Instagram

Silenciar a alguien en Instagram es como serle (un poco) infiel

Pero a veces nos lo ganamos a pulso porque somos muy pesados.
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Joan Didion escribió en su ensayo Adiós a todo eso que es fácil ver los principios de las cosas, pero no tanto ver los finales. El principio del que hablaba era su llegada a Nueva York para trabajar como periodista y el final ese momento en el que se hartó de la ciudad y sintió que debía abandonarla. Desde hace un tiempo estoy obsesionado con esta frase porque me parece que es aplicable a todas las cosas de la vida que realmente importan algo… E incluso a algunas que realmente no importan nada.

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Por poner un ejemplo, seguir a alguien en Instagram es una cosa complicada porque no importa nada y a la vez importa mucho. Empezamos a seguir a alguien porque nos gusta o queremos saber cosas sobre su vida, pero, en ocasiones, esto no dura para siempre. Un día, de repente, algo va creciendo dentro de nosotros. Casi podemos llegar a escuchar ese clic y cuando lo escuchamos… ya no hay nada que hacer. Puede ser una sensación muy diferente dependiendo de la persona. Quizá es el número de stories al día, la poca variedad (¿cuántos selfies en el espejo podemos aguantar?) o la envidia (seamos claros) que la vida que alguien proyecta en las redes nos provoca. Sea lo que sea, nos dan ganas de acabar con todo eso. De liquidar a esa persona, de dejar de ver su mierda en nuestras redes.

Pocas cosas hay más satisfactorias que un “dejar de seguir” bien merecido, es como la satisfacción de una venganza. Pero siendo realistas, a veces no podemos hacerlo. Nos atan lazos con esa persona: puede ser un amigo o una amiga cercanos, un familiar, un ex con el que se supone que “nos estamos tomando un descanso” y sabemos que si el afectado se entera de que le hemos dejado de seguir, vamos a tener más problemas que beneficios. ¿Qué hacemos entonces? SILENCIAR.

Silenciar es una liberación a medias, pero suele bastarnos para mejorar. “Tengo a mucha gente silenciada”, me cuenta Ainhoa*, periodista y obsesa de las redes sociales de Barcelona. “Prefiero silenciar y no dejar de seguir a alguien porque los silenciados suelen ser amigos. Me aburren, me incomodan, se expresan mal en redes, son pesados o si de repente se posicionan sobre algo es como ¿¿¿¡¡¡PERO BUEEEENO QUÉ DICEEEE???!!! Aunque, sobre todo, es por pesadez”.

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“Yo lo hago con mis clientes”, me dice Joana*, que tiene una pequeña empresa de diseño en Valencia. “Quedaría fatal si los dejo de seguir. Es que muchos son muy intensitos con las stories, en plan veinticinco al día. Quiero hacer negocios contigo, no necesito saber qué desayunas”.

Sobre el tema de los ex, Joana nos cuenta: “Depende de cómo haya acabado. Si ha ido fatal, les doy unfollow, y los bloqueo. Si he acabado bien, la vida sigue”.

“La primera semana, le dejo de seguir solo porque estoy jodida, pero necesito entrar en su perfil y ver qué fotos sube”, nos comenta Carlos*, dependiente de una tienda en Madrid. “A la segunda semana, ya lo bloqueo porque no quiero tener la tentación de ver su cuenta y me ayuda a poner fin del todo a la relación. El bloqueo siempre me parece la opción más sana. Me alivia que Instagram tenga este tipo de opciones. A mí me ayudó a superar una ruptura. Antes de bloquearlo le dije que cuando estuviera preparado ya lo volvería a seguir. Fue lo que me recomendó mi psicóloga”.

¿Volvéis a mirar las publicaciones de la gente a la que silencias a veces?, les pregunto a los tres. “No, NUNCA”, responde Ainhoa rápidamente. “No echo a nadie de menos y vivo perfecta así. De hecho, desde aquí quiero dar las gracias a Instagram por dejarnos silenciar a todos esos pesados”. Por su parte, Carlos se lo piensa un poco más: “No tengo una lista mental de la gente a la que tengo silenciada. Solo recuerdo un nombre de un usuario al que tengo silenciado. No entro en esos perfiles porque básicamente se me olvidan. Sí que es cierto que a través de otras cuentas puedo acceder a su contenido, así que a veces intento darles una segunda oportunidad… pero me acaban enfadando siempre”.

“Pues la verdad es que yo sí, los voy mirando cuando me apetece”, me confiesa Joana riendo.

*Todos los nombres se han cambiado por motivos de privacidad.

@juanjovillalba