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Científicos crían ratas alcohólicas por 30 años para saber si hay cura a la adicción

Equipos de las universidades de Purdue y de Indiana han estado experimentado con estos animales, a fin de determinar si existe un componente genético que produzca adicción. Descubren que casi 1.000 genes son "culpables" de la dependencia.
Un rat de laboratoire à Baltimore en 2014. (AP Photo/Patrick Semansky)
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Los animales no suelen tener gusto por la bebida. Aún así, los científicos han criado ratas que literalmente harían ejercicio a cambio de alcohol. Equipos en la Universidad Purdue y la Universidad de Indiana han estado criando ratas alcohólicas por más de 30 años. Su meta: determinar si existe un componente genético para la adicción y así poder encontrar una cura.

La semana pasada publicaron los resultados de su estudio, el cual desalienta a aquellos que esperan una cura fácil para su adicción, aunque también abre nuevas posibilidades para las pruebas genéticas que permitirían a las personas conocer las probabilidades que tienen de volverse adictas a alguna sustancia.

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El descubrimiento clave es que no hay un solo gen que controle las adicciones: en realidad, son 930 de ellos, cada uno juega un pequeño papel. Usualmente, los desórdenes genéticos son tratados con medicamentos dirigidos a un gen problemático en particular. En el caso del alcoholismo, la única solución realista basada en fármacos sería tomar un cóctel de pastillas, e incluso así, el tratamiento sólo inhibiría un subconjunto de genes.

Hasta ahora, la comunidad científica había estado "trabajando bajo la suposición de que había algunos genes que afectan el alcoholismo", dijo William Muir, genetista de la Universidad Purdue. "Probablemente esto sea un balde de agua fría a la idea de tratar el alcoholismo con una sola pastilla".

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Sin embargo, el mayor descubrimiento es que los genes juegan un papel más pequeño de lo que pensábamos, en determinar el comportamiento adictivo. El estudio encontró que las adicciones se ven influenciadas por la habilidad que tiene un individuo para regular sus genes más que por los genes mismos.

La buena noticia es que el estudio podría resultar en un perfil completo de los genes relacionados al alcoholismo en todo el genoma humano. Esto significa que algún día se podría conseguir una evaluación personal del índice de riesgo de ser alcohólico. Sin embargo, Muir dice que los factores ambientales influyen hasta en un 70 por ciento para desarrollar alcoholismo, y los biológicos sólo un 30 por ciento.

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Por eso mismo, a Muir le preocupa que los estudiantes universitarios del futuro puedan tomar los bajos índices de riesgo como una excusa para embriagarse, lo que podría invalidar cualquier predisposición genética. "Podrían volverse alcohólicos sin ser genéticamente propensos", explicó.

Los investigadores tardaron décadas en criar los cuatro grupos de ratas que varían en voluntad de trabajar y recuperarse del alcohol. Eventualmente, Muir y Geng Zhou, conductista y neurólogo en la Universidad de Indiana, crearon una estirpe de roedores alcohólicos que realmente renuncia al agua a cambio de alcohol. Las otras tres líneas de roedores son bebedores más moderados, y uno de ellos rechaza con mayor frecuencia el alcohol.

El proceso para seleccionar las ratas para criar recurrió a poner a los padres de los roedores en ambientes similares y eligieron a sus compañeros basándose en el consumo de alcohol. Las ratas que bebían al menos dos veces más solución de etanol que agua eran puestas juntas para producir hijos alcohólicos. Aquellas que bebían alcohol y agua en partes iguales también fueron criadas juntas.

'No podemos culpar a nuestros padres por nuestros problemas con el alcohol'.

Luego, se les puso un pedal que tenían que oprimir varias veces para recibir alcohol como recompensa. Las ratas con un mayor número de genes predispuestos al alcoholismo presionaban la barra hasta obtener su premio, mientras que las otras se rendían después de algunos intentos y preferían beber agua.

Aún así, las ratas criadas para tener la misma tendencia genética al alcoholismo muchas veces no mostraban el mismo comportamiento adictivo cuando eran expuestas a diferentes factores ambientales. Muir y Zhou también encontraron que las ratas reaccionaban de maneras muy independientes ante la misma dosis de alcohol. Igual que los humanos, algunos se ponían somnolientos y algunos otros se tornaban más violentos después de unos tragos.

Así como otros desordenes genéticos, el alcoholismo puede ser un arma peligrosa, pero son los factores ambientales los que la detonan. "No podemos culpar a nuestros padres por nuestros problemas con el alcohol", expresó Muir.

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