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Frente: Latino_ Venezuela

Cristobal Ochoa nos habla de Venezuela, cómo le afecta a él y a su trabajo

¿Cuál es el rol de los artistas?
Fotos cortesía de Cristóbal Ochoa

Entre las múltiples expresiones que desempeña (escultura, performance, pintura, etc), Cristobal se regocija, ahora más que nunca, en el arte para expresar su descontento ante la dictadura venezolana que convirtió a muchos en luchadores de calle. Este artista nos cuenta su perspectiva de lo que ve y cómo se siente ser artista hoy por hoy en Venezuela.

¿Cómo empezaste en las artes? Desde niño tuve afinidad por las artes. Mi madre es artista y tenía su taller en mi casa, cosa que me hizo experimentar con los materiales de ella. En el colegio caricaturizaba a mis profesores, y eso generaba risas y mucha atención. Ahí empecé a darme cuenta el poder que podía llegar a tener el arte, claro, aún no sabía qué era ser artista, y mucho menos, qué era el arte. Pero al menos me servía para aplacar el bullying por no ser "buen deportista". Era mi recurso para ser libre y no ser oprimido en el colegio. ¿Por qué elegiste las artes? Porque sentía que mi personalidad iba acorde a esa carrera. No quería rendirle cuentas a nadie, no quería un horario de oficina, no quería trabajar para nadie, quería cambiar muchas cosas a mi alrededor. Quería entender bien qué era y para qué servía el arte. Además, porque me genera una gran satisfacción la realización de cada pieza, poder ver frente a mis ojos lo que una vez estuvo en mi pensamiento y poder materializar mis ideas me empoderaban, me hacía sentir más firme y más seguro de mí. La posibilidad de compartir mi sensibilidad con otras personas también fue muy atrayente, generar dispositivos que les exhortara a otra dinámica del tiempo, otra disposición ante la vida, un acercamiento a la contemplación y al silencio.

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¿Qué emociones te producen las protestas?

Las protestas generan emociones extremas. En ellas se viven momentos de mucha felicidad, pero también de mucha tristeza e impotencia. Soy una persona sensible, me afecta mucho ver a otra persona llorando o sufriendo, me emociono con facilidad, y por lo general me abro con todas las personas que asisten a las marchas, al punto tal, que muchas veces me provoca abrazar a la gente sin motivo alguno. Existe una empatía enorme, es como si todos nos conocemos y sentimos aprecio y hermandad el uno con el otro, el sentimiento es indescriptible. Ir a una protesta en Venezuela ya es parte de mi rutina, se volvió algo necesario.

¿Cómo has percibido la energía del venezolano en estos últimos días de protesta?

Hace poco tenía una conversación con otra artista, y comentábamos que muchos venezolanos han tomado el rol de artistas, y ¿cuál es el rol de los artistas? Exponer la realidad de algún modo. La gente ha tomado esa función que tienen los artistas de mostrar al mundo lo que está pasando en nuestro país, y creo que cada día se nos hace más difícil destacar entre la gente, porque todos se han sumado a la protesta de manera creativa, de manera libertaria. La actitud que uno ve en la gente es increíble, y a uno esa energía se le contagia y le dan ánimos de seguir protestando. Ha sido una experiencia de ciudadanía y de país increíble.

Entonces, ¿dirías que hay libertad de expresión?

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Hay una dualidad en ese término. Yo creo que la censura está en los medios. Si nosotros nos queremos expresar, nos podemos expresar. Entonces tenemos que luchar contra esa censura imaginaria, ese cerco psicológico que nos han creado, y eso forma parte de mi filosofía: convertir esa frustración y ese sesgo psicológico que el gobierno crea en la población, de que creemos que no podemos decir nada, pero, en verdad, sí podemos. Nadie va a venir a callarnos. Si somos más que ellos nadie podrá callarnos. Yo siempre promuevo que la gente se siga expresando, y se exprese mucho más si nos cierran un medio, si nos dicen que no debemos hablar mal de Chávez, si nos dicen que vamos a ir presos diez años por llevar una pancarta… Todo eso lo tenemos que multiplicar por diez mil y seguir expresándonos, para romper ese sesgo psicológico que nos quieren crear, nos quieren instaurar esa frustración, y tenemos que luchar contra eso a través de nuestros ánimos para poder salir de este gobierno.

