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Preguntamos a algunas personas cómo descubrieron su fetiche

Se cree que la mayoría de los fetiches se definen por experiencias de la infancia.

Foto vía el usuario de Flickr Hubert J Sanford

A través de la historia, la gente se ha excitado con cosas además de las nalgas de otras personas. Hay fetiches para todo, desde los más comunes, como bondage y juegos de rol, hasta los más oscuros, como ver chicas atrapadas en arenas movedizas.

A mí, por ejemplo, me prende usar dildos ajenos. Sé perfectamente de donde salió este fetiche: cuando tenía 14 años de edad, mi mejor amigo se quedó en mi casa. Vimos Dracula, Dead and Loving It de Mel Brook y platicamos sobre sexo, sexo anal, para ser preciso. Estaba seguro de que me iba a encantar el sexo anal pero me dio la impresión de que a mi amigo no. Más tarde, mi amigo encontró un muñeco de Dennis Rodman que me regalaron de broma y de repente ya estábamos metiéndonos ese muñeco de Dennis Rodman en el culo. Al final dejamos nos olvidamos el muñeco y terminamos usando nuestros propios Rodman orgánicos.

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La mayoría de los fetiches se definen por experiencias de la infancia como la que describí. Los momentos que los definen no siempre son tan evidentes pero a menudo existe una conexión entre el despertar sexual y el objeto en cuestión. Un estudio que se realizó en la década de los 60 detalla cómo el fetiche de un hombre surgió a partir de una experiencia con los zapato de su tío durante la infancia: "Estaba solo en casa y vi los zapatos nuevos de mi tío. Me acerqué y empecé a oler el cuero nuevo, lo besé y lo lamí. Me excitó tanto que eyaculé. Desde entonces me prende [el cuero]".


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Si esto es cierto, ¿me pregunto qué tipo de experiencias detonaron el fetiche de caca, incesto y dominación? ¿Acaso tuvieron un momento de revelación? ¿Se vinieron justo después de ese momento? Para averiguarlo, consulté a algunos fetichistas.

Fetiche de caca

George* entiende por qué combinar caca con sexo no es para todos. Sin embargo, para él es "lo más íntimo que existe".

"Todos pasamos los primeros tres o cuatro años de nuestra vida castigados y avergonzados por el tema gracias a nuestros padres", explicó. "En 40 años, nunca se me ocurrió que eso podría ser sensual". Pero de pronto, algo cambió.

"Supe que me gustaba lamer anos desde los 18 años. Por casi 25 años, lamer anos era lo que más me excitaba. En ese entonces me prendía porque sentía que hacía algo más sucio que la mayoría. Hoy en día, ya no tiene nada de especial".

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La revelación de George ocurrió cuando conoció por internet a un tipo que le envió unos videos privados.

"En uno, le da la espalda a la cámara, se pone de cuclillas en la tina y hace popó. Después voltea con una enorme sonrisa en el rostro, la recoge y se la embarra por todo el cuerpo de una forma muy sensual. Luego toma un pedazo con forma fálica y empieza a lamerlo como si fuera un pene".

George dijo que "se paralizó" al ver el video. "La temperatura de todo mi cuerpo se elevó y descendió al mismo tiempo. Por seis meses traté de no ver ese tipo de videos pero no pude resistir. Me recordaba la vergüenza que sentía después de masturbarme pensando en chicos durante la pubertad. Ahora, a mis cuarenta y tantos, mis preferencias sexuales volvieron a ser tabú y 'sucias'".

Con el tiempo, George empezó a experimentar él solo con sus propias heces. Después encontró en internet a una comunidad que compartía sus gustos.

"Estás tocando algo que acaba de estar dentro de una persona. Es como decirle a esa persona 'muéstrame la parte de ti que se considera lo más sucio y vergonzoso, y verás que hasta eso me gusta'. Las experiencias que he tenido con otros hombres al jugar con su mierda son algunas de las más vulnerables y animales que he tenido", explicó.

