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Cultură

Hablamos con un médico que practica la castración química a pedófilos

El doctor Scott Woodside nos explica cómo funciona realmente el proceso de castración química y cómo se administra a los hombres condenados por delitos sexuales.

Foto vía usuario de Flickr ZaldyImg.

El mes pasado se celebró la audiencia para sentencia de Gordon Stuckless, uno de los pedófilos más notorios de Canadá, para quien la fiscalía pidió una condena de 12 años de prisión.

Stuckless fue declarado culpable de un delito de abuso sexual a 18 niños menores de edad cuando trabajaba como entrenador de hockey y técnico de mantenimiento en el estadio Maple Leaf Gardens de Toronto entre 1965 y 1985. Pese a considerarlo "un pedófilo en serie muy prolífico", la fiscalía decidió no calificarlo como reincidente peligroso, lo que le habría costado a Stuckless una sentencia de prisión indefinida. Esto se debe, en parte, a que su abogado, Ari Goldkind, adujo que su cliente no había cometido ningún delito desde que se había sometido a la castración química en 1997.

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Pero ¿en qué consiste exactamente la castración química?

El término, sin más contexto, evoca imágenes de jeringas, dolor y miembros masculinos en estado de flaccidez permanente. Sin embargo, el proceso es tan sencillo como pasar varios meses tomando unas pastillas, según Scott Woodside, jefe de la clínica de conducta sexual del Centro para las Adicciones y la Salud Mental de Toronto (CAMH).

Entre el 25 y el 30 por ciento de los casos que maneja son de hombres adictos al porno o que luchan contra la infidelidad crónica

Woodside administra la castración química a "personas condenadas por delitos sexuales, generalmente cometidos contra menores de edad".

Actualmente tiene 40 pacientes en tratamiento, y entre 20 y 30 tomando antidepresivos para reducir su deseo sexual; entre el 25 y el 30 por ciento de los casos que maneja son de hombres adictos al porno o que luchan contra la infidelidad crónica, y el resto son agresores sexuales cumpliendo condena.

"La mayoría de los hombres que derivan a nuestra clínica están en régimen de libertad condicional".

Aseguraron haber dejado de masturbarse, perdido el deseo de tener relaciones sexuales, experimentado dificultades para tener una erección, y mayores problemas para alcanzar el orgasmo

Woodside, que es residente en la clínica desde 1995, aclara que el término "castración química" hace referencia a un fármaco supresor de andrógenos, suministrado en pastillas o en inyecciones intramusculares que reducen los niveles de testosterona.

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La inmensa mayoría de hombres sometidos a este tratamiento afirman "haber visto enormemente reducido su deseo sexual", según Woodside. Diversos estudios han demostrado que la castración quirúrgica (extirpación de los testículos) de los agresores sexuales reduce el riesgo de reincidencia en un 2-5 por ciento, efecto similar al que se cree que tiene la castración química.

"Aseguraron haber dejado de masturbarse, perdido el deseo de tener relaciones sexuales, experimentado dificultades para tener una erección, y mayores problemas para alcanzar el orgasmo".

El pederasta Gordon Stuckless ha estado sometido a un tratamiento de castración química desde 1997. THE CANADIAN PRESS/Chris Young.

Podría sonar horrible, pero Woodside asegura que sus pacientes suelen sentirse aliviados al dejar de obsesionarse constantemente con el sexo.

Si bien la castración química puede suprimir el deseo sexual, no existen pruebas de que modifique o elimine por completo la preferencia sexual de los sujetos por los niños

Según las investigaciones, por lo general la pedofilia es un trastorno incontrolable por parte de quien lo sufre, afirma Woodside. En CAMH se tienen en cuenta diversos factores a la hora de elaborar un diagnóstico, como el hecho de que sean los propios pedófilos quienes confiesen su problema, las posibles condenas previas y los resultados del "test falométrico", consistente en observar la respuesta del pene cuando al sujeto se le muestran imágenes de niños.

Si bien la castración química puede suprimir el deseo sexual, no existen pruebas de que modifique o elimine por completo la preferencia sexual de los sujetos por los niños. Woodside explica que anima a sus pacientes a que tengan relaciones sexuales con adultos, algo que la mayoría de ellos es capaz de hacer.

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"Pongamos que me encanta el helado de chocolate y que cada vez que paso por la heladería, me compro uno. Pero si un día voy y se ha acabado, ¿podría pasar con uno de vainilla o fresa? Por supuesto, porque sigue siendo helado, al fin y al cabo".

En los (poco frecuentes) casos de hombres que sólo son capaces de excitarse con niños, Woodside recomienda la administración de fármacos más potentes.

Una vez deja de tomar el fármaco, el sujeto vuelve a recuperar los niveles normales de testosterona en cuestión de un mes

Woodside explica que por lo general los tribunales no dictaminan que los pedófilos deban someterse a castración química (cuyos efectos secundarios incluyen pérdida de densidad ósea, dolor articular, aumento de peso y desarrollo de tejido mamario); la orden más firme con la que se ha encontrado obligaba a la persona a seguir las recomendaciones de su médico. Parte del trabajo de Woodside consiste en valorar qué riesgo hay de que los convictos puedan volver a delinquir mientras disfrutan de la condicional.

Woodside afirma que en este campo existe un debate sobre cuánto debería prolongarse el tratamiento de castración química. Una vez deja de tomar el fármaco, el sujeto vuelve a recuperar los niveles normales de testosterona en cuestión de un mes.

"Para quienes haya mucho riesgo de reincidencia, mi recomendación es que sigan con el tratamiento en el futuro próximo", señala. "Hay demasiado en juego tanto para la sociedad como para el propio sujeto". La realidad, no obstante, es que la mayoría de ellos deja el tratamiento en cuando salen de la libertaad condicional.

Para los sujetos con "riesgo relativamente bajo" de reincidencia, la alternativa a la castración química son los antidepresivos, uno de cuyos efectos secundarios es la reducción de la libido.

Woodside asegura que muchos de sus pacientes, entre ellos los criminales convictos, viven en un estado de negación absoluta de su atracción sexual por los niños y que las terapias grupales les ayudan a lidiar con algunos de esos problemas.

Sigue a Manisha Krishnan en Twitter.