistentes a esta sesión informativa gratuita sobre los fundamentos de la fertilidad parecen ser mujeres en la treintena, y todas estamos allí para saber una cosa: si en ese lugar pueden salvar nuestra fertilidad, en rápida e inevitable caída.

En la pantalla, una sucesión de diapositivas de Powerpoint con “datos reales” dirigidas a convencernos de que todo irá bien. Se nos ofrece información de los médicos a los que conoceremos esta tarde (al doctor Chang le encanta el karaoke) y nos enseñan fotos de niños nacidos mediante fecundación in vitro, a los que aquí llaman #Hopenators.



Nos aseguran que nuestro problema es normal —una de cada seis parejas tiene problemas de fertilidad— y complementan su mensaje con citas inspiradoras. Nunca dejes de luchar por lo que quieres de verdad, nos dicen. Es duro esperar, pero más duro es arrepentirse; lo que no pueda ser hoy, tal vez pueda ser mañana. También nos piden que dejemos una reseña en Yelp.

Aprendemos, también, que “preservación de la fertilidad” puede significar muchas cosas. El término alude a la congelación de esperma o a la fecundación in vitro, pero también hace referencia, como es el caso en este centro, a la criopreservación de óvulos, el proceso mediante el cual se inyectan hormonas para estimular la ovulación y luego se extraen los óvulos para congelarlos y fecundarlos posteriormente.

En Estados Unidos, son cada vez más comunes las “sesiones informativas” gratuitas como esta en clínicas de fertilidad, principalmente gracias a dos avances logrados en el campo de la criopreservación de óvulos, según Rene Almeling, profesora de Sociología en la Universidad de Yale y autora de Sex Cells: The Medical Market for Eggs and Sperm.

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"En Estados Unidos se han duplicado los tratamientos de congelación de óvulos, pasando de 5000 en 2013 a casi 11 000 en 2017"

El primero de ellos se produjo en 2012, cuando la Sociedad Estadounidense de Medicina Reproductiva dejó de considerar la congelación de óvulos como una práctica “experimental”. Esto permitió a las clínicas de fertilidad comercializar el procedimiento de forma más generalizada y agresiva. Luego, en 2014, Facebook y Apple anunciaron a sus empleados que sus seguros médicos cubrirían los tratamientos de criopreservación para fines no médicos.

La cobertura mediática de estos nuevos beneficios de los empleados de los gigantes tecnológicos puso en conocimiento del público general y en el centro del debate el tratamiento de congelación de óvulos, al cual a menudo se hacía referencia como un método empoderador que permitía a la mujer centrarse en su carrera profesional sin renunciar a la posibilidad de concebir. En 2014, Bloomberg Businessweek publicó un artículo titulado “Freeze Your Eggs, Free Your Career” (Congela tus óvulos, libera tu carrera).

TIME publicó otro con el título “Compay-Paid Egg Freezing Will Be the Great Equalizer” (La congelación de óvulos financiada por la empresa: el gran nivelador). Hal Danzer, endocrinólogo reproductivo y uno de los fundadores del Southern California Reproductive Center (SCRC), me explicó que las mujeres que acuden a la clínica “están entusiasmadas de poder hacer esto por sus carreras”. Sin embargo, un estudio de 2018 reveló que la principal razón para congelar los óvulos es la falta de pareja estable.

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Sea cual sea el motivo, la criopreservación de óvulos se ha convertido en el servicio de conservación de la fertilidad que mayor crecimiento ha experimentado. Durante los últimos años, en Estados Unidos se han duplicado los tratamientos de congelación de óvulos, pasando de 5000 en 2013 a casi 11 000 en 2017. Los datos de 2018 todavía no están disponibles, pero la fundadora de la clínica de fertilidad neoyorquina Kindbody dijo en una entrevista para The New York Times que se esperaba que la cifra llegara a los 76 000. Danzer dijo que en su clínica se practicaban entre 20 y 30 ciclos anuales. Este año, prevé que el centro realice 300 tratamientos.

