"Me preocupa que la música no  pueda seguirse expresando libremente": Gustavo Santaolalla

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Música

"Me preocupa que la música no pueda seguirse expresando libremente": Gustavo Santaolalla

Hablamos con el músico, productor y compositor argentino sobre la dictadura, sus ambiciones en la industria musical latinoamericana y sus preocupaciones sobre el futuro de la música.

Gustavo Santaolalla tiene hoy 66 años y ha dedicado su vida a la música, desde la composición hasta la producción y la creación de bandas sonoras para cine. En su historial hay una larga lista de películas, artistas y discos que en sus manos han logrado trascender en la historia musical argentina, latinoamericana y mundial.

Como muchos seguramente, empezó desde niño sus acercamientos al mundo musical, pero a diferencia de muchos, esto se convirtió en algo más que un hobby y que una pasión, se manifestó en forma de don y desde entonces no ha parado. A los 16 inició con su primera banda Arco Iris en Argentina, años antes de abandonar el país por culpa de la dictadura militar. Desde entonces, lejos de su patria, ha acompañado la evolución de la música alternativa latinoamericana. Fue quien descubrió a Café Tacvba, el que inició Bajo Fondo, el que potencializó en los noventa grupos que hoy en día son de culto para el rock de este lado del mundo. Su aporte, lejos de Grammys o premios Oscar, ha sido invaluable para las más de cuatro generaciones que ha venido acompañando e impulsando.

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Su carrera ha durado casi lo mismo que la guerra en Colombia y desde su lugar en el mundo ha sido consciente de todo lo que se ha sufrido en el país, por eso nadie es más indicado que él para encargarse de musicalizar El fin de la guerra, un documental que narra y acompaña desde el principio de las negociaciones de paz, sus momentos de incertidumbre y emocionalidad, sus decepciones y triunfos. Aprovechando su participación en el film, quisimos hablar con él de todo un poco, desde la dictadura en Argentina, hasta sus preocupaciones por el futuro de la música, pasando por su trabajo como productor de bandas sonoras y obviamente la musicalización de este film

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Noisey: Acabas de musicalizar El Fin de la Guerra , un documental que expone desde el primer momento todos los diferentes momentos del proceso de paz en Colombia. Teniendo en cuenta las diferentes guerras que se han librado en América Latina, ¿qué crees que sería de Gustavo Santaolalla en este momento si no hubiese abandonado Argentina durante la dictadura militar ni hubiera terminado en Los Ángeles? ¿Cómo habría cambiado eso la carrera y el nombre que has armado?

Gustavo Santaolalla: Creo que entramos en un terreno de especulación total o de universos paralelos. Quizás hay un universo paralelo en el cual no hubo dictadura y Gustavo creció de otra manera, no puesto preso un montón de veces simplemente por tener el pelo largo y estar en un concierto de rock. Sin montones de amigos o gente conocida desaparecida. Sin la necesidad de tener que irse del país por miedo y por no poder tener los vehículos y los canales para poder expresarse. No sé qué hubiera sido.

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Lo que sí espero es que el don que desde siempre me ha relacionado con la música hubiese estado ahí. Porque ese don es lo que hace que haga música con la cual de alguna manera siento que afecto positivamente a la gente. Con la música podés desde hacerle pasar mejor el día a alguien hasta hacerlo reflexionar, emocionarlo o entretenerlo. Creo que no importa cuál hubiera sido mi realidad, siempre hubiera encontrado un camino para poder expresar ese don que tengo. Ahora se me dio de esta manera y con la posibilidad de atraer a mucha gente porque mi carrera se ha expandido de Argentina a Latinoamerica primero y hoy en día al mundo.

Basta con leer la amplia lista de artistas con los que has trabajado para darse cuenta que le diste identidad al rock latinoamericano de los noventa. ¿Esa fue siempre tu ambición cuando entraste en la industria musical o en su momento algo sin pretensiones? De alguna manera sí tuve ese pensamiento que venía desde mi primera banda Arco Iris. Siempre me interesó el tema de la identidad y por eso siempre fui fiel a esa visión que viene desde muy chico de representar desde lo que hago, quién soy y de dónde vengo. Y eso va también en los instrumentos que toco, la guitarra y el ronroco, y afecta la forma en la que toco, como escribo música y las cosas que digo con la música. La identidad me ha mantenido en contacto con todo. Estando en Estados Unidos me di cuenta que había algo en los discos de rock que escuchaba de allá y de Inglaterra que le hacía falta a Latinoamérica y que no era falta de creatividad, sino que faltaba algo para que los discos representaran artísticamente lo que eran al nivel de cualquier disco anglo. Estando allá me propuse tratar de hacer eso, de llevar nuestra música joven y alternativa a un escenario mundial.

