Recuento de los epítetos raciales en el boxeo profesional
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Recuento de los epítetos raciales en el boxeo profesional

Desde la época de Jack Johnson hasta el apogeo del boxeo británico en los 90, el color de piel ha sido utilizado para definir a boxeadores y vender peleas.

A pesar que el color de la piel y la segregación en los Estados Unidos evitaron que muchos boxeadores negros disputaran peleas de campeonato ante rivales blancos, la última década del Siglo XIX fue testigo de cómo un nombre llamado George Dixon se convirtió en el primer campeón mundial negro en cualquier división. Oriundo de Halifax, Nova Scotia, Dixon también fue el primer boxeador canadiense en coronarse monarca mundial al noquear al peleador británico Nunc Wallace en Londres –por ende burló las leyes estadounidenses de segregación– y ser nombrado el mandamás de peso gallo en el verano de 1890. A pesar de sus 1.60 metros de altura, Dixon fue un golpeador formidable y astuto estratega que se convertiría en el campeón pluma a finales del mismo año, y así quedarse con una rebanada de aquel pastel llamado historia. Dixon era apodado, en parte por su ligera y pequeña complexión, "Little Chocolate".

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Desde luego, la altura de Dixon no fue la única razón detrás de su apodo. Fácilmente pudo haber recibido el sobrenombre "Cara de bebé" por sus rasgos joviales, pero el factor decisivo de que esto no sucedería fue el color de su piel. Los epítetos raciales eran completamente populares en los primeros días del boxeo sancionado, y el origen étnico se usaba, en muchas ocasiones, para vender peleas cuando el racismo en los Estados Unidos y en la Europa colonial prevalecía en forma de pseudociencia, filosofía, y políticas gubernamentales. Esta práctica era bastante obvia para Jack Johnson, cuya carrera estelar estuvo definida por la prensa estadounidense, promotores, y la fraternidad boxística por tratarse de un caso de negros contra blancos.

Para ser uno de los pesos completos con más poder de todos los tiempos –y uno de los más astutos e innovadores de su era–, Johnson debió ser celebrado por su capacidad atlética, poder, y pulcra habilidad para contragolpear. En lugar de todo esto, Johnson era vendido implacablemente como el representante de los afroestadounidenses; sobre todo de cara a su pelea con el excampeón mundial británico Bob Fitzsimmons. Luego de derrotar a Fitzsimmons en dos rounds en julio de 1907, por fin Johnson recibió una oportunidad para disputar una faja mundial ante el canadiense Tommy Burns en Australia. Johnson había perseguido en vano al campeón invicto James J. Jeffries antes de enfrentarse a Burns, pero su rival blanco se había negado a enfrentarle. después de dos años de ir detrás de Tommy Burns, Johnson y su representante convencieron al oriundo de Ontario pelear en Sídney. El brutal choque de 14 asaltos resultaron en la coronación de Johnson como el primer campeón negro de peso completo en todo el planeta.

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Esto provocó un caldero de tensiones raciales en los Estados Unidos, donde la segregación y el racismo de jure, particularmente en los estados sureños, –sin olvidar el pique entre el sur y el norte, y los legados económicos y sociales de la esclavitud– hacían de Johnson un tema más que incómodo para los estadounidenses blancos. Aunque Johnson era conocido generalmente como "El gigante de Galveston" por sus raíces en Galveston, Texas, llegó a ser nombrado en la prensa con una variedad de epítetos racistas que eran desagradables, incluso para los estándares de la época. Sus rivales blancos también contaban con su repertorio, como "La gran esperanza blanca" para el siguiente rival que lograse despojar a Johnson de su título mundial. El afroestadounidense derrotaría a James J. Jeffries en "La pelea del siglo", provocando disturbios raciales y festejos en las comunidades negras que vieron en la victoria de Johnson un acto simbólico.

Sinceramente -en un sentido puramente cínico y, sin importar, la carnicería de las secuelas- colocar a Johnson contra la idea de "la siguiente esperanza blanca" fue una de las estrategias de marketing más efectivas en la historia de la humanidad. Los epítetos raciales usados en ambos bandos ayudaron a generar interés en las peleas de Johnson, y su carrera se convirtió más en un fenómeno social febril que en una serie de peleas de boxeo. A pesar de que había mucha gente que se creía el concepto de "la gran esperanza blanca" en aquel entonces, los promotores que organizaron las peleas de Johnson debieron darse cuenta, al igual que ser racistas, que se trataba de una práctica muy lucrativa.