Con todo, tal vez las sesiones informativas como la que presencié, rebosantes de pretensión y de un optimismo que roza lo agresivo, se estén usando para enmascarar otras realidades científicas, más complejas, sobre la criopreservación de óvulos. Y es que eso que anuncian como una solución empoderadora para las mujeres que no quieren renunciar a su carrera profesional es, en realidad, un procedimiento complejo y costoso con resultados cuestionables y muchas incógnitas que provocan frustración en gran número de pacientes.

"Las sesiones informativas como la que presencié, rebosantes de pretensión y de un optimismo que roza lo agresivo"

Almeling, por ejemplo, encuentra especialmente indignante las tácticas de marketing que utilizan las clínicas.

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“Se trata de una tecnología relativamente reciente con un índice de éxito bastante bajo. Eso significa que la gente que trabaja en el sector es consciente de que no estamos hablando de ninguna póliza de seguro, pese a que se use ese lenguaje para vender el tratamiento”, dijo. Más que una póliza de seguro, añadió, la congelación de óvulos es como “un boleto de lotería muy caro”.

Aunque se vende como una opción inteligente para las mujeres que quieran retrasar su reloj biológico, en Estados Unidos el tratamiento sigue siendo un servicio de lujo limitado a unas pocas personas. Según el sitio web Fertility IQ, que ofrece información sobre tratamientos de fertilidad, de media, un ciclo de criporeservación, que incluye medicación, cuesta entre 15 000 y 20 000 dólares (13 500-18 000 euros).

Muchas veces es necesario más de un ciclo para obtener el número de óvulos deseado. Si después la paciente quiere recurrir a la fecundación in vitro, se aplica un coste adicional de 22 000 dólares. La inmensa mayoría de las personas que se someten al tratamiento deben pagarlo íntegramente de su bolsillo. En 2017, solo un 20 por ciento de las personas que recurrieron a este servicio tenían todos los gastos cubiertos por su aseguradora, según datos de Fertility IQ. El 17 por ciento tenía cobertura limitada y el 63 por ciento no tenía cobertura alguna.

Estos costes tan elevados hacen de las sesiones informativas un componente esencial del proceso. A nadie le gusta desembolsar 15 000 dólares a la ligera. Esto ha movido a las clínicas a crear toda una serie de nuevas formas de comercializar los servicios de fertilidad para hacer creer a las potenciales clientas que el tratamiento será sencillo y dará los resultados esperados. En la zona de la bahía de San Francisco, la endocrinóloga reproductiva Aimee Eyvazzadeh ha llegado al extremo de autodenominarse “Egg whisperer” (la Mujer que susurra a los óvulos).

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En su programa de YouTube, Eyvazzadeh suma hasta 92 000 visionados con vídeos en los que da consejos para tener la mejor experiencia de recuperación de óvulos o para que el índice de éxito del tratamiento de FIV sea del cien por cien. Asimismo, celebra webinarios bimensuales que ella llama “ fiestas de congelación de óvulos”, en las que posibles futuras clientas pueden formularle preguntas sobre “sus posibilidades”.

"Las clínicas han creado toda una serie de nuevas formas de comercializar los servicios de fertilidad para hacer creer a las potenciales clientas que el tratamiento será sencillo y dará los resultados esperados"

“Para las clínicas de fertilidad, es un negocio rentable”, señaló Almeling. “Hay clínicas que organizan eventos muy sofisticados y modernos, con cócteles y vales de descuento. Si se esfuerzan tanto en montar estos eventos es porque los tratamientos representan una enorme fuente de ingresos”.

Pero con frecuencia, estos centros restan importancia al coste de los tratamientos de fecundación en sus sesiones informativas. En la que yo participé, el tema del dinero prácticamente no se trató. La única vez que se mencionó de forma explícita fue al principio de la presentación, cuando un médico hizo alusión a las empresas tecnológicas que financian el tratamiento a sus empleados y los tipos de seguros que el centro acepta, y también señaló que la cobertura varía según la compañía de seguros.