"A veces me gustaría tener un switch para apagar mi gusto por la caca. Mi vida romántica y sexual sería mucho más fácil. Pero al mismo tiempo, sé que esta clase de cosas se vuelven tabú porque son muy poderosas".

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Fetiche de bragas y meterle un dildo a un chico

Lance Hart tiene 36 años, produce, dirige y protagoniza videos para su propia página web, PervOut.com (obvio +18). De vez en cuando aparece en videos para otras páginas fetiches como Kink.com. En el mundo del porno, es conocido por sus videos de dominación femenina donde las mujeres abusan de él, lo obligan a usar leggings o medias y lo penetran con dildos.

Si embargo, mucho antes de empezar a hacer porno, a Hart "le prendía la idea de las bragas y las medias. Sabía del sexo anal y me gustaba la idea pero aún era muy joven para eso".

Conforme fue creciendo, empezó a contarle a sus novias sobre su fetiche de las medias y las pantis pero nunca sobre su fetiche anal. "Tenía miedo de que corrieran a contarle a sus amigas", comentó.

Para cumplir su fantasía anal, contrató a una escort que lo penetró por primera vez. Después, "sentí una nueva excitación que creía que existía pero no estaba seguro. Eso abrió las puertas a una nueva forma de lujuria".

Hart dijo que si no fuera por esa experiencia, nunca se habría atrevido a trabajar en SeanCody.com, una página de porno gay donde la mayoría de los actores son hombres heterosexuales, donde inició su exitosa carrera en el porno fetiche.

"Ser honesto conmigo mismo sobre lo que me prende me ha dado mucho. Ahora tengo más confianza en mi fortaleza sexual como hombre. Ya no cuestiono mis fortalezas sexuales con las mujeres. Ya sé como ser yo mismo en la cama y eso ha cambiado todo en mis relaciones de pareja".

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Fetiche de negación del orgasmo

Mindi Mink, de 47 años de edad, es una estrella porno que se especializa en el fetiche de la negación de orgasmos. Mindi dijo que uno de sus juegos de la infancia fue lo que sentó las bases de su fetiche.

"Tenía una amiga en la escuela que a veces se quedaba a dormir conmigo y jugábamos a hacernos cosquillas o acariciarnos", explicó. "No importaba a qué jugáramos, siempre terminábamos acariciándonos en los brazos o las piernas. Nada sexual".

En ese entonces no lo asociaba con algo sexual; simplemente nos gustaba y se sentía bien. La primera vez que mi amiga tuvo sexo con otra mujer se dio cuenta de que le prendía este tipo de caricias y que era su fetiche.

"Esa mujer era la reina de la negación de orgasmos. Me tocaba de una forma muy sensual y luego se detenía. Hasta cuando le rogaba que siguiera, me respondía 'No, aún no estás lista'. Pero cuando por fin hizo que me viniera, fue el orgasmo más intenso de mi vida", dijo Mink.

Desde entonces, los orgasmos con este fetiche han sido extraordinarios.


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Fetiche de orina

Mark* es un hombre de 53 años de edad que vive en Los Ángeles. Le gusta tener sexo en baños públicos pero asegura que su verdadero fetiche es el olor de la orina.

"Cuando era niño mojaba la cama y me gustaba cómo olía en la mañana", explicó. "Despertaba con una erección y me masturbaba por la estimulación del olor".

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Desde ese entonces, su fetiche por la orina creció. Cuando era adolescente, le excitaba el olor de los vestidores. "No me prendían mis compañeros, lo que me prendía era su olor. El olor a pipí".

Mark dijo que a los 17 años de edad le dio sexo oral a un hombre mayor en un baño público. "Estaba tan excitado que me vine sin tocarme".

Hoy en día, Mark sigue teniendo sexo en baños públicos a pesar de que ya lo han arrestado por eso.

"En parte, lo que me atrae [de tener sexo en lugares públicos] es el peligro y saber que me están usando. El olor de la orina me estimula igual que el olor de un pan recién salido del horno, el aroma de una rosa o el sudor de alguien más".

Sigue a H. Alan Scott en Twitter.