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ESPAÑA

Las sombras olvidadas: ex escoltas del País Vasco en pie de guerra contra el Gobierno

Tan sólo el 19 por ciento de los miembros de seguridad privada que protegían a políticos amenazados por ETA han sido recolocados. Los ex escoltas se quejan de la actitud del Gobierno y denuncian las situaciones laborales denigrantes que les tocó vivir.
Imagen por Vincent West/Reuters

"Nuestras familias se están muriendo de hambre y dos compañeros se han suicidado. Un compañero de 48 años de Cantabria se pegó un tiro con una escopeta de caza porque no aguantaba más esta situación y se sentía abandonado", explica a VICE News Manuel Jiménez, presidente de Las Sombras Olvidadas de Euskadi y Navarra, una asociación de ex escoltas que prestaron servicios de protección privada durante los años de actividad de la banda terrorista ETA.

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"La situación es tan extrema que yo mismo me he planteado el suicidio", cuenta este escolta sin trabajo desde octubre de 2011, dos días después de su acción de protesta en la tribuna del Congreso de los Diputados español.

Este 30 de junio los últimos escoltas del País Vasco en activo dejarán de trabajar y exigen al Gobierno que cumpla su "compromiso verbal" de reubicarlos en otros puestos de trabajo.

Según datos de la asociación, en 2011 se quedaron sin trabajo 1.000 escoltas y en 2012 otros mil de los 3.500 escoltas que había solo del sector privado en el País Vasco y Navarra.

'La situación es tan extrema que yo mismo me he planteado el suicidio'.

Manuel, que lleva tres años en paro y ya no recibe ningún tipo de prestación, trabajó entre 2003 y 2011 protegiendo diferentes cargos políticos, entre los que se encontraba Isaías Carrasco, asesinado por ETA en 2008. Jiménez había renunciado a su escolta días antes.

"Nos sentimos totalmente engañados por el Gobierno. Hemos contactado con el bufete de abogados de Baltasar Garzón para ver si accede a llevarnos la denuncia que vamos a interponer al Gobierno", destaca Manuel Jiménez.

Según datos del Gobierno mencionados por Europa Press, sólo un 19 por ciento de los escoltas privados que perdieron su puesto de trabajo en el País Vasco y Navarra han podido ser recolocados en la vigilancia de los perímetros exteriores de los centros penitenciarios, a través del plan del Ministerio de Interior que ha sustituido a la Guardia Civil por la seguridad privada. Un dato de reubicación que Manuel Jiménez "rebaja a no más del 10 por ciento".

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Más allá de la vigilancia de los exteriores de los centros penitenciarios, la asociación Las Sombras Olvidadas de Euskadi y Navarra propone la vigilancia de las víctimas de violencia de género, programas de protección de testigos, participar en operativos contra el terrorismo yihadista o trabajar en embajadas y lugares de la diplomacia española.

También tienen la intención de ofrecer sus servicios de escolta a los gobiernos de diferentes países como México y Colombia, estados con altos índices de violencia y crimen.

Denuncia de las condiciones laborales

"A la situación actual se suma toda la miseria que hemos tenido que aguantar durante nuestros años de servicio", denuncia Manuel Jiménez. "Por ejemplo, que alguien llame a María San Gil por teléfono y le diga: '¿te apetece un cafelito?'. Y tener que ir de Vitoria a San Sebastián para estar un rato en una cafetería y volver para Vitoria de nuevo", manifiesta.

"Como esos abusos hemos sufrido miles. Después de una jornada de trabajo de 17 horas y terminar a las 2.30 de la madrugada, que el protegido te diga: 'mañana a las 7.30 tengo que salir'. Acabas a las 2.30 y llegas a casa a tu casa a las 4. Si has quedado con el protegido a las 7.30, el protocolo exige que tengas que llegar a las 7.00 para verificar la seguridad de la zona. Vigilar contenedores, los vecinos que haya por la zona…Y hacer todo eso sin prácticamente sin haber dormido", cuenta indignado Jiménez.

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'He vivido situaciones dantescas como tener que ir a comprar cocaína con el protegido'.

"Hemos tenido que pagar el gasoil de los coches oficiales porque te daban una asignación mensual y si esta asignación mensual no llegaba porque habías hecho algún viaje largo, tenías que poner tú mismo el dinero de tu bolsillo porque si el coche oficial se quedaba parado era causa de despido", recuerda.

Manuel Jiménez, asegura que está explicando todo lo que tuvieron que aguantar durante el ejercicio de su trabajo porque ya no tiene nada que perder y la situación es límite. Apunta a que con varios compañeros están pensando acudir a los medios de comunicación para explicar todas las penurias y situaciones laborales denigrantes que tuvieron que vivir en primera persona.

"He vivido situaciones dantescas como tener que ir a comprar cocaína con el protegido o entrar con el protegido a un bar y con la tarjeta de crédito del ayuntamiento invitar a todos los presentes cuando yo en muchas ocasiones tenía que pagarme mis propias comidas", denuncia Manuel Jiménez.

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Sigue a David Meseguer en Twitter @davidmeseguer