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A las asistentes se les entregó unos vales con sesiones de consulta gratuitas y que contenían un enlace para descargar una “Guía de costes de criopreservación de óvulos” que tampoco resultaba muy informativa. En el apartado “¿Cuánto me costará congelar mis óvulos?”, se señala que el precio medio ronda los 10 000 dólares por ciclo”, pero que este “puede variar según la clínica”, y no especificaba si ese era el coste establecido por ese centro. Si bien indicaban que la medicación costaba entre 3000 y 5000 dólares, no se mencionaba el precio de la anestesia o el almacenamiento de los óvulos.

Cuando, más tarde, pregunté a Danzer directamente por los precios, me dijo que por lo general le dice a la gente que calcule 10 000 dólares por el procedimiento, sin contar dos cosas: la anestesia, cuyo precio es de entre 500 y 1000 dólares si no la cubre el seguro, y los gastos de almacenamiento, cuyo precio asegura Danzer que asciende a “unos cuantos cientos de dólares” por año que permanezcan los óvulos en la clínica.

“Las posibilidades de un embarazo satisfactorio tras la transferencia son, aproximadamente, de entre el 30 y el 60 por ciento, en función de la edad de la paciente en el momento de congelar del óvulo”

El dinero va destinado a financiar un procedimiento plagado de incógnitas médicas. Según Almeling, nadie en la industria farmacéutica ha llevado a cabo un estudio longitudinal sobre los efectos a largo plazo de los fármacos para la fertilidad. Lo que sé sabemos es que se trata de un procedimiento sin garantías. Un estudio de 2018 llevado a cabo por la Autoridad de Fertilización y Embriología Humana del Reino Unido reveló que el porcentaje de nacimientos a partir de óvulos congelados de paciente es solo del 18 por ciento por ciclo.

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En un estudio de 2015 al que se hacía referencia en un informe de la Sociedad Canadiense de Fertilidad y Andrología, se estimaba que, para las personas de 35 años o menos, el índice de éxito de los tratamientos se situaba entre el 15 y el 61 por ciento. Para las personas de más de 35 años, entre el 5 y el 30 por ciento. Desde Clínica Mayo lo resumen del siguiente modo: “Las posibilidades de un embarazo satisfactorio tras la transferencia son, aproximadamente, de entre el 30 y el 60 por ciento, en función de la edad de la paciente en el momento de congelar del óvulo”.

Danzer puso en duda estas cifras cuando se las mostré, asegurando que en Estados Unidos la tasa de nacimientos se acerca más al 80 por ciento, y al 90 en su centro. Cuando le pregunté dónde podía consultar esos datos, se salió por la tangente y mencionó la amplia experiencia y el talento del personal de SCRC.

Almeling cree que las clínicas de fertilidad no solo deben informar con más transparencia sobre la “altísima” probabilidad de fracaso, sino también ofrecer más información sobre las dificultades físicas que conlleva el proceso de estimulación y recuperación del óvulo.

“Se vende como una solución tecnológica sencilla y cómoda para frenar el reloj biológico cuando, de hecho, la congelación de los óvulos requiere que te inyectes fármacos de fertilidad al menos una vez al día durante varias semanas y que te sometas a cirugía ambulatoria”, señaló.

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“Fue todo muy raro. Nos dieron champán, lo cual no cuadraba mucho en un evento sobre fertilidad”

Dina, abogada de treinta y tantos que nos pidió que no reveláramos su verdadero nombre, acudió a una sesión informativa de SCRC en 2016. De niña le extirparon un ovario y acudió a la sesión no tanto para informarse como por la consulta gratuita. “Quería saber si estaba jugando con solo media baraja de cartas”, señaló.

“Fue todo muy raro”, recuerda Dina. “Nos dieron champán, lo cual no cuadraba mucho en un evento sobre fertilidad”. Además de una versión similar de la presentación que yo vi, Dina dijo que en su evento también pusieron una “lista de reproducción de bebés. Todas las canciones contenían la palabra ‘baby’, desde “Baby Baby”, de The Supremes, a “Baby One More Time” de Britney Spears.

