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Sexo

Probé un juguete sexual que ganó un premio en tecnología robótica

Fue desarrollado por un grupo experto en ingeniería para imitar las sensaciones de la boca, la lengua y los dedos humanos, y está de alto impacto.

Mi relación con los juguetes sexuales es más o menos nueva. Hace seis años compré el primero: era un dildo rosa genérico con forma de pene humano (venas incluidas, ew) que conseguí muy ilusionada pero resultó ser un fiasco; no logré entender cuál era su gracia y definitivamente me la pasaba mejor con mis manos. Mi perro se lo comió y hasta ahí llegó. Fue hasta 2019 que una amiga recomendó en Twitter un “succionador de clítoris” con tanta emoción que me intrigó. Me puse a buscar sobre él y descubrí que era un fenómeno mundial debido a sus reseñas en Amazon que se viralizaron: “Curó mi depresión, ya no voy a terapia”, “Me hizo squirtear en menos de un minuto”, “Literalmente me cambió la vida”. 

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Lo compré y sí, todos los cumplidos que había leído en Internet eran ciertos. No cambió mi vida y seguí yendo a terapia, pero gracias a él empecé a interesarme mucho en los sex toys. Ese vibrador fue el inicio de mi mini colección.

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Conseguí el clásico de conejo, el que dice estimular el Punto G, el súper grueso con bolitas que se mueven, el de bolsillo y hasta el famoso Satisfyer, que también es conocido como “succionador”. Ante esto, me parece importante aclarar, para cualquiera que no lo sepa, que no, estos objetos no succionan ni aspiran tu clítoris. Se han popularizado bajo este término, pero la realidad es que tienen un orificio que se pone sobre la parte visible del clítoris y se mueve creando vibraciones sobre el órgano que se sienten como aire o pequeños golpecitos. Bueno, pequeños pero también muy fuertes si los usas en su mayor potencia.

Aunque me consideraba más fan del clásico conejito que estimula interna y externamente, cuando me enteré del Osé 2 de Lora DiCarlo supe que tenía que probarlo. No solo me seducía por su forma como salido de una nave espacial, sino porque detrás de él hay una historia loquísima. 

En 2018, este vibrador ganó un premio a la innovación en la categoría de robótica y drones en el CES (Consumer Electronic Show), la feria de tecnología más importante de Estados Unidos que está dirigida por la CTA (Consumer Technology Association). O sea, un grupo de personas expertas consideró que este juguete supera los límites de la ingeniería y el diseño, y tiene sentido al enterarnos que fue desarrollado en asociación con el Laboratorio de Robótica e Ingeniería de la Universidad Estatal de Oregón. El equipo de ingenieras (porque está casi exclusivamente formado por mujeres) se jacta de haber desarrollado una tecnología micro-robótica que imita las sensaciones de la boca, la lengua y los dedos humanos, dando como resultado un producto que se ajusta a la fisiología única de cada cuerpo y es totalmente manos libres.

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Sin embargo, a un mes de ganar, la CTA se puso en contacto con la marca para informar que retiraría el premio porque su producto era “profano, inmoral, indecente y obsceno”, y que tenían prohibido exhibirlo el próximo año. 

Lo interesante, y que hace que este asunto se ponga aun más complejo, es que en esta feria es común encontrar tecnología sexual orientada al consumo masculino, por ejemplo, robots sexuales con “formas femeninas” irreales pensados para los hombres y pornografía de realidad virtual también dirigida a ellos que se exhibe en vivo en los pasillos de la feria.

¿Qué era, entonces, lo inmoral del juguete? ¿Tal vez el hecho de que está enfocado en el placer femenino? ¿O que se trata de un objeto creado por mujeres?

La marca Lora DiCarlo respondió denunciando el sexismo de CTA y CES en una carta abierta y al final el premio fue devuelto, con la promesa de abrir espacios para los objetos destinados al placer de las mujeres.

Todo este chisme mediático hizo que quisiera probar este objeto más que nunca por pura curiosidad, pues no pensé que sería radicalmente superior a otros que había probado y prometían lo mismo: orgasmos múltiples en unos minutos, estimulación del punto G y “succión” del clítoris. Además se me antojó porque justamente mis cosas favoritas son las profanas, inmorales, indecentes y obscenas.

Cuando tuve el objeto en mis manos, lo primero que me impactó fue su tamaño y su peso. Es el juguete sexual más grande que he visto. Es suave y elegante, parece la palanca de una nave intergaláctica de película.

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La forma es muy importante para mí. Totalmente alejada del primer dildo que conseguí sin saber bien qué quería, ahora no soporto los vibradores con forma de pene humano. Me parece feísimo que existan, me enoja. Seguro hay personas a las que les gustan, pero yo no podría tener uno. Lo que quiero, cuando me masturbo, no es un pene. No reclamo la presencia de uno, no lo extraño, no lo necesito; así que valoro mucho las formas más abstractas e intuitivas.

