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Louta y la importancia del performance en un escenario

“Tenías que estar ahí”, suele ser la expresión más usada al describir un show de Louta.
Fotos de Matías Casal en Niceto

El Lollapalooza Argentina 2017 tenía algo para todos los gustos. Metallica y The Strokes para los más rockeros, The XX para los más poperos y The Weeknd para los que disfrutan del Hip Hop y el R&B. Pero el show más original de todo el festival no vino de ninguno de los que cerraban cada jornada. No vino tampoco de parte de ningún artista internacional. Es más, ni siquiera vino de la mano de alguno de los artistas más consagrados de la escena nacional argentina. Para aquellos que decidieron aprovechar el festival desde temprano, el show más original del Lollapalooza lo trajo un joven de 22 años vestido con una polo azul y pantalones de vestir negros, y armado con un sinfín de juguetes: desde almohadas de pluma y ventiladores, hasta una enorme burbuja que asemeja a uno de esos souvenirs con paisajes que uno agita para que parezca que está nevando. El artista en cuestión es Louta y está revolucionando el circuito under de Buenos Aires con su particular mezcla de música, performance y, sobre todo, ambición. “Nosotros queremos hacer el mejor show del planeta”, explica Louta desde un estudio en el barrio porteño de Belgrano. “¿Cuántas personas se paran en el escenario con la intención de hacer el mejor show del mundo?”

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Tal vez antes de hablar de Louta sea bueno hablar de Jaime James, el hombre detrás del alter ego. Jaime nació en el seno de una suerte de realeza del escenario under de Buenos Aires. Su madre, Ana Frenkel, es directora, bailarina y coreógrafa, creadora de El Descueve, un icónico grupo de danza y teatro independiente porteño. Su padre es Dicky James, la mente maestra detrás de Fuerza Bruta, el show argentino que se ha convertido en un emblema internacional gracias a su original propuesta sensorial e inmersiva que invita a la audiencia a participar en el espectáculo. El impacto de Fuerza Bruta no sólo se tradujo en un éxito mundial (ha recorrido más de 29 países, 56 ciudades y 50 millones de espectadores) sino que indudablemente caló hondo en Jaime y asentó las bases para la creación de Louta, varios años después. “Mis padres influyen mucho en lo que soy. Es como ser hijo de un pescador y preguntarle cómo aprendió a pelar un pescado. Toda mi vida vi a mis viejos hacer esto que hago yo ahora. No son músicos, pero igual mi mamá es bailarina y yo hago coreografías. Mi papá hace teatro y yo hago teatro. Yo veía a mi viejo acomodar luces 350 veces. Elegir vestuarios, miles de veces a mi mamá. Es un desafío querer mejorar de lo aprendido”. Si bien la influencia de sus padres es notable en muchos elementos de su propio show, el mayor impacto sobre Louta proviene de la manera como encara su oficio. “El aprendizaje más fuerte de mis viejos es que si uno hace lo que le gusta con pasión, uno puede desarrollarlo y le puede ir bien”.

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“Tenías que estar ahí”, suele ser la expresión más usada al describir un show de Louta. Y es que no es cosa fácil explicar con sólo palabras lo que convierte a la experiencia en algo excepcional. Para muchos es el escenario, decorado similar al living de un departamento, incluyendo puerta de ingreso, lamparita de pie y sofá de cuero. Para muchos otros es su vestuario y el de sus bailarines, looks que parecen inspirados en uniformes de un internado. Para algunos son las coreografías, para otros las canciones que fluctúan entre la electrónica, el rap y la cumbia villera. Lo cierto que es que detrás de un show de Louta se percibe una fuerte conceptualización, cada tema musical es abordado como una escena de una obra, la música dicta un universo de imágenes y bailes propios. Por momentos Louta es un político fascista leyendo textos desde un libro antiguo al ritmo de un rap. En otros pasajes es un chico inocente que canta una canción lenta con la ayuda del marco de un cuadro y un póster de un cielo con nubes. “En la dinámica del show hay bailarines, hay técnicos, productores, sonidistas. Yo soy el que crea las escenas pero esas ideas surgen de reuniones donde hay que resolver cosas puntuales. Tengo injerencia en todo lo que aparece en escena”.

El show de Louta rara vez es igual entre una presentación y otra. “Cuando ya le das una pasada frente a 200 pibes, te das cuenta de qué funciona y qué no. Tiene que estar la materia en juego. Es muy difícil que se te ocurra todo lo que necesitás pensándolo en tu casa y mirando al cielo. Cada vez que me presento, el show evoluciona de una manera distinta”. El espectáculo está hecho para despertar algo en la audiencia, para generar una conexión especial entre los asistentes y el artista. “Hacer el mejor show no es una cuestión anímica. Es lo que hay en el corazón. Pero esa intención viene de alentar a las personas. Si viene desde ahí y no desde el egoísmo, eso tiene una re potencia”.

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A lo largo de 2017 Louta ha venido amasando un nutrido grupo de seguidores de culto que lo siguen con fervor. Si bien muchos llegan a través del infalible “boca en boca” y gracias a sus cuentas en Instagram y Facebook, Louta y su equipo también son partidarios de salir a buscar a la gente en la calle. Con frecuencia se le puede ver en algunos de los puntos más transitados de Buenos Aires acompañado de una réplica de tamaño real de si mismo, posando con transeúntes y llevando el performance a las calles. En ese sentido, la creatividad de Louta no está sólo reservada a los escenarios sino que atraviesa la forma como encara su vida. “Para mí, la creatividad surge de tener que resolver problemas. Entonces la acción no es una cuestión contemplativa sino resolutiva. Cuando uno empieza a ir hacia un lugar debe resolver cosas. Y el hecho de tener que resolver cosas, es una posibilidad creativa. Todo el tiempo que uno se arroja a la acción te asoma situaciones en las que uno tiene que resolver y en esos momentos uno puede crear algo nuevo”.

Desde su experiencia en el Lollapalooza (“muy grosa, muy zarpada” en sus propias palabras), sus recitales habituales van en crecimiento no sólo en número de personas sino en las dimensiones de los espacios. Hablar con Louta es comprender que su propuesta nació para ser grande, que su ambición sencillamente no cabe en teatros pequeños y clubes nocturnos. ¿Y qué pasará entonces cuando le toque llenar un estadio o un Luna Park? ¿Cómo se verá afectada la forma como concibe su espectáculo? “Si tuviese que presentarme en lugares más grandes pues haría el show más grande, me alargaría un poco los brazos, me clavaría hormonas para medir 2 metros 30” explica en medio de risas. “Con la creatividad hay que ser muy inteligente. Hay factores de tiempo, de que la gente no pierda energía. El que tiene los recursos también tiene que resolver un montón de cosas. El problema del arte no está en quién tiene plata y quién no. ¿Qué tiene la persona en el corazón al salir al escenario? Eso es lo que ve la gente”.

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