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Y creo que el hecho de vivir en Los Ángeles, tener acceso a estudios y el conocimiento que hacía falta para que hoy en día te diga que siento que pudimos ser parte de un proceso que ha llevado a esa música a estar a la par de cualquier música anglo. Y siento que un disco de Café Tacvba no tiene nada que envidiarle a un disco de Radiohead. Eso sí fue algo que me propuse hacer y que creo que de alguna manera lo logramos, que de alguna manera le dimos una identidad al movimiento de música alternativa latinoamericana.


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Podríamos decir entonces que tu carrera sí ha sido un tema ambicioso y pretencioso de lograr darle identidad a la música latinoamericana…
Totalmente. No utilizaría la palabra pretencioso, pero sí ambicioso porque a veces es muy difícil tener que luchar contra el establishment, con lo que los medios de comunicación te dan y con todo porque siempre hay una manera en la que la música en la que yo he estado involucrado, ha tenido un cierto nivel de difusión en algunos casos muy grande y en otros casos no tanto, pero siempre con un nivel de resistencia. Cuando descubrí a Café Tacvba tardé casi dos años para conseguir que un sello los firmara porque nadie quería. Igual con nuestra música en Argentina e incluso con proyectos más comerciales como Juanes fue muy difícil llegar a la radio y esos son solo algunos de los ejemplos que te puedo dar. En ese sentido sí fue ambicioso.

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Después de casi cinco décadas de carrera musical, de trabajar con algunos de los nombres más grandes de la música latinoamericana y ganar Globos de Oro, Grammys, Goyas, etc… ¿Sientes que has cumplido o te queda algo pendiente?
Siempre por suerte quedan cosas pendientes, porque sino se tornaría todo aburrido. Me queda mucho por hacer dentro del mundo de la música y del sonido. Y más hoy en día cuando se inventan nuevas tecnologías y nuevas cosas. Dentro de eso una de las cosas que he hecho últimamente es la música para el videojuego The Last For Us, por ejemplo. Ahora ya se viene el mundo de la realidad virtual así que en algún momento estaré también trabajando en música de algún proyecto de esos. Quedan muchas cosas por hacer y a medida que avanza la tecnología aparecerán muchas nuevas plataformas donde uno pueda expresarse musicalmente.

Como productor y músico tu vida ha girado en gran parte en torno al estudio, si ese lugar y todos tus equipos cobraran vida y pudieran hablar, ¿qué crees que te dirían en este momento?Espero que me dijeran piropos, cosas lindas. Como que les gusta ser utilizados para hacer música que de alguna manera toque a la gente en una manera positiva. Que sean instrumentos para hacer algo bueno.

Hablemos de ronroco, el instrumento y el disco que lleva ese mismo nombre con el que por accidente terminaste en el mundo de las bandas sonoras para cine. ¿Cómo ese azar del destino cambió la manera en la que veías la música siendo primero productor y luego músico?
Hay una cosa que siempre se comentó de mi música, tanto por la crítica especializada como también fans y es que se habla de que lo que hacía era muy visual, como si de alguna manera pensara la música así. Y sí tengo muchos acercamientos a la música de forma visual, inclusive veo a veces casi cinematográficamente una canción, siento cuál es el protagonista, cómo es la escenografía, cuáles son las distintas escenas que ocurren en una canción. Creo que el tránsito de hacer música o canciones a hacer música para cine no fue difícil, fue quizás una continuidad de explorar más profundamente esas connotaciones visuales que ya estaban implícitas en lo que hacía.

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¿Qué piensa el Gustavo productor de música del Gustavo productor de bandas sonoras y visceversa?
En realidad para mi todo es como una gran cosa. Si me permites una analogía futbolera, a veces siento que juego adelante y estoy para patear y hacer goles; a veces en la mitad de la cancha armando el juego; a veces estoy defendiendo; a veces me toca ir al arco y a veces estoy afuera de director técnico, pero siempre estoy en el partido. Entonces no me veo como un músico de películas, o como un productor de discos, o como un cantautor, me veo como un artista que utiliza distintas formas para expresar su creatividad. Pero siempre veo detrás de todo eso al artista que viene de un lugar a otro, siempre el mismo artista, no tan dividido en roles sino más bien como distintos personajes pero el mismo actor.

Cuando llega un proyecto de musicalizar una película, ¿qué es lo primero que haces?Generalmente no trabajo tanto contra la imagen sino que trabajo más a partir de lo que se trata la producción, el tema, la historia, los personajes que están involucrados y de ahí empiezo a escribir mi música abstractamente a partir de la onda que me pida la historia y los personajes. Después empiezo a ver de qué manera esa música puede entrar. De hecho por eso me gusta trabajar mucho desde el principio de los proyectos, cuando todavía inclusive no se han filmado nada. El ejemplo perfecto para esto es el de El secreto de la montaña, toda la música incidental de la película la hice desde antes de que se filmara un cuadro. Obviamente hago cosas sobre la imagen, pero la manera en la que prefiero trabajar es a partir de la historia y los personajes.

