Las líneas de Andrés Torres

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Fotos

Las líneas de Andrés Torres

En sus fotos la luz es la gran protagonista porque ella, en sus imágenes, es la vida misma. Él y la luz tienen una comunión perfecta.

El principio básico de la fotografía: la luz.

La etimología: "escribir con luz".

La oscuridad: la ausencia de ella.

Pero a los ojos de un fotógrafo como Andrés Torres hasta la misma oscuridad está llena de luz.

Mi primer recuerdo de él es el de un muchacho introvertido y serio escondido detrás de un abrigo negro. Lo único que se destacaba era unos abundantes rizos negros.

Por esa época trabajaba en el archivo fotográfico del diario El Espectador. Yo sabía poco de él, apenas que era el nuevo muchacho del archivo, el muchacho del abrigo. Supe de sus deseos de ser fotógrafo un día en que Herminso Ruiz, uno de mis compañeros, me dijo: "Ese chino quiere ser fotógrafo, ¿qué tiene que hacer?" Le dije: "Dígale que me traiga el book". Herminso me respondió con un contundente "solo tiene esto" y me entregó un pequeño puñado de negativos en blanco y negro. Yo lo miré con desconcierto y le dije: "Dígale que saque las copias en papel y las vemos". No sé qué le habrá dicho Herminso, la cuestión es que al muchacho del abrigo no lo volví a ver.

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Unos años más tarde abordé un buque norteamericano de ayuda humanitaria que llegaría a Tumaco; la novedad era que el cantante Juanes lo recibiría en esa ciudad. Para algunos, los fotógrafos actuamos como una jauría de depredadores persiguiendo una presa y evidentemente perseguíamos al cantante como tales. En medio de la cacería reconocí al muchacho del abrigo, pero ya sin él; en su lugar se abrigaba con una cámara y unos cuantos artilugios de fotografía. En ese momento tuve una sensación extraña: me sentí muy orgulloso de alguien que no conocía. Nos encontramos en el avión de regreso a Bogotá, no aguanté las ganas de preguntarle qué había pasado ese día. "¿Por qué no me llevó las fotos?", y él me dijo: "Me dio pena, sabía que me faltaba mucho".

Él ya trabajaba en Colprensa, una agencia nacional de noticias, ya había acabado sus estudios de diseño y comunicación visual y había ganado una beca para estudiar fotografía en la Universidad de los Andes. Nos despedimos como se despiden los recién conocidos, intercambiamos teléfonos y nos prometimos hablarnos algún día. Ese día llegó tres años después. Andrés Torres ya era reconocido como una de las grandes promesas de la reportería gráfica. Quedaba una vacante en El Espectador y me dijeron que él quería trabajar con nosotros. Lo llamé y durante la entrevista me dijo: "mi sueño siempre ha sido trabajar aquí". Yo sonreí y le dije: "Mi sueño, desde hace cinco años, ha sido trabajar contigo". Nos reímos.

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Durante estos años aprendí que detrás de ese muchacho serio e introvertido habita un apasionado del arte fotográfico, inquieto, siempre inconforme con su trabajo. Eso es lo que él ve.

Lo que vemos los demás mortales en sus fotografías son imágenes llenas de sensibilidad, no solo por lo que trasmiten sus protagonistas, sino por la sutileza con que la luz las decora con maestría. En el trabajo de Andrés, la luz es la gran protagonista porque ella, en sus imágenes, es la vida misma. Él y la luz tienen una comunión perfecta.

Andrés siente que las metas como reportero gráfico hasta ahora están casi cumplidas y por eso desea profundizar en el camino de la fotografía conceptual y artística. Un reto nada difícil para alguien tan talentoso, quien siempre quiere encontrar la razón de las sin razones de la vida. Eso sí, advierte que nunca dejará la reportería.

En el mundo de la reportería gráfica a veces el ego es más grande que el talento. Torres no se jacta, él se cuestiona, y eso es lo que lo ha llevado a ser lo que es; asume con humildad sus triunfos profesionales de la misma manera que acepta las derrotas de su equipo del alma: Santa Fe, otra de sus pasiones. Algunas veces sus colegas lo hemos visto conmoverse de impotencia mientras obtura su cámara ante una nueva derrota o llorar de alegría ante una nueva victoria.

En la vida el destino nos marca diferentes caminos, unos con alguna dificultad, pero solo los verdaderos guerreros de espíritu son capaces de trascenderlos, de superarlos y de rehacer el camino tras cada huella. Lo que hace a Andrés Torres realmente inmenso es tener la capacidad de ver luz donde los demás solo vemos 'oscuridad'.

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Andrés ha trabajado en diferentes medios nacionales como Colprensa, El Tiempo y El Espectador. Ganó durante dos años consecutivos el premio de fotografía Álvaro Gómez Hurtado (2011-2012), además de participar en la exposición de finalistas del segundo premio de fotografía National Geographic y Canon. Para ver más de su trabajo haz clic ​aquí

Nelson es editor de Fotografía de El Espectador.