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Foto por Carlos Álvarez Montero. Más en “Una noche con una pareja gay en la CDMX”.

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Identidad

Querido, heterosexual, ¡tu machismo está arruinando los espacios LGBTQ!

No me quejo de que vayas a nuestros espacios, me molesto porque acosas y no te sabes comportar.

Imagina esto: Eres LGBTQ. Creces siendo juzgado por tu forma de ser, tus maneras molestan y vas por la vida aceptando ese entorno, incluso antes de comprender tu orientación; te moderas, tratas de alinearte a lo que el mundo heteronormado espera, pero te das cuenta de que no es tu realidad, que tu identidad no necesita validación, pero sí inclusión, en tanto que vivimos en una sociedad que te presupone heterosexual, donde prácticamente todo está pensado así.

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Te liberas, pides respeto porque también eres una persona que forma parte de la sociedad, cada vez más diversa, y así como reconocen tus obligaciones y responsabilidades ante ella, exiges los mismos derechos que tus pares de preferencia heterosexual, porque no dejas de encontrarte con personas retrógradas que te discriminan, que no tienen lo mínimo de calidad humana para tratarte con dignidad y necesitan rebajarte para disfrazar sus inseguridades (la mayoría de las veces propias de su frágil masculinidad). Te enfrentas ante el constante acoso, con frecuencia ves que siguen asesinando a miembros de tu comunidad LGBTQ por el simple hecho de ser, de existir.

Como minoría vulnerable, buscas expresarte libremente sin miedo al rechazo, a la burla, a la constante ofensa del heterosexual que se incomoda cuando te ve haciendo algo tan inocente como tomarle la mano a la persona que quieres, que le desagrada sobremanera verte besándote en la calle, que se enfurece cuando demuestras tus afectos en sus bares, en sus plazas y en su mundo. Te cansas de ser tratado con desdén y con desprecio, entonces creas tus espacios para sentirte seguro, para olvidarte por un instante de lo pesado que es asumirte LGBTQ en esta sociedad machista.

Pero llegan los heterosexuales, descubren estos espacios, tu refugio y quieren ser parte de ello, como si no fuera suficiente tener todo el mundo a su modo y con sus reglas; descaradamente exigen que los hagas partícipes apelando a la misma inclusión que tu como LGBTQ siempre has peleado. Irónicamente quieren ser aceptados en tu comunidad y lo haces porque, claro, no hay mejor lección que predicar con el ejemplo y demostrarles que, a diferencia del trato que han tenido contigo, los sabrás incluir. Los harás sentir uno más, sin distinciones.

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Ellos lo ven como el lugar de moda, de novedad porque para los heterosexuales eres pasajero. Se mezclan en tu ambiente, les agrada la música, la manera de divertirte, la libertad de ser tú mismo. Las mujeres heterosexuales encuentran en tus espacios una zona alejada del acoso machista, lo entiendes, te identificas con ellas y las proteges porque compartes ideales con su lucha: igualdad. En cambio, los hombres heterosexuales ven otra oportunidad de “ligue” y ¡oh, sorpresa! Los heterosexuales empiezan a replicar sus actitudes machistas, incluso homófobas. Se ríen de ti, de tus amigos, de todo lo que no cuadra en su experiencia de vida, de la forma en que te vistes, de como hablas, de tus modos, les incomoda que te visibilices. Te conviertes en su diversión, te vuelves una burla.

Estatus

De pronto te das cuenta de que la dinámica va cambiando, los heterosexuales empiezan a ser mayoría y cuidado con acercarte, con rozarlos o siquiera mirarlos porque, ¿cuál es la lógica heterosexual? Que te los quieres ligar. Empiezan a ir en pareja y se protegen mutuamente, repartiendo codazos y empujones para que no te le acerques porque, una vez más, ¿qué piensan los heterosexuales? Que te quieres ligar a su acompañante. Poco a poco empiezan a convertir el ambiente en algo fastidioso.

Peor aún, cuando el personal de seguridad lejos de toda sensibilidad que supone su labor en un espacio que te ofrece protección, te agrede con violencia y sin mayor explicación sabiéndose respaldados por los antros que borran poco a poco cualquier rastro de lo que alguna vez fue un refugio LGBTQ y más bien ahora parecen lucrar con la idea de espacio seguro e invisibilizan tu presencia con tal de atraer al nuevo cliente, el heterosexual que no deja de mirarte con disgusto en el lugar que ahora les pertenece, del que se apropiaron.

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Es cuando te molestas, te quejas de cómo han convertido tus lugares LGBTQ en otro lugar buga (como casi todos los antros en la ciudad) porque es asfixiante y te ves forzado nuevamente a buscar rincones que aún no conocen los heterosexuales para alcanzar la anhelada seguridad de saberte libre. Se vuelve un círculo vicioso.

Pero incluso, al expresar tu inconformidad, te encuentras con la crítica heterosexual de la decisión que tomas al alejarte del ambiente tóxico que crearon porque, claro, tienes la obligación de ponerte en sus zapatos y te salen con comentarios absurdos y sinsentido como “¿Dónde está la inclusión que tanto pides como LGBTQ?”, “Si fuera al revés, sería discriminación”, “De todo se quejan”, “Oye, pero no todos los heterosexuales”, “Por eso nadie los quiere”, “Qué ganas de victimizarse”, “Ustedes también han invadido nuestros espacios”.

Querido heterosexual:

No me quejo de que vayas a espacios LGBTQ, tampoco trato de excluirte porque sé de qué va eso (ya que toda mi vida ha sido así, gracias a ti) y no es agradable. Lo que me molesta es que con todo cinismo llegas y das rienda suelta a tus formas machistas, porque no te sabes comportar, porque vas y acosas, violentas a la primera oportunidad, porque también en estos lugares quieres ser el centro de atención. No sabes respetar.

Me queda claro que “no son todos los heterosexuales”, pero si generalizo es porque no son casos aislados, desafortunadamente es común encontrarse con que el nuevo antro LGBTQ, el de moda, se volvió hostil. Que mi amiga LGBTQ ya no está cómoda porque intentaron molestarla o porque a mi amigo le gritaron ¡puto! y le soltaron un puñetazo.

Con todo gusto convivo contigo, te invito de mi trago, te hago partícipe de mi mundo, pero madura y aprende a convivir. Por supuesto que el fin último es vivir en una sociedad incluyente, pero ten en mente que la existencia de espacios exclusivos LGBTQ aún son necesarios porque seguimos siendo una minoría vulnerable a ataques y crímenes de odio.

Aprende a ser un aliado, si alguien se aleja de ti por cómo te diriges a la comunidad LGBTQ, cuestiona tus actitudes. Sé congruente, compórtate, reconoce tu privilegio heterosexual y apoya la equidad. Escucha, confronta tus prejuicios.

Con todo gusto convivo contigo, pero quiero que te quede claro de una buena vez que a mí, a mis amigos y a mi comunidad, nos vas a tratar con dignidad y nos vas a respetar.

@hebertosinlao