A Dina no le pudo quedar más claro el mensaje: el centro le estaba dando a entender que podía hacerse, que con este método podría tener hijos.

Después de esta introducción vino la presentación propiamente dicha, que Dina calificó de “campaña muy basada en el miedo”. A medida que observaba la retahíla de diapositivas en las que se acentuaba el deterioro progresivo de su fecundidad, Dina empezó a preguntarse si todo aquello era realmente necesario. Sentada en aquella sala, de repente sentí lo mismo. Incluso yo, que no siento la necesidad de tener hijos, estaba ahí cavilando sobre la calidad de mis óvulos. Tengo 35 años. Escuchar una presentación de 30 minutos sobre cómo mi cuerpo se va deteriorando de forma exponencial cada día, semana y mes me producía ansiedad. Ni siquiera quería congelar mis óvulos. ¿Qué iba a pasar si no lo hacía?

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Dina acudió a la consulta gratuita, de todos modos, consciente de que habría de pagar por las pruebas de laboratorio y la ecografía. Varias semanas después, la llamaron desde SCRC y le dijeron que había habido un problema con el análisis de sangre y que debía volver al centro para hacerse otra. “Mientras me están haciendo la extracción, me dicen que van a hacerme otro test y un examen completo”, recuerda. Dina firmó un documento dando su consentimiento a las pruebas, pero se quedó de piedra cuando recibió una factura de casi 2000 dólares. “Me cobraban todas las pruebas: 150 o 200 dólares por el recuento de vitamina D, 150 o 200 dólares por todo”. Dina rechazó el pago y, después de un año, SCRC dejó de enviarle facturas.

"A medida que el médico me iba explicando los resultados, lo que significaban, cómo iría cambiando mi fertilidad con los años, los meses, empezó a entrarme el miedo y el pánico y decidí que quería hacerlo”

Las sesiones orientativas como la de SCRC tienen éxito porque en Estados Unidos hay mucha gente interesada en informarse sobre tratamientos de fertilidad, pesa un gran estigma sobre la incapacidad de fecundar y la educación al respecto suele ser muy escasa. “Muchas mujeres pasan la mayor parte de su vida intentando no quedarse embarazadas”, dijo Almeling, lo que significa que “no piensan en su fertilidad hasta que no alcanzan la edad a partir de la cual su capacidad de producir óvulos y la calidad de estos empiezan a degenerar”. Es en ese momento cuando les entra la prisa por informarse.

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Fue el caso de Karissa Chen, escritora autónoma. A los 35, Chen terminó una relación de cinco años y, por primera vez, empezó a documentarse sobre fertilidad y congelación de óvulos.

Sus indagaciones la llevaron a Extend Fertility, una clínica de Nueva York especializada en la criporeservación de óvulos. Extend ofrece pruebas de fertilidad gratuitas, y Chen decidió “probar por curiosidad. Ni siquiera sabía qué quería. Gran parte de la consulta consistió en que me explicaran las pruebas que me estaban haciendo, como las del recuento de hormonas y folículos”.

Lo que más le preocupaba a Chen, como a la mayoría de quienes se plantean recurrir a este tratamiento, era su coste. Chen pasa la mitad del tiempo en Taiwán, por lo que decidió hacerlo allí, donde, además, es la mitad de barato que en Estados Unidos. Los costes tan elevados del país norteamericano han abierto posibilidades de negocio para otros centros extranjeros. Hay empresas que venden paquetes para someterse a tratamientos de criopreservación en otros países. Ovally, por ejemplo, ofrece a mujeres estadounidenses viajes a España: “Un viaje único en la vida en el que se combinan relajación y aventura mientras pones tu fertilidad en buenas manos”.