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Sin duda, había varios boxeadores negros a los que Johnson les negó la oportunidad de disputar su campeonato, entre ellos Sam Langford, peleador nacido en Canadá que se mudó a Massachusetts. Langford tenía uno de los apodos más racistas de su época, y hasta en los recintos donde peleaba le decían "El bebé chapopote de Boston". Ya que contemporáneos como Klondike y Harrys Wills eran conocidos como "El Hércules negro" o "La pantera negra", respectivamente, los sobrenombres raciales eran una norma desafortunada entre los boxeadores de color en Estados Unidos, profesionales como amateur. Las alusiones a la mitología clásica y el reino animal eran intentos de promotores para explotar los estereotipos de peleadores negros, y presentarlos como algo extranjero y exótico. Por su parte, los apodos de Langford parecían intencionados para menospreciar y añadir un toque sensacionalista al peleador, al usar su color de piel para provocar los prejuicios del público.

Aunque el origen étnico nunca sería utilizado de la forma que se explotó para referirse a Johnson, el uso de los epítetos raciales continuaría para nombrar a peleadores estadounidenses. El siguiente gran campeón mundial negro de peso completo, Joe Louis, era conocido como "El bombardero café", pero la prensa estadounidense llegó a decirle de muchas formas: "El destructor de caoba", "El golpeador chocolate", y "El coco del safari", entre otros. Muchos promotores llegaron a creer que la mejor forma de vender las peleas de Louis era haciendo un exagerado énfasis en su color de piel. Sus peleas se llevaron a cabo con la Segunda Guerra Mundial como telón de fondo, y su victoria en 1935 sobre el campeón italiano Primo Carnera –convertido por los medios como el emblema del facismo de Benito Mussolini– fue vista como un acto simbólico por África, luego de la invasión del Imperio etíope ese mismo año.

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Joe Louis nació en Alabama, y se supone que tenía ascendencia cherokee al igual que herencia afroestadounidense. El hecho de ser representado como el campeón de África sólo él pudo desmentirlo o confirmarlo. En sus dos peleas con el peso completo alemán, Max Schmeling, quien a pesar de su resistencia pasiva contra el Partido Nazi fue utilizado como propaganda nacionalista, se llevó a cabo una dinámica similar. Cuando Schmeling derrotó a Louis en su primer choque en 1936, los nazis tomaron la victoria como evidencia del éxito de la doctrina aria, y se organizaron desfiles en honor de Schmeling. Cuando Louis lo venció en la revancha dos años después, el acto fue un ataque directo al ego de los supremacistas, y por lo tanto podemos concluir que Louis dio un golpe incidentalmente bueno.

Joe Louis y Max Schmeling reunidos en 1960 // PA Images

El éxito del "Bombardero café" fue visto con vergüenza por la Alemania nazi. Ya que muchos estadounidenses negros y blancos se unieron para apoyarlo, los triunfos simbólicos de Louis sobre el Eje quizá hayan provocado un bien social en los Estados Unidos. Sin duda, después del ascenso de Muhammad Ali y el movimiento de los derechos civiles, los epítetos raciales en el boxeo se hicieron cada vez menos populares. Ali fue simplemente "El más grande", y después de su envidiable carrera la relación entre el boxeo y la raza nunca sería la misma.

Ali no se salvó de los epítetos raciales para menospreciar a sus rivales, como aquella vez que apodó a Joe Frazier, "Tío Tom". Sin embargo, el racismo insoportable de promotores y la prensa perdió terreno en el mercado popular, al menos sí en el ámbito boxístico. A pesar que Ken Norton, el hombre que originalmente haría el papel de Apollo Creed en las cintas de Rocky era ocasionalmente apodado "El Hércules negro", no pasaba más allá de un recuerdo de días peores. El boxeador Roger Mayweather fue apodado "Mamba negra" durante su apogeo en los 80 y 90, apodo que él mismo se puso mientras veía un programa de naturaleza.

Algunos sobrenombres con carga racial han soportado el paso del tiempo para los peleadores latinos en Estados Unidos, por ejemplo, el excampeón wélter argentino Marcos Maidana –retirado en 2014 después de perder dos veces ante Floyd Mayweather– conocido como "El chino" por sus rasgos asiáticos. Maidana heredó el sobrenombre de su hermano mayor a quien le conocían así; el apodo es una palabra común en algunas partes de Sudamérica. La era dorada del boxeo británico tampoco quedó exenta.

Hoy en día, en Gran Bretaña como en los Estados Unidos, los epítetos raciales han desaparecido casi por completo en el boxeo profesional. Aunque a veces el origen étnico y la nacionalidad son utilizados para vender peleas –los estereotipos parecen haber mutado en monopolios en la lucha libre profesional–, las acusaciones de racismo pueden pasar a un segundo plano donde el dinero manda. Los días de Jack Johnson y su lugar en el centro de una cruda batalla de razas son parte del pasado. Sin embargo, ante el aparente resurgimiento de un nacionalismo blanco estadounidense, no debería extrañarnos que los epítetos raciales volviesen a aparecer arriba de los encordados.

@W_F_Magee