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Sonámbulos

Gente sonámbula confiesa sus historias más locas

Mear, hablar en otro idioma o comer cacao: hablamos con sonámbulos.
Imagen vía Pixabay

Me he puesto de pie sobre la cama, como celebrando algo, como si hubiera ganado la Champions y he echado de repente a correr por toda mi casa. Me he quedado observando a mi hermano fijamente como si fuera la niña de Hereditary y ojo, spoiler, tuviera el demonio dentro y me he pegado conmigo misma hasta despertarme de una auto-hostia. Conozco como nadie esa sensación de despertar y que mis padres/colegas/pareja me pregunten entre risas "¿Qué pasó anoche, Ana Iris" y responder a la gallega, "¿Qué pasó anoche?" Qué pasó anoche, eh, qué paso.

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Soy sonámbula desde que tengo uso de razón, así que sé lo que es que te despierten de repente, en medio de la noche, en medio del pasillo y sentir que eso es la muerte. Sé lo que es que se rían de ti, que te den conversación a propósito en cuanto cierras el ojo y, desde que existen los smartphones, también sé lo que es ser la sensación de los grupos de WhatsApp y que te chantajeen constantemente con sacar a la luz vídeos tuyos haciendo como que empuñas una metralleta, como que bailas sobre una tarima o como que das una charla TED en pijama.


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Por eso y para sentirme menos sola lancé una propuesta a mi entorno: historias de nocturnidad y sonambulía por DM. Estas son las mejores de entre las muchas que me llegaron. Porque no, chavales, no estamos solos: somos muchos a los que nos preguntan, con sorna, ¿qué pasó anoche, eh? ¿Qué paso anoche? Pues pasó esto.

"¿QUÉ VOY A HACER? MEAR, PRIMA"

"Pues mira, una noche que había salido de fiesta me fui a dormir un poco borracha. Estaba con mi amiga Marta, que había venido a Madrid ese finde. Por la mañana de repente me levanté, me di la vuelta a la cama hasta ponerme en el lado en el que estaba ella, me baje los pantalones del pijama y me puse a hacer pis. Marta se despertó y me dijo "¿Qué coño haces?", a lo que yo respondí "Pues mear, prima, ¿qué voy a hacer? Entonces ella me dio una patadita y me gritó: ¡Sara, joder!, así que me desperté y fui al baño. Allí estaba mi hermana, que me preguntó que qué pasaba. Le dije que Marta decía "no se qué de que me había meado en el suelo", pero me volví a la cama tranquilamente. Y allí estaba Marta, con una sábana tapándole media cara, mirándome con miedo. Mi hermana se asomó a ver si había hecho pis, a ver si de verdad era cierto todo aquello y simplemente dijo: "Ah, pues es verdad". Así que lo recogí y me volví a dormir, ante la inquieta mirada de Marta".

Sara, 27 años.

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UN MANJAR

"No sé qué pasó. Solo que me desperté comiendo cacao en polvo a cucharadas en la cocina. Me desperté por la tos, claro".

Martín, 26 años.

UN TÍO EN CALZONCILLOS, UN ZAPATO Y UN PORTAL

"Todo empieza en una noche en la que no sé ni cómo ni cuando me voy a la cama en casa de una amiga. Tengo recuerdos difusos: de repente me desperté a las 11 de la mañana llamando a su puerta descalzo, con un zapato en la mano y en calzoncillos. Ella me abrió, me dijo que qué coño hacía y yo solo supe responder que "me había mandado ella ir a abrir". Creo que la tía iba más zombie que yo, porque se volvió a sobar y me dejó ahí, en el marco de la puerta, en bolas y con un zapato en la mano. Y le importó una mierda quién podía haberme visto en ese estado en su portal, la verdad".

Alberto, 27 años.

¿FUMAR SOBANDO?

"Mi anécdota más heavy estando sonámbulo fue un día que hacía una despedida en casa porque me iba a Bruselas. Mis amigos se quedaron en mi casa y estuvimos bebiendo y fumando hasta que acabé doblado, les dejé en mi salón bebiendo y me fui a la cama. Al rato vinieron a mi cama para ver si quería fumar porque se habían liado un porro, pero el problema es que yo dormido hablo. Hablo mucho. Y si me das conversación, pues respondo. Entonces me preguntaron que si quería fumar y yo les dije que sí, pero cuando fui a coger el porro estaba evidentemente dormido, con los ojos cerrados y no veía nada. Así que, con la palma de la mano, como si fuera a agarrar una fruta, lo cogí y se me cayó en el pecho, así que me empecé a atusar porque me quemaba. Después de ese intento fallido mis amigos directamente me pusieron el porro en la boca y básicamente fumé. De lo cual por supuesto no me acuerdo pero sé que es verídico porque hay vídeos que lo ratifican".

