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Talibanes colgaron cadáveres de grúas tras anunciar regreso de ejecuciones

Es posible que pronto se permita a los afganos filmar violentos castigos públicos como una forma de disuadir a los posibles delincuentes.
Gavin Butler
Melbourne, AU
ÁG
traducido por Álvaro García
Civiles observan mientras los talibanes cuelgan los cadáveres de cuatro personas asesinadas por cargos de secuestro en la plaza principal de Herat, Afganistán
Civiles observan mientras los talibanes cuelgan los cadáveres de cuatro personas asesinadas por cargos de secuestro en la plaza principal de Herat, Afganistán. (Foto de Stringer/Anadolu Agency vía Getty Images)

Artículo publicado originalmente por VICE en inglés.

Está previsto que se reanuden las ejecuciones punitivas y las amputaciones en el Afganistán controlado por los talibanes, tras un anuncio del famoso exjefe de la policía religiosa del grupo, quien dijo a los medios de comunicación que tales medidas eran “necesarias para la seguridad”.

Mullah Nooruddin Turabi, quien fue el principal responsable del cumplimiento de la estricta interpretación de la ley islámica cuando los talibanes gobernaron Afganistán en los años 90, contó a AP News que tales castigos no necesariamente se llevarían a cabo en público como ocurrió durante el régimen anterior. En aquella época, las ejecuciones de los asesinos condenados solían efectuarse con un solo disparo en la cabeza, realizado por la familia de la víctima, mientras que el castigo para los ladrones condenados era la amputación de una mano.

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Históricamente, estos actos han sido condenados por la comunidad internacional. Pero Turabi, que está en una lista de sanciones de la ONU por sus acciones pasadas, desestimó las críticas al rigor del antiguo régimen talibán y dijo que “teníamos una seguridad total en todo el país”. Además, afirmó que “cortar las manos es muy necesario para la seguridad” y dijo que el Gabinete aún estaba considerando la decisión de llevar a cabo los castigos en público.

“Todo el mundo nos criticó por los castigos [públicos]... pero nunca hemos dicho nada sobre sus leyes y sus castigos”, señaló. “Nadie nos dirá cuáles deberían ser nuestras leyes. Seguiremos el Islam y haremos nuestras leyes con base en el Corán”.

Al día siguiente, los talibanes llevaron a cabo un aterrador espectáculo público en Herat, la tercera ciudad más grande de Afganistán. Fotos de los cuerpos de cuatro hombres acusados de secuestro, ​​colgados de grúas alrededor de intersecciones concurridas, comenzaron a circular en Internet. Los cadáveres mostraban trozos de papel pegados con cinta adhesiva que advertían a la gente que el mismo destino aguardaba a otros secuestradores, mientras la sangre goteaba hacia el suelo. Una voz proveniente del altavoz de una camioneta de la policía transmitió un mensaje similar.

“Estamos adoptando un enfoque radicalmente estricto contra los secuestradores en Herat y continuaremos implementando una postura estricta en el futuro”, dijo el comandante talibán Ziaullhaq Jalali afuera del Hospital Regional de Herat, según una publicación del periodista Charlie Faulk que mostraba uno de los cuerpos colgando sobre un grupo de espectadores. De manera similar, un video publicado en línea por Amaj News mostró un cuerpo colgando de una grúa mientras la gente estaba reunida debajo y los automóviles pitaban para atravesar la multitud.

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Han surgido muchos otros reportes de brutalidad y abusos contra los derechos humanos en Afganistán desde que los talibanes tomaron el poder el 15 de agosto. El mes pasado, Amnistía Internacional informó que un grupo de militantes talibanes masacró a nueve hombres de etnia hazara después de tomar el control de la provincia de Ghazni en julio. La secretaria general de Amnistía Internacional, Agnès Callamard, describió la “brutalidad a sangre fría” de los asesinatos como “un recordatorio de los antecedentes de los talibanes y un horrible indicador de lo que puede suceder bajo el gobierno talibán”.

La semana pasada, Human Rights Watch advirtió que los militantes en Herat estaban “buscando mujeres de alto perfil; negando a las mujeres la libertad de circular fuera de sus hogares; imponiendo códigos de vestimenta obligatorios; restringiendo severamente el acceso al empleo y la educación; y restringiendo el derecho a reunirse de manera pacífica”.

Estos reportes, junto con las declaraciones de Turabi, entran en conflicto con las afirmaciones de pacifismo de los talibanes y su aparente intento de presentar un rostro más moderado ante el mundo. Muchos afganos que permanecen en el país han estado esperando ansiosamente para ver si el grupo fundamentalista restauraría su gobierno de mano dura, mientras que los líderes talibanes continúan impulsando un mensaje público de benevolencia.

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Incluso Turabi, en medio de comentarios sobre el regreso de las ejecuciones, dijo en su entrevista con una periodista que “hemos cambiado de nuestro pasado”. Añadió que los talibanes permitirían ahora por primera vez la televisión, los teléfonos móviles, las fotos y los videos bajo su mandato “porque es la necesidad de la gente y nos lo tomamos en serio”.

Sin embargo, también dijo que si los castigos se hicieran públicos, entonces las personas podrían potencialmente filmar videos o tomar fotos para difundir el efecto disuasorio.

“Ahora sabemos que en lugar de llegar a solo cientos, podemos llegar a millones”, dijo, subrayando la adopción de las redes sociales por parte de los talibanes como una forma de promover su propia agenda política, de seguridad y militarista.

Esta misma sugerencia —de que a los afganos se les permitirá usar cámaras, grabadoras de video y teléfonos inteligentes para filmar y distribuir imágenes de ejecuciones públicas— simboliza la dualidad entre lo antiguo y lo nuevo que ahora se encuentra en el corazón de los llamados talibanes 2.0. Mientras que los talibanes tecnofóbicos de antaño prohibieron la mayoría de los productos electrónicos por ser contrarios a la doctrina del Islam, la nueva iteración del grupo parece comprender el poder que ofrece la tecnología moderna y está dispuesto a aceptarla, aunque solo sea para reforzar y ampliar ciertos principios de su fundamentalismo.

“Está claro que han dominado el arte de tener una maquinaria de relaciones públicas, ser capaces de promover sus mensajes y darse a conocer”, contó a VICE World News Raffaello Pantucci, investigador del grupo de expertos del Royal United Services Institute, que se especializa en grupos yihadistas y organizaciones terroristas. “Tienen presencia en las redes sociales y ven el valor de transmitir su mensaje y son bastante expertos en hacerlo”.

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