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Sexo

Todo el mundo debería echar un polvo matutino

Lo probé durante una semana para ver cómo era.
MA
traducido por Mario Abad
Getty Images/Zakharova_Natalia

El acto de dormir y el de practicar sexo están tan unidos en nuestra mente que se ha llegado a aceptar como expresión normal decir que “te has acostado con alguien” para referirte a un polvo rápido en el baño del Burger King.

Más cosas en común que tienen el sexo y el sueño: se ha demostrado que la abundancia y calidad de ambos son beneficiosas para la mente, el cuerpo y el espíritu; todos tenemos posturas favoritas a la hora de practicarlos y los dos actos se llevan a cabo en una cama.

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Esto último implica que, para la gran mayoría de personas que trabajamos fuera de casa, echar un polvo muchas veces es lo último que hacemos antes de irnos a dormir por la noche y lo primero al levantarnos por la mañana. Y es que en estos momentos resulta más práctico que nunca, pues tienes a la pareja al lado y desnuda. Lo curioso de todo, es que una de esas dos franjas horarias es la más propicia para practicar el mejor sexo, y no es la que suele elegir la mayoría.

“Aproximadamente, el 70 por ciento de la gente practica el sexo entre las 22:30 y las 23:30”, nos cuenta Michael Breus, psicólogo clínico y autor de The Power of When. Breus, al que también conocen como Sleep Doctor, asegura que para que haya un encuentro sexual óptimo, los niveles de las hormonas como la testosterona, la progesterona y la adrenalina han de ser elevados, mientras que la melatonina —la hormona que controla el sueño y los ciclos de vigilia— debe estar baja.

“El peor momento para practicar sexo es antes de irse a la cama. Y punto”

“Te daré una pista de cómo está tu perfil hormonal a las diez de la noche”, explica, queriendo decir que es justamente lo contrario a lo que acaba de describir. “El peor momento para practicar sexo es antes de irse a la cama. Y punto”.

Hace tiempo que creo lo mismo, y no por mis bajos niveles hormonales o los de mis parejas, sino sencillamente porque creo que después de varias copas, una cena, una botella de vino y un episodio de la serie que sea que la sociedad nos impone, las ganas de sexo prácticamente han desaparecido.

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Aunque vaya en contra de lo que las parejas suelen hacer, mi orden de preferencia —y afortunadamente, el de todas las parejas que he tenido— siempre ha sido “Follar primero, luego comer, beber y ver Netflix”.

Los polvos matutinos son geniales en parte porque a esa hora la melatonina está a niveles bajos y el resto de hormonas están más disparadas, según explica Breus. Pero hay otra razón secundaria por la que es recomendable el sexo a primera hora: te pone de buena disposición para aguantar el resto del día.

“Una de las cosas que vemos es que la gente está más calmada después del orgasmo”, dice Breus, lo que implica que es menos probable que nos entre un arrebato de furia al pillar un atasco o que discutamos con un compañero de trabajo o el jefe si antes de salir de casa nos hemos desahogado bien. Vamos, que un buen polvo mejora las posibilidades de tener un gran día.

Esta idea está avalada por un estudio publicado en 2010 en la revista científica PNAS y en el que se reveló que el sexo reduce el estrés inhibiendo la respuesta de ansiedad del cerebro y, por tanto, mejorando el estado de ánimo.

Los polvos matutinos son geniales en parte porque a esa hora la melatonina está a niveles bajos y el resto de hormonas están más disparadas

Ello se debe, en gran medida, a que con el orgasmo se libera oxitocina, una sustancia química que provoca bienestar, entre muchos otros efectos: fomenta los vínculos afectivos, reduce el ansia de consumir drogas y alcohol, mejora las aptitudes sociales y potencia el sentimiento de generosidad. Otro estudio reveló que los altos niveles de oxitocina en los hombres potenciaban los recuerdos de sus madres.