Horacio, 26 años.

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HACERSE LA SONÁMBULA

"No sé si soy realmente sonámbula, pero he tenido episodios en los que me he levantado y no era en mi cama sin ser consciente de cómo había llegado hasta allí. Pero hay otros muchos sueños en los que realidad y ficción, sueño y vigilia son para mí una y la misma cosa, así que soy medio consciente de lo que hago y de repente hay un punto en el que me levanto y retrocedo, sabiendo que se me ha ido la olla. Una noche, por ejemplo, estaba durmiendo en el salón, en un sofá cama y me desperté sentada. Empecé a tocar y me di cuenta de que aquello no era mullidito: estaba encima de una mesa de té, así que con muchísimo cuidado me levanté y me volví a meter en la cama. Al día siguiente fui a comprobar si efectivamente había sido así, porque tenía vagos recuerdos, y sí: entre la mesa y la pared estaba mi sábana. En otra ocasión estaba dormida, soñando que estaba en China y efectivamente lo estaba, con mi compañera de cuarto del Erasmus, y fue muy real: alguien entraba por la puerta, la cerraba y me desperté de golpe y me puse a buscar a ese alguien con una linterna. Mi compañera de cuarto me preguntó que qué ocurría y se lo expliqué, tan tranquilamente y tan dormida como iba. Así que bajó de su litera, comprobó que, en efecto, no había nadie y me di cuenta de lo que estaba ocurriendo: estaba sobada. Hay algo que nunca cuento, de lo que nunca hablo y es que, llegados a este punto, cuando me doy cuenta de que estoy sonámbula y he hecho algo ridículo me hago la dormida. Así que eso hice. Como si siguiera soñando, como si no me hubiera dado cuenta de lo que había ocurrido, me eché a dormir".

Ana, 24 años.

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Imagen vía Pxhere.

EL PASEÍTO

"Llevo siendo sonámbulo desde que tengo uso de razón, y he hecho todo tipo de cosas sin siquiera ser consciente de ello: hablar en francés o en latín -corrigiendo, además, a mi interlocutor en sueños, con un "que no, hostia"-, mear en una silla de plástico de madrugada pensando que era el váter -con la consiguiente sorpresa y necesidad de limpiarlo antes de ir al instituto-, pero creo que la anécdota más curiosa fue la de aquella vez que me escapé de casa. Tendría como 8 años. Era un fin de semana y yo me había quedado dormido viendo la tele con mi padre, que tuvo que ir a recoger a mi hermana al pueblo de al lado, donde estaba de fiesta. La sorpresa se la llevó cuando llegó y estaba esperándoles fuera. Había bajado las escaleras, cruzado la calle y caminado por la carretera sonámbulo hasta que un grupo de adultos me encontró. Y me condujo amablemente al portal de casa, claro".

Javier, 17 años.

PASIVO AGRESIVIDAD ONÍRICA

"Cuando era pequeña me despertaba sonámbula constantemente, ahora más que nada hablo. Pero el otro día me desperté con este mensaje de WhatsApp en mi móvil, de mi hermana, que duerme en el cuarto de al lado:

En efecto, le metí un puñetazo a mi armario justo antes de exclamar "que te voy a dar". En el sueño estaba al cargo de un perro, y un señor que me encontraba por la calle le intentaba hacer pensar a la gente que era malvado para que le sacrificaran. De ahí el grito y la hostia".

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Isabel, 23 años.

SONAMBULISMO POLÍGLOTA

"He sido sonámbulo desde pequeño y me flipa porque hago cosas dormido que no tengo capacidad para hacer despierto: por ejemplo, hablar en italiano. Nunca he sabido hablarlo, nunca he estado en Italia y la verdad es que nunca me ha interesado lo más mínimo pero una noche de hace no mucho tiempo me desperté con dos de mis colegas, que habían dormido en casa, y empecé, supuestamente, a increparles a voz en grito, en el idioma de Da Vinci y Galileo. Solo me lo creo porque me grabaron haciéndolo".

Fernando, 26 años.

UN SUEÑO PRODUCTIVO

"Debía estar como en primero de bachiller y creo que es mi historia más loca con el sonambulismo. Resulta que me desperté en medio de la noche y me dispuse a ducharme, a vestirme y a hacerme el desayuno, como si todo fuera normal, como si fueran las 7.30 y tuviera que ir al instituto. Pero no: eran las 4. Y no me detuve ni reparé en que estaba muy oscuro hasta que, al ir a salir por la puerta, mi padre me dijo que qué hacía. Me asusté mucho y me volví a la cama. Eso sí, me ahorré el trabajo de las tres horas posteriores, ya estaba duchada y desayunada y vestida cuando me desperté".

Marta, 30 años.