FYI.

This story is over 5 years old.

Mundial 2018

“Supongamos que llegamos al 5º partido: el 'ya merito' seguiría existiendo porque el 'ya merito' no termina”

Conversamos con el editor del libro "Breve historia del ya merito", sobre el nuestra triste historia en los mundiales, la literatura, y el inconcebible triunfo mexicano contra Alemania.

Artículo publicado por VICE México.

Seamos cautos. No nos dejemos llevar por lo sucedió en el estadio Luzhniki de Moscú el pasado domingo. Además, la historia es implacable. El paso de la Selección mexicana en los Mundiales ha sido, para decirlo amablemente, una colección de malos ratos. Siempre podría ser peor –ni siquiera asistir o vivir la cruel repetición de las goleadas que padecen algunas naciones del Pacífico. Pero no: la nuestra es una historia de alzas y caídas más o menos cíclicas. Para entender un poco más sobre el proceso y sobre la escritura de futbol, conversé con Rodrigo Márquez Tizano editor del libro Breve historia del ya merito, publicado este año por Sexto Piso. [En un afán de full disclosure, Rodrigo es también editor de Vice Argentina y una colaboración mía apareció en el libro.]

Publicidad

Comenzamos hablando, como suele suceder, por el origen de la historia.

“La idea primera era juntar de pronto a algún escritor, pero pedir textos a muchos otros tipos de personajes. Ese fue el génesis. Pero poco a poco nos fuimos dando cuenta que iba a ser difícil tener textos largos. Porque son relatos, piezas largas. Al final decidimos que quedara un poco más entre gente que se dedica a las letras.”

“A este libro le sirvió mucho la organización; la idea que fuera capitular, como una vida que había vivido todos estos mundiales. Son asideros de la memoria y de ahí trazamos cierto capitular de vida que nos da periodos. Sabemos que de acá a acá traía el pelo largo, andaba con tal, me dedicaba a esto, era esta persona, tenía estos gustos, escuchaba esta música y Zidane le pegó un cabezazo a Materazzi.”

Uno de los peligros de esta aproximación es tropezar por esa peligrosa colina que es intentar hacer forzar un tratamiento literario –literaturizar, por llamarlo de alguna manera– algo que tiene su lenguaje y sus propias referencias. ¿Cómo hicieron para que los textos no cayeran en eso?

“No es un libro de escritores escribiendo de futbol debido a la coyuntura. Es difícil pensar que no se trata realmente de eso por la cercanía con el Mundial. Pero la banda que está ahí o juega futbol o tira el esperpento en el llano, en el futbol siete. Es gente muy futbolera, que entiende de futbol y creo que al hacerlo muy personal no corríamos ese riesgo.

Publicidad

El futbol es una fuente inagotable de imágenes y es muy fácil que cuando tus procesos mentales tienden a racionalizarlo todo y cuando tus procesos físicos nunca le han pegado a una pelota, empiezas a teorizarlo y sobreintelectualizarlo todo; a crear teorías sobre la identidad mexicana y la mexicanidad a partir de once jugadores que le pegan a una pelota. Y para mí esa era una salida fácil.

Son textos integrales. Hay muchos artefactos sucediendo al mismo tiempo, hay autoficción, hay ficción, hay trabajo de archivo, hay hemeroteca, hay collage, hay entrevista. Y no está definido en un solo género, no es que cada pieza se trate de una sola cosa, sino que las fronteras se van difuminando.”

La antología comienza en el Mundial de 1962 y termina, obviamente, en Brasil 2014. Entre los autores incluidos están Luigi Amara, Bef, Claudina Domingo, Guillermo Fadanelli, Julián Herbert, Antonio Ortuño, Daniela Tarazona, Carlos Velázquez, Raúl Vilchis, Juan Pablo Villalobos, Juan Villoro y Gabriel Wolfson.

Imagen: Sexto Piso

Una interrogante que aparece cada que se habla de escritura deportiva, y en particular la de futbol, es por qué no se publican ni se escriben textos complejos y estimulantes de futbol con más frecuencia:

“No creo que haya una publicación periódica ni constante de textos de futbol porque el periodismo deportivo en México en su gran mayoría es un asco: intrusivo, ajeno a la intimidad, trabajando para la gran fábrica de carne molida, de estar buscando notas, del fake news y el clic bait. Por otro lado, la literatura en México es tiesa, es anquilosada. Fuera de Monsiváis, Arreola, encantados con los fenómenos culturales, digamos más populares, y posteriormente Villoro y algunos otros que han hablado más recientemente de futbol o que han dedicado parte de sus obras a tratar de futbol, –Ficticia ha sacado cosas de futbol, Rafael Pérez Gay sacaba con Cal y Arena, García Galiano por ahí, que tiene una novela de futbol que es bien complicado la ficción de futbol– es difícil encontrar a muchos más. Pero el resto siente que está rebajándose, y sienten esta cosa triste de elitismo. La literatura como una cúpula, como una zona de élite, que por lo demás, es una cúpula que solo ve la gente que se dedica a la. Yo creo que esos son los dos motivos por los que no hay escrituras deportivas interesantes.”

