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Deconstruyendo la feminidad con la artista Aimee Leigh

Nos encontramos con la artista para hablar del porno vintage, el deseo sexual y lo que se siente ser mujer en estos tiempos.

¿Qué es suave, rosado y súper femenino? Cualquiera de los numerosos trabajos de la artista australiana Aimee Leigh. A través de la reelaboración del porno vintage con filtros digitales de la cultura popular, con yuxtaposiciones de selfies en su habitación con retratos renacentistas, Aimee busca desconstruir la idea canónica de feminidad a través de una estética hipersexual. Voyerista y ultrafemenina en su aproximación, la artista critica desde la sexualización de las jóvenes celebridades hasta la objetivización y fetichización de la niñez.

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Mientras que Aimee se prepara para su segunda exposición en Melbourne, conversamos con la artista sobre la obscenidad en el sexo, sobre vaginas abstractas y la erótica de los años 70.

Fotos cortesía de la artista.

Cuéntanos un poco más sobre ti. ¿Dónde creciste?

Crecí en un pequeño suburbio a las afueras de Melbourne y luego, cuando comencé mi bachillerato, me mudé cerca a la playa. Siempre he estado enamorada de las papas fritas de McDonald's, los nuggets, la Coca-Cola y las salsas agridulces. ¡Ah! Y de cualquier cosa que tenga que ver con la obscenidad de los 70.

¿Cuándo te interesaste por primera vez en el arte?

Siempre me interesó cualquier tipo de autoexpresión, desde el perfomance, las obras escritas o verbales, la fotografía o algún otro medio de exploración personal. Mi aproximación al arte está directamente vinculada con internet. Lo descubrí mucho antes de que comenzara el bachillerato, y me encantaba. Pero a mi mamá nunca le gustó que estuviera tan obsesionada con lo virtual, lo que, a fin de cuentas, parecía algo bueno. Pero entre los 13 y 14 años, compré un computador y llevé mi interés por lo virtual y por el arte a otro nivel. Esto me cambió para siempre.

¿Quién te inspira?

Por Dios. Todo: Chicas. Mujeres con curvas. Mujeres cubiertas de aceite de coco mostrando sus tetas, un pésimo bronceado y unos ojos estrábicos. El culo de las mujeres. Mi propio trasero. Una buena edición setentera de Playboy. La noción entera, tanto estética como filosófica, de la pornografía. El consumismo. Lo pegachento y grasiento de la comida chatarra. McDonalds y su propaganda. La publicidad de Coca-Cola. El sueño americano. PhotoBooth. Un sillón inmundo de los 70. Los personajes femeninos de películas como Goodfellas y Casino. Instagram. La tierra caliente y las praderas verdes. Pero también me inspira el pasto seco y los campos de heno. La conformidad. La controversia. El horrible granulado de las viejas cámaras de video y las grabaciones hechas por manos temblorosas. Mi novio. La Barbie, My Little Pony, Bratz y las princesas de Disney. Películas como Lovelace, Lolita, On The Road, A Dangerous Method y Adventureland.

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¿Qué es lo que intentas hacer con tu obra?

Últimamente, sólo quiero expresarme. Quiero proyectar mi amor por el sexo, por la sexualidad, por la juventud femenina y quiero jugar alrededor de estas exploraciones y explosiones.

¿Cómo describes tu estética?

Suave, esponjosa y erótica.

Mucho de tu trabajo se centra en la juventud femenina. ¿De dónde nace este interés?

Siempre fui muy 'femenina'. Me encantaban las diademas, los tutús y amaba pintarme las uñas de rosado. Pero a medida de que fui creciendo, esta ola de feminismo contemporáneo fue evolucionando paulatinamente y la noción de la "feminidad" y la idea de "ser una mujer" comenzaron a fascinarme. Además crecí bastante rápido. Sufría de angustia emocional y me perdí toda la asquerosa y brutal, pero linda, parte de ser adolescente. Honestamente, estoy fascinada por el poder que las mujeres ejercemos sobre los hombres en el mundo. Me deleito con este aspecto como lo hace una niña mocosa comiendo helado.

¿Tu arte existe fuera de internet?

Me gustaría pensar que sí.

En muchas de tus imágenes la vagina es representada con formas abstractas. ¿Por qué aludes a una referencia metafórica y abandonas lo literal?

Bueno, en realidad, suelo hacer las dos. Me gustan las alusiones deliberadas y los comportamientos libres de remordimiento. Me gusta detenerme en lugares extraños para captar esas tendencias escondidas que pueden hacer reflexionar a la gente.

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La mayoría de las representaciones de la sexualidad femenina está definida por el hombre. ¿Cómo podemos cambiar esto?

Necesitamos apropiarnos de nuestra sexualidad inmediata. Tenemos que explorar nuestros propios deseos eróticos y nuestra identidad sexual como mujeres sin la ayuda de los hombres.

Me encontré una foto en la que yuxtapones pinturas clásicas con chicas webcam y me pareció muy interesante. ¿Podrías explicarnos un poco de qué se trata esto? Esa foto evolucionó del sitio web y proyecto Camgirlsproject, de Vanessa Omoregie. Esta artista le pidió a varias mujeres que subieran sus fotos tomadas en PhotoBooth. Con una simple técnica, Omoregie convierte los autoretratos en la representación de una obra de arte. Mandé mi foto y me sorprendió lo bien que funcionaba la paleta de color de mi autoretrato con el trabajo hecho por Omoregie. En ese momento entendí que no había mucho más qué decir: los sujetos femeninos de las obras de arte, de diversos movimientos artísitcos, eran casi siempre desnudos. Quería resaltar esto porque en ese tiempo estaba trabajando en varios semidesnudos y autoretratos en línea. Sentía que trabajar sobre el desnudo y la representación femenina era muy importante. Todavía lo es.

¿En qué estás trabajando actualmente?

Estoy construyendo, lentamente, una serie creada con pornografía vintage y mis propias creaciones fotográficas. En la obra, les hago zoom a escenas pornográficas y les tomo pantallazos. El resultado son imágenes hiperpixeladas y eróticas. Todo es carne, imagen granulada y rosado. Quiero enforcarme en este proyecto para que haga parte de la exposición de Melbourne.

Visita la página de Aimee Leigh.