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Pero tanto la oxitocina como la serotonina y la norepinefrina —ambas sustancias que se liberan durante el orgasmo— tienen otro efecto que parece contradecir la teoría de que la mañana es el momento ideal para el sexo: todas ellas provocan somnolencia. Puedo dar fe de ello porque, desde que hace unas semanas empecé a investigar sobre buenos hábitos para mejorar la higiene del sueño y decidí que el orgasmo de las 23:30 sería una parte no negociable de mi estilo de vida, duermo como un tronco.

“Lo cierto es que eso solo se aplica a los hombres”, señala Breus cuando se lo menciono. “De hecho, los datos muestran que causa el efecto opuesto en las mujeres, quienes después del orgasmo se excitan más y están más alerta, sobre todo por la noche.

Esta evidencia podría llevar a pensar que en general las mujeres prefieren el sexo por la mañana, pero un estudio de la Universidad de Varsovia sugiere que la mayoría de las mujeres prefiere practicar sexo después de las seis de la tarde.

Dado el efecto sedante que tiene en los hombres, me pregunté si el sexo matutino haría que remoloneara más en la cama a la hora de levantarme. Pero según Breus, aunque un polvo antes de desayunar puede provocar somnolencia temporalmente a un hombre, basta con una taza de café y un poco de luz del día para espabilarlo.

“Realmente los hombres lo tienen muy fácil para superar esa modorra que entra después del orgasmo. Sin embargo, no es tan fácil para las mujeres superar ese estado de alerta en que entran después del coito y ponerse a dormir”, explica Breus, un argumento que nuevamente refuerza la hipótesis del sexo mañanero.

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La mayoría de las mujeres prefiere practicar sexo después de las seis de la tarde

Yo, personalmente, siempre he sido muy fan de hacerlo a primera hora, entre otras cosas porque es entonces cuando mis partes bajas tienen una predisposición extrema para ello. Sin embargo, la mujer con la que salgo desde hace unos meses es madre y trabaja, y muchas veces sale de casa antes de que amanezca, por lo que en nuestro caso el sexo matutino es más algo extraordinario que otra cosa.

En su día me dejó muy claro que después de un polvo por la mañana estaba de buen humor durante el resto del día. Por esa razón, entre otras, siempre ha tenido mi total consentimiento para aprovecharse de mi tumescencia involuntaria antes de irse. Sin embargo, desde que tuve la conversación con Breus, le he pedido que se asegure bien de que estoy plenamente consciente, de forma que yo también pueda beneficiarme de todas las ventajas que tiene el sexo por la mañana. Va a ser un experimento de una semana.

El sexo es una de las pocas razones por las que no me importa despertarme a las 6:30 de la mañana. Después de un casquete fugaz el primer día, empecé a ponerme el despertador media hora antes, para tener tiempo de tomarme un café y lavarme los dientes antes de deshacernos de nuestra mala leche con un buen polvo.

El sexo en sí era como siempre ha sido en mi caso: íntimo, sensual, apasionado, cariñoso, alejado de la teatralidad, las acrobacias y el ocasional rollo kinky de los polvos nocturnos. Mi novia solo se queda a dormir en mi casa unas pocas noches a la semana, pero eso no impidió que tuviera un orgasmo a los 45 minutos de haber despertado durante la semana siguiente. Me di cuenta de que los días pasaban armoniosos y tranquilos, sobre todo cuando mi novia se quedaba a dormir y no me veía obligado a darme placer solo.

A pesar de los datos del estudio polaco, mi novia también descubrió que un polvo antes de acostarse le ayudaba a conciliar el sueño más rápidamente. “Los días que empiezan con sexo son más felices para mí”, dice. “Y el sexo cuando vuelvo a casa también es bueno porque tengo más energía y hace que nuestra conversación durante la cena sea más profunda”.

“Pero, ¿con cuál te quedas?”, le pregunto.

“El de antes de ir a la cama”, responde, y tras una breve pausa: “Pero, ¿por qué tengo que elegir?”.