“Soy escritora y no dispongo de muchos ingresos, pero a medida que el médico me iba explicando los resultados, lo que significaban, cómo iría cambiando mi fertilidad con los años, los meses, empezó a entrarme el miedo y el pánico y decidí que quería hacerlo”, dijo Chen. Siguió sintiendo ese miedo incluso tras haber tomado la decisión. “Tardé cosa de un año en convencerme, y cuando por fin me puse con ello, fue muy emotivo. Estaba enfadada y molesta conmigo misma por no haberlo hecho antes”.

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“No es que me engañaran, pero como te lo pintan como una póliza de seguros, pues piensas que lo es"

Poco después de empezar el procedimiento, Chen empezó a sentir algunos de los efectos más comunes de las inyecciones de hormonas, como “cambios bruscos de estado de ánimo, ansiedad y depresión”. Tal como señalaba Almeling, Chen dijo no sentirse lo suficientemente preparada para todo aquello. “Fue más duro de lo que esperaba. El desgaste emocional y físico fue muy grande. Pasaba todo el tiempo cansada y llorando”. Por lo que había leído, Chen suponía que se trataba de un tratamiento de poca importancia que no le impediría reincorporarse al trabajo poco después. Sin embargo, tuvo que estar “dos días tumbada en la cama. Y me entró una gran depresión justo después”.

Nadie le había explicado a Chen las altas probabilidades de fracaso de la criopreservación de ovocitos. Solo supo de ello cuando empezó a indagar por su cuenta, y la revelación le sorprendió mucho. “No es que me engañaran, pero como te lo pintan como una póliza de seguros, pues piensas que lo es. Que es una forma de postergar tu maternidad y ejercerla más tarde, cuando quieras y sin problemas. Cuando empecé a investigar a fondo, me di cuenta de que la probabilidad de que nazca un bebé con este método no es tan elevada”.

Habida cuenta de la falta de datos clínicos a partir de los cuales deducir las consecuencias a largo plazo de este tratamiento, Almeling considera que las pacientes ni siquiera están en disposición de dar su consentimiento informado a las clínicas aunque quisieran. No puede ser un “consentimiento informado real porque no tenemos datos a largo plazo que ofrecer”, dijo Almeling.

Muchas mujeres quedan muy insatisfechas con el procedimiento. En 2018 se llevó a cabo un estudio en el Centro de Salud Reproductiva de la Universidad de San Francisco, con mujeres que se habían sometido a congelación de óvulos entre 2012 y 2016. Los investigadores descubrieron que, si bien un 89 por ciento de ellas esperaban quedar satisfechas con el tratamiento, cerca de la mitad “dejó de aferrarse incondicionalmente a su decisión”, y una de cada seis se arrepintió de haberla tomado.

Chen se alegra de su decisión. “He conseguido un buen número de óvulos para mi edad”, dijo. Aunque sabe que no hay ninguna garantía, cree que así tiene un poco de margen. Con todo, le gustaría que las mujeres recibieran información más exhaustiva sobre los aspectos relacionados con la fertilidad, y no de “empresas interesadas en hablarte solo de una parte”.

En la reunión a la que asistí, a veces me daba la sensación de estar en una de esas presentaciones para venderte una vivienda en régimen de multipropiedad, más que en un seminario médico. No tienes necesidad alguna de congelar tus óvulos. Puedes optar por no tener hijos. E incluso si me decidiera por el tratamiento, hay muchas otras opciones extremadamente más baratas fuera de Estados Unidos.

Durante la presentación, SCRC pintó la criopreservación como “una esperanza de futuro”, pero se servían más del sentimiento de culpabilidad en el panfleto que nos entregaron, en el que se indicaba que “tal vez mis padres o parientes estarían encantados de contribuir económicamente a financiar el tratamiento como regalos de navidad o por mi cumpleaños, puesto que tener nietos es la máxima prioridad”.

El mensaje era claro: como sigas esperando, se te va a pasar el arroz. Si quieres tener hijos, tal vez seamos tu única esperanza.

Este artículo se publicó originalmente en VICE Estados Unidos.