La primera indicación del instructivo es que introduzcas la parte alargada en tu vagina y flexiones el cuello del juguete de la manera que tú quieras y como sea necesario, con la intención de que el “succionador” quede sobre tu clítoris. A esto se refiere cuando dice que se ajusta a la fisiología única de cada cuerpo. Una vez con esa medida súper personal ajustada es momento de explorar los botones. Uno es para encendido, otro para manipular la velocidad del “succionador” y los otros dos, que me parecen los más importantes, son los que definen la intensidad y el patrón del “masajeador del punto G”, que se trata de una bolita que se mueve dentro de la parte larga (la que se introduce la vagina), o sea, que recorre las paredes vaginales. 

Al principio me incomodó el movimiento del masajeador porque olvidé lo importantísimo que es el lubricante. No lo olviden nunca. Por otro lado, la sensación del “succionador” me pareció familiar. 

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He probado varios juguetes que intentan estimular esta zona del “punto G” con movimientos y protuberancias, pero nunca había encontrado uno que lo lograra TAN bien.

Soy una persona curiosa y poco mesurada. Si me dicen que no toque el plato porque está muy caliente, lo toco para ver si es cierto. Quiero saber hasta dónde pueden llegar todas las cosas, así que siempre que pruebo un vibrador lo uso en la mayor intensidad para saber qué es lo máximo que puede dar.

La verdad es que nunca había probado algo tan fuerte como el Osé 2. La sensación genital que tuve al usarlo es, definitivamente, la más fuerte que he vivido. La estimulación del clítoris es muy parecida a la que ofrece el Satisfyer, pero la magia, pienso, está en el masajeador que dice emular el movimiento de los dedos. La ruedita que tiene por dentro no se siente como tal, sino que imita la sensación de una penetración, algo que nunca había sentido con un vibrador.

Lo usé acostada y cumple con su promesa de ser 100% manos libres; solamente necesité sujetarlo levemente con mis piernas e hizo todo el trabajo. Al usarlo sentada definitivamente tuve que ocupar mis manos para sostenerlo, pero las sensaciones fueron aun más intensas porque alcanzó mayor profundidad.

Durante días hice de todo con él: lo probé con la menor potencia para procurarme una sesión larga en la que pudiera disfrutar distintas capas de placer, jugué a subir toda su velocidad y bajarla de golpe cuando estaba a punto de venirme, y lo usé desde el inicio a su máxima potencia para ver si era cierto que te puede hacer venir en segundos. 

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Guía de juguetes sexuales para personas con pene

Sorpresa: es cierto. Ah, y también es verdad que te puede hacer squirtear en unos minutos (como siempre, la clave es dejarse llevar y no tener miedo de soltar tus fluidos). Con él pude eyacular absolutamente todas las veces que me lo propuse.

Los orgasmos que tuve con este vibrador son los más intensos que he tenido en la vida, genitalmente hablando. Las sensaciones dicen emular al cuerpo humano, pero me parecen lejos de estar ahí. Es difícil explicar con claridad una sensación tan potente, pero podría decir que al usarlo me siento vulnerable, desconectada y extraída de mí misma. Como se siente un buen orgasmo, pero en niveles exagerados, inenarrables. Una sensación de “no puedo más, me voy a morir; pero quiero más, me quiero morir”. O algo así.

Estoy segura de que nunca había usado un vibrador por tantos días seguidos, con tantas ansias de terminar mi día para poder encenderlo y dedicarme exclusivamente a sentir muchísimo durante un buen rato. El que era mi favorito antes ni sé dónde está, no lo he cargado.

Estoy consciente de las críticas desde el feminismo a la industria de juguetes sexuales para mujeres y cómo quieren vendernos un orgasmo rápido y sin tocarnos con las manos como un acto de alejarnos de nosotras mismas. Como muchas críticas, me parece súper necesaria, pero todas estamos aprendiendo y desaprendiendo, y en mi vida sexual, en este momento, quiero explorar las posibilidades de los juguetes.

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¿Que si “empoderan”? No sé, ya no entiendo muy bien qué significa esa palabra y definitivamente no los uso para empoderarme, sino para permitirme acceder a un placer que desde niña me enseñaron que debía darme vergüenza.

Una vez leí un tuit que decía algo así como “Los succionadores de clítoris son demasiado placer para mí, no los aguanto, yo prefiero la mediocridad de un pene promedio”. Pienso muy seguido en eso porque es un gran chiste. En mi caso no se trata de preferir. Es imposible que el cuerpo humano emule los movimientos (ya sea con la boca o los dedos) de un “succionador de clítoris”. El placer genital que podemos sentir con vibradores de este tipo, de verdad es inigualable, en mi experiencia (y tengo mucha). Pero cogemos, al menos yo y mucha gente que conozco, por algo más allá de lo que se puede sentir en la vagina, en el pene o en el ano. Cogemos por tener conexiones humanas, por saborear un cuerpo entero y compartirnos con él. Por las risas, las caricias, las palabras que se dicen y la sensación que todo esto deja cuando se acaba. Además, ningún juguete sexual te puede pasar tu calzón después de coger e invitarte a ir por unos tacos. Punto para el sexo con personas.

Calificación final: Este juguete de Lora DiCarlo (marca de la que Cara Delevingne es copropietaria, por cierto) es el mejor juguete sexual que he probado, así sin más. No se parece a nada que haya sentido. La manera en la que estimula externa e internamente es precisa y demasiado potente. Si eres como yo y te gusta sentir demasiado, no lo vas a querer soltar un buen rato.

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