Sabrosiamos con Mariel Mariel, aullamos con Goli y perdimos el control con Los Pirañas

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Música

Sabrosiamos con Mariel Mariel, aullamos con Goli y perdimos el control con Los Pirañas

Estuvimos rodando por Armando y Latino Power durante la tercera jornada del Hermoso Ruido. Los ganadores de esta vuelta: Goli y Los Pirañas.

Fotos por Felipe Vallejo.

A eso de las 4:30 en el auditorio de Armando Records habían, si mucho, siete personas para la presentación de Mariel Mariel. Ver ese recinto tan fantasma daba un poco de penita, la verdad, pero así es este juego. Naturalmente el toque de la chilena arrancó frío y sin embargo, dejó claro su planteamiento de entrada: ella es una especie de gitana del gueto latinoamericano. Lo suyo es un performance picante y altanero, una caricatura de la vida en los trópicos de barrio ambientada por una banda sonora cuasi champetera y unas rimas de dibujito animado. Para su tercera o cuarta canción, menos mal, llegó una oleada de público que renovó de gasolina su acto, más una bailarina que se tomó el escenario y avivó con ella un número de danza urbana que en cuestión de minutos volteó la torta de la tarde. Puntos adicionales: Kike Egurrola de Bomba Estéreo fue invitado para pegarle al cuero. ¡Yuju!

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Después de la chilena vino el anticipado toque de Goli con banda completa, ya que el viernes se había presentado en Tonalá en un formato acústico. El acto de Sara Rodas tiene algo de autismo infantil, algo de cajita musical, algo de delicada artesanía femenina y sobre todo, algo de raye. Cierto ruido que viene desde adentro y que hace que su lamento sea suyo y que no suene al mismo sirirí al que nos tienen acostumbradas las reinas de la música melodramática latinoamericana. El universo de Goli no es genérico. Es su sistema nervioso manifestándose. Y su banda en vivo, formada por sus amigos de siempre, está completamente compenetrada en torno a la bonita misión de ayudarle a la Sarita en su catarsis. Las canciones logran eso del escalofrío. Dan en el blanco.

La tarde en Armando Records la cerró Balancer, con un acto que ya nos había parado los pelos. A medio camino entre un Tame Impala y un Phoenix con colores psicodélicos y un efectismo sonoro del más allá, definitivamente son una de las buenas noticias de este festival. Hay que decir que su baterista Gabriela Jimeno es un pequeño monstruo de los platos y es un completo placer contemplarla tocando.

Más tarde en la noche cogimos para Chapinero, donde a las 11 arrancaban Los Pirañas, Eblis, Pedro y Mario, tres amigos de colegio que se juntaron hace años para hacer la fusión más corrosiva de la geografía nacional: algo que mezcla garaje, punk, noise, cumbia, salsa, psicodelia y un largo extra de ingredientes musicales para servir un plato bailable que, ante todo, es un manifiesto generacional. Mejor dicho: Los Pirañas son el power trío de Colombia. Punto final. Justo cuando su toque llegó el clímax y el respetable ya había llegado al pogo tropical, el cronómetro marcó la hora del final. Apenas media horita para Los Pirañas es pura eyaculación precoz. Y ni los gritos de “¡otra!” sirvieron para revertir el mal.

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A continuación venía Centavrvs, una banda mexicana que teníamos muchas ganas de ver, pues durante los últimos años ha venido generando ruido en su país tanto por su concepto “innovador” como por su respaldo (básicamente, algunos de los nombres más poderosos de la industria alternativa de este lado del charco). El grupo, que iza las banderas de la nueva música mexicana, es el típico ejemplo de una buena idea no tan bien ejecutada. Los chicos son grandes músicos, sin duda, pero su pozole tiene más condimento que sustancia. Sus canciones, desvertebradas en el ánimo de innovar a partir de la desbordada mezcla de elementos (su acto integra narrativa folclórica y música regional mexicana, dub, electrónica, rock, cumbia, dos guitarras, bajo, acordeón, 67 voces, todo tipo de percusiones menores, dos computadores, dos tornamesas, máquinas y un larguísimo etcétera que también incluye rituales chamánicos en jeans con todo e incienciario en mano), desdibujan el motivo de la banda. ¿Qué es Centavrvs? Claramente existe una pregunta fundacional, que por demás es tan pertinente como urgente en el contexto de una  poscolonia tan salvaje como la que vive el hiper-hipster DF: ¿cómo hacer una música mexicana contemporánea? Pero a la respuesta, creo, le falta más peyote y menos Cool Aid. Sin duda es un proyecto ambicioso, pero creo que también es el retrato de una confusión cultural. Y de una pregunta por la identidad que, por ahora, aparece más como respuesta a una tendencia que a un dolor político real. Una lástima, pero en vivo, Centavrvs es una banda que no está a la altura de su hype.

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La noche se cerró con la presentación de los Milmarías y una explosión tropicósmica inesperada. Con un frontman bastante extraterrestre, un baterista poderoso llamado Gregorio Merchán y un guitarrista champetero espacial, después de un largo sueño, al parecer la banda bogotana viene recargada con nuevo disco y un concepto que hermana los clichés del trópico colombiano con los de Cosmos de Carl Sagan. Eso sí: otra banda con exceso de rider en el escenario.

Jornada divertida en el Hermoso Ruido. Diversión para chicos y grandes.

Milmarías y su guitarro champetero espacial.

Milmarías.

Cantante de Centavrvus.

Centavrvus.

Los Pirañas, el power trío de Colombia.

Eblis de Los Pirañas.

Gabriela Jimeno de Balancer.

Balancer

Goli Goliat en plena catarsis.

La Mariel Mariel botándola todita.

Mariel y su bailarina.

La Goli Goliat.

Goli.

Vocalista de Balancer.