¿Como artista no sientes ningún tipo de censura?

Depende del medio donde lo hagas. Yo podría decir que si mando una pieza a algún salón en que el gobierno sea jurado, estoy totalmente seguro de que mi pieza la van a rechazar si se trata de algo que esté en contra del gobierno. En ese sentido, sí hay censura. Ahora, en mis redes sociales me expreso libremente, pero siempre hay un miedo, y hay que tener mucho cuidado porque hay que saber diferenciar lo que podría ser expresarse ilícitamente, y que saber qué decir si eres una persona que representa a alguien o si eres una persona a quién escuchan. Tienes que saber cómo decir las cosas. Se debe tener control de lo que uno quiere reclamar. ¿Sientes que toda tu inspiración está en Venezuela ahorita? Sí, ¿y cómo no? Venezuela es mi país, me afecta en todo sentido, hay demasiado por hacer, por cambiar. Hay demasiado material conceptual con el cual trabajar en nuestro país en estos momentos.

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¿Qué tanto ha cambiado tu vida después de estos 90 y tantos días de protestas?

Mucho, creo que todo venezolano ha cambiado. Hemos aprendido muchas cosas sobre derechos humanos, hermandad, solidaridad, sobre defender nuestra constitución, sobre mantenernos firmes en nuestra lucha pacífica. Mi estado de ánimo se ha vuelto más estable, aprendí a luchar contra la frustración, y a mantener las energías arriba siempre. También cambió profundamente mi cotidianidad, porque todos los días hay una razón superior para protestar o para organizarse, integrarse a otras iniciativas o generar algún plan y ponerlo en marcha. ¿Cómo se ve afectado el ecosistema artístico de Venezuela por esta situación política? Nos afecta profundamente la falta de materiales, el elevado costo de los que se consiguen. Nos retrasa y desactualiza que los museos ya no adquieran obras para sus colecciones, mucho menos, de jóvenes artistas. Es súper difícil conseguir divisas para estudiar, exponer, o participar en eventos internacionales. El mercado del arte está mermado, los coleccionistas cada vez adquieren menos obras por la misma situación económica (dentro de Venezuela). Los museos no funcionan como deberían, se volvieron lugares donde le dan prioridad a lo panfletario. Ya no ocurren las mismas cosas de antes en los museos. Sin embargo, muchas instituciones privadas y galerías hacen esfuerzos enormes por sostener la cultura en Venezuela, a duras penas se logran sacar libros importantes y exposiciones de calidad. Han surgido espacios alternativos, entre ellos uno que yo creé que se llama "La Parada", donde espero poder invitar artistas internacionales que se interesen en la situación de mi país, y genere un interesante diálogo entre la visión de artistas de otros países con la de artistas venezolanos.

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¿Cómo se ve afectado tu proceso creativo con respecto a la situación política? Las crisis siempre avivarán los discursos artísticos. El artista es el primero que debe dar la cara en tiempos de crisis y coyunturas, no creo en el artista que se encierra en su taller a esperar a que escampe. La cultura debe cabalgar al mismo ritmo que la crisis, debe buscar frenarla, exponerla, exprimirla y hacerla evidente. Yo me siento con más creatividad, más ganas de seguir en Venezuela, y con más ganas de recuperar a mi país. Mis procesos son varios, escultura, pintura, fotografía y arte de denuncia, todos a un ritmo distinto, en este momento, florece más que nunca el de denuncia.

Conoce más del trabajo de Cristobal en su Instragram.

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