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La reconocida activista hondureña Berta Cáceres fue asesinada a tiros en su casa

La hondureña Berta Cáceres había sido galardonada con el prestigioso Goldman Prize por su activismo medioambiental y había consagrado su vida a batallar contra los faraónicos proyectos corporativos que llevan años amenazando a la vida de los indígenas.
Imagen vía Ocote Films
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Berta Cáceres, legendaria activista medioambiental cuya labor había sido reconocida internacionalmente, fue asesinada a primera hora de ayer en su casa de Honduras.

Cáceres había fundado el Consejo Cívico de Organizaciones Populares e Indígenas de Honduras (COPINH) y se pasó las últimas dos décadas batallando contra proyectos faraónicos de presas, minas y de otras iniciativas multinacionales que amenazaban los derechos de las comunidades indígenas.

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Cáceres había sido distinguida el año pasado con el prestigioso galardón Goldman Environmental.

"Hoy estamos de luto por la pérdida de una líder carismática. Solo nos queda seguir difundiendo el valiente trabajo de los ganadores del Goldman Prize como Berta, cuya dedicación seguiremos reivindicando", han expresado los organizadores del galardón a través de un comunicado. "Berta construyó una increíble comunidad de activistas autóctonos, hondureños, que continuarán con la labor por la que ella ha luchado y por la que ha sido asesinada".

Un número indeterminado de pistoleros irrumpió en la residencia de la activista a la una de la mañana y le descerrajó cuatro balazos. Los hechos sucedieron en la aldea de la Esperanza, en la provincia de Intibucá, al oeste de Honduras, donde Cáceres se había trasladado recientemente, convencida de que allí estaría más segura.

Según ha informado el periódico hondureño El Heraldo, el activista mexicano Gustavo Castro Soto, también habría resultado herido durante el asalto.

Un informe publicado el año pasado por la organización humanitaria Global Witness, radicada en Londres, concluyó que cada semana mueren dos activistas en el mundo a manos de justicieros y asesinos. El informe citaba que Honduras es el país más peligroso en que puede vivir un activista a día de hoy. Allí habrían sido asesinados 101 defensores de los derechos humanos entre 2010 y 2014.

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La muerte de Cáceres sucede solo una semana después de que la activista denunciara públicamente que tanto ella como otros miembros de las CCOPIH habrían sido acosados durante una manifestación organizada la semana pasada. La protesta se oponía al enorme proyecto hidroeléctrico conocido como Agua Zarca, desplegado en la cuenca del río Gualcarque. Cáceres denunció que había sido amenazada por miembros del ejército, de la policía y por empleados de la presa.

"Exigimos que el gobierno hondureño, garantice nuestro derecho a coordinar una manifestación pacífica", expresó durante una rueda de prensa. "Es un derecho fundamental de todas las comunidades" .

La heroica lucha de las COPINH contra el faraónico proyecto Agua Zarca había conseguido bloquear la construcción de la presa en varias localidades. Igualmente, la campaña de presión coordinada por Cáceres había conseguido que varios inversores se retiraran del proyecto.

El informe de Global Witness aplaudía la agónica batalla de las COPINH contra las monstruosas corporaciones que han financiado el proyecto de Agua Zarca, y la heroica actitud de la organización en general y de Cáceres, en particular, tras haber recibido toda clase de amenazas.

Tomás García, activista enrolado en las COPINH y vecino de la comunidad indígena de Río Blanco, en el noroeste de Honduras, fue igualmente asesinado el 15 de julio de 2013, durante una manifestación organizada en los aledaños de la obra del controvertido proyecto hidroeléctrico, que acumula más cadáveres que servicios a sus espaldas.

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Aquel mismo año, el gobierno de Honduras emitió una orden de arresto contra Berta Cáceres. Se la acusaba de los ridículos cargos de portar un arma de fuego y de haber causado daños en una propiedad privada.

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Cáceres decidió esconderse hasta que los sospechosos cargos fueran retirados, algo que sucedió poco después.

Cáceres se comunicó con VICE.com durante los meses en que estuvo cautiva. "El activismo entraña muchos riesgos", nos contaba. "Somos un colectivo desarmado y vulnerable, nos amenazan de muerte todo el tiempo y padecemos el peligro de manera muy severa, tanto física como emocionalmente".

La Comisión Inter American de los Derechos Humanos había recomendado que se adoptaran medidas cautelares para preservar la integridad de Cáceres, debido a las constantes amenazas de muerte que había recibido. Se suponía que en la noche de ayer, cuando fue asesinada, tendría que haber estado protegida por una escolta policial que, evidentemente, no estaba allí.

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El gobierno hondureño reconoció que ningún policía se encontraba junto a la activista, claro que la acusó a ella de haber decidido que así fuera.

"Ya la habíamos protegido en su anterior residencia, en Villa el Calvario", ha relatado el responsable de la policía local Sergio Paz Bueso al periódico La Prensa. "Sin embargo nunca nos informó del cambio de residencia".

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Paz Bueso también tuvo el escaso decoro de asegurar que lo más probable es que la Cáceres muriese durante un robo a su residencia, una hipótesis de sus familiares negaron tajantemente.

"Todos sabemos que la han matado por su aguerrido activismo", ha declarado a la emisora TV Globo la madre de Cáceres, que comparte nombre con su hija.

Las organizaciones internacionales humanitarias ya han denunciado que el gobierno y la policía están tratando de encubrir lo que sucedió realmente.

"Resulta ciertamente preocupante que el gobierno hondureño haya proclamado que Cáceres murió durante el robo de su casa", ha denunciado Sara Rafsky, de Amnistía Internacional. Rafsky también ha subrayado que el asesinato delata lo retrasado que está el ejecutivo hondureño en el respeto y la protección de los derechos humanos, por mucho que labores como la de Cáceres se hayan traducido en pequeños avances en los últimos años.

"Este asesinato manda un pavoroso mensaje a todos los defensores de los derechos humanos y a todas las poblaciones indígenas en Honduras, Guatemala y sus alrededores", ha añadido. "Ahora es momento de que las autoridades y los gobiernos competentes se comprometan a luchar para combatir crímenes como éste".

El asesinato de Cáceres ha provocado una profunda conmoción entre todas las organizaciones humanitarias hondureñas.

"Si hicieron eso a Berta qué va a pasar con todas nosotras", ha confesado a VICE News una estremecida Jessica Trinidad, coordinadora de la Red Nacional de Defensoras de Derechos Humanos en Honduras. "Berta era una figura publica, no era cualquiera y si este estado se atrevió a asesinarla, el escenario para defensoras y defensores como nosotras se vuelve mucho mas complicado".

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