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Para una persona que musicalizó una película llamada El fin de la guerra , ¿a qué suena precisamente la guerra en términos musicales?
Lo que pasa es que la guerra tiene un sonido horrible. Creo que para cada persona ese sonido puede ser distinto, para algunos puede ser un disparo, para otros puede ser el de la frenada de un automóvil porque es el último sonido que escuchó. Creo que el sonido de la muerte y la guerra es un sonido muy personal, pero seguramente hay un sonido que es común a todos esos y es el sonido del llanto.

¿Y para Gustavo Santaolalla a qué suena el fin de la guerra?
Y el fin de la guerra de alguna manera significa llegar a lo contrario de la guerra que es la paz, y la paz es el poder simplemente estar y disfrutar de las cosas como son, llegar a un estado de armonía que permite que uno no entre en conflicto con las cosas. Porque la guerra no es solamente contra otros, a veces la guerra es con uno mismo, es una guerra interna por muchas cosas que tenemos que superar, cosas que tenemos que perdonarnos y perdonar a otros. Por eso creo que el sonido común de la paz es el silencio y expresado en una sonrisa.


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La película, siento, es musicalizada en su mayoría por una especie de ambient melancólico en su mayoría, que me recuerda algunas cosas de Brian Eno, aunque tiene momentos en los que las percusiones selváticas y rituales invaden un solo un par de escenas.
Tiene también intervenciones del ronroco que te traen a tierra pero con una cosa muy elevada, porque yo encontré algo en ese instrumento que es esa espiritualidad, una cosa dual que por un lado te trae a la tierra, porque es un instrumento conectado con la tierra y lo étnico, pero al mismo tiempo te eleva porque tiene un sonido como de altura que es de donde viene finalmente el instrumento que es de los Andes. Yo creo que también hay ahí mucho de Marc Silver, el director de la película que supo qué poner dónde, porque en eso no participé mucho por la misma forma de trabajar que es aportar la música y que después el director más o menos maneje donde la quiere utilizar. Lo que tenía claro era el tema que sale en el final, porque sí quería algo que cerrara un poco con la alegría que nos representa haber tenido este logro increíble. Y ese tema sí de alguna manera nos trae a tierra, nos invita a celebrar el momento.

Justamente aterrizando en el mundo actual donde el reggaetón y los ritmos urbanos se están apoderando de los charts, ¿cuál crees que será el futuro de la música?
He visto muchas cosas en los casi 50 años de carrera, muchos cambios. Creo que un poco hemos visto cómo los chicos dejaron de comprar guitarras eléctricas y empezaron a comprar turntables y empezaron a aparecer DJs y a vincularse con la música electrónica, y ahora el reggaetón. Creo que son todos movimientos válidos e importantes y siento que de todas maneras lo que es el espíritu del rock, que no es ningún estilo de música, dirige a los jóvenes del mundo a expresar su insatisfacción y ese espíritu no va a morir nunca, porque en todas partes del mundo va a haber jóvenes que quieran expresar su forma de ver el mundo. También creo que el péndulo se va a mover en algún momento más por el pop o la música pasantista, pero es una cuestión de tiempo. Vas a ver que en cualquier momento vuelve el péndulo y estamos otra vez en el punk, el grunge, o no sé cómo se va a llamar pero va a tener que ver con los jóvenes y con algo que va a sacudir el mundo musical. Yo lo espero siempre con los brazos abiertos

Para una persona que ha dedicado su vida a la música con tanta pasión de lo que significa aportar a la música, qué crees que te frustraría de la industria musical en un futuro.
Lo que me me frustra y me preocupa es la privación de la libertad. O sea, hay muchas maneras de ejercerla, a través de la uniformidad, a través de lo que es la inteligencia artificial, que es uno de los grandes peligros de la humanidad. De hecho tengo entendido que un sello, no sé cual, está por sacar un álbum todo hecho por inteligencia artificial, o sea, hoy en día una computadora te puede escribir una canción como la de Adele, puede estudiar cuáles son las cosas que hacen a una canción un éxito y reproducirla de otra manera y que sea "distinta". De alguna manera eso va carcomiendo la libertad, te va cerrando y te va haciendo perder la visión. Eso es lo que me preocupa, que la música no se pueda seguir expresando libremente, porque el sistema es muy duro y por supuesto la música siendo un medio de expresión tan popular, tiene que conservar siempre la posibilidad de ser libre.

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El fin de la guerra se proyectará en Colombia a partir del 21 de septiembre y hasta el 24. Más información por aquí.