Publicidad

Esta ausencia de publicaciones no es una simple eventualidad. Se pierde mucho. La imaginación del futbol termina limitada, inhibida por la inconstancia de los relatos. La historia futbolística y los mitos que la acompañan acaban sufriendo:

“Yo creo que sí hay un sufrimiento, porque no se le da el lugar de épica moderna que merece. Te pongo un ejemplo: se supone que una de las tradiciones de la literatura rioplatense es la gauchesca, la primera épica. Hay muchos años entre la primera literatura nacional que hace José Hernández con el Martín Fierro, y muchos años después con la que propone la siguiente gran generación de escritores que tocó el tema de la identidad nacional: Rojas y Lugones. Lo que hacen ellos, al contrario de todos los de en medio que trataron de olvidarse de la gauchesca y de olvidarse de la épica. Ellos retoman la gauchesca. Toda la producción cultural de una época viene de la épica. En aquella época, la épica la proponía la literatura, hace 120 años. Ahora, y esto es una idea de Beatriz Sarlo, los fenómenos culturales que provienen de la épica, se entienden desde el futbol.
Es decir, en algún punto yo veo esa conexión entre el relato de Víctor Hugo Morales, el del barrilete cósmico, con el Martín Fierro. Ahora, el Martin Fierro necesitó de alguna manera, ya estando obsoleto que llegara un Lugones y un Rojas para revivirlo, en medio de toda la esnobería que quería hablar de Francia y de Italia. Por eso, en este libro no quiero hablar del Real Madrid, no quiero de eso, vamos a hablar del futbol de acá. Hablemos de la épica, hablemos de nuestra literatura y veámonos las caras con eso. Porque lo más fácil sería entrar en la idiotez global y no cuestionarnos ciertas cosas.”

Publicidad

Entre esas cosas que hay que cuestionarse, por ejemplo, está una costumbre creciente a mirar el futbol a través del lente del highlight. El partido se reduce a cinco minutos manejables fáciles de percibir pero que quiebran el ritmo y la costumbre de mirar el futbol como lo que es: por momentos un deporte aburrido, feo:

“Sí pasa eso, aunque ojo, no tiene nada que ver con el arraigo. No me quiero poner nacionalista. Tiene que ver con una desnaturalización de la cadencia natural del juego. Nos aburren ciertas cosas. Queremos, no nosotros, sino como sociedad, el gran público, que haya un ganador, un perdedor. No nos importa lo que suceda en medio. Tan es así que se queja mucho la afición de los equipos resultadistas. Pero la afición es resultadista también; el periodismo deportivo es resultadista también. No se dan cuenta. Aquella película rumana, The Second Game, y la de Zidane, a 21st Century Portrait son dos películas que ayudan a entender esto. La de Zidane es un partido cualquiera, contra el Villarreal o algún equipo así, las cámaras lo siguen, tú vas siguiendo a Zidane, las cámaras lo siguen, son los noventa minutos sin cortes, y ves que a veces el mejor jugador del mundo no puede, o no hace nada, corre, camina, es decir ese es el futbol.

Y el otro, la película rumana trata sobre un partido. Están viendo el clásico rumano que tenía guardado padre e hijo, el director del documental. Son los noventa minutos, imagínate, grabado en una Beta de ahí de la cortina de hierro, y la película padre e hijo después de muchos años están mirándola y comentándola. Y te das cuenta que el árbitro es el mismo padre, que él arbitró y que es este partido. Están comentando el partido y de pronto empiezan a salir ciertas cosas, diálogos entre padre e hijo en los que encuentran cierta intimidad, cierta memoria. Te habla de muchas cosas. Es una película al parecer muy simple, pero en esa simpleza encuentran un potenciador. Sobrevuelan grandes temas, la paternidad, la ardua vida política, la crueldad de una dictadura, el futbol. Se habla mucho de futbol. Cuando hablamos de futbol estamos hablando de muchas otras cosas."

Y después de haber visto el partido impensado del domingo –un triunfo sólido contra Alemania–, ¿qué opinas? ¿Qué pasó?:
"Fue una completa anomalía. Y fue especialmente trascendente porque fue contra el campeón del mundo. A mi me gusta pensar que por una vez realmente traicionaron, no? Porque siempre nos sentimos traicionados por la selección nacional. Me alegraría decir que por esta vez realmente nos traicionaron porque todo mundo , la conciencia colectiva ya estaba hasta firmando el tres a cero en contra. Traicionaron el derrotismo del aficionado mexicano. Sí hubo una traición, pues, pero linda. "

Y si se llega al quinto partido, ¿qué pasa con el “ya merito"?:
"El ya merito seguiría existiendo porque el ya merito no termina. Después del sexto, qué. Es una especie de duda inacabable. Estamos destinados y qué bueno, a estar en esa especie de limbo. Y digo que bueno porque si estamos conscientes de ello y lo jugamos a nuestro favor para no dejarnos tampoco comer por esta idea del triunfalismo y del derrotismo como los dos únicos polos, esta idea binaria de que o solo se gana o solo se pierde, está bueno estar ahí. Porque justo la reflexión, las ideas, no vienen ni de los que ganan ni de los que pierden. Suceden en medio."