FYI.

This story is over 5 years old.

Noticias

En el Cauca no están prohibiendo los piropos, la estrategia es mucho más grande

Un decreto expedido la semana pasada en un municipio de Cauca, que despertó polémica, hace parte de un proyecto de ONU Mujeres por cambiar la mentalidad de uno de los departamentos más violentos con las mujeres en el país.
Ilustración por Sara Pachón

Desde el pasado 25 de noviembre, Timbío, un pueblo en Cauca de 33 mil habitantes, se volvió noticia nacional luego de que su alcaldía expidiera un decreto con el que, según medios como El Espectador y El Heraldo, buscaba prohibir los piropos. La iniciativa, respaldada por la oficina de Enlace de Género de la Alcaldía de Timbío, estaba acompañada de seis avisos ubicados en puntos clave del municipio en los que se leía lo siguiente: "Eso que tú llamas piropo es acoso callejero y agrede e intimida a las mujeres", y buscaba crear conciencia sobre una de las violencias que afectan a las mujeres en el Cauca, en Colombia entera: la violencia en la calle. La de los comentarios morbosos y las miradas agresivas. Según me contó Andrea Pizarro, la cabeza de Enlace de Género de la Alcaldía, el decreto tiene la intención de sensibilizar y prevenir esta forma de violencia enfocado, sobre todo, en un uso particular del lenguaje que perpetúa violencias y desigualdades y que se considera normal a fuerza de ser cotidiano. Sin embargo, toda la parte de "prohibición" con la que los medios tiñeron la historia de Timbío es desacertada y, según Andrea, desafortunada. Es más, la nota de El Heraldo incluye un aparte que, asegura, es extraído del decreto —"Se prohíben silbidos, frases de mal gusto, piropos en la calle, a las mujeres de este lugar caucano"— que no se encuentra en el documento del Decreto 120 del 25 de noviembre de 2016 que Andrea le hizo llegar a VICE Colombia. "Esto no es una medida prohibitiva —me aseguró Andrea por teléfono un par de días después de que la noticia del decreto en Timbío llegara a El Tiempo y Caracol tv, a más público—. Nosotros no queremos meterle un problema más a la Policía o la Fiscalía teniendo en cuenta el nivel de conflicto en el país y en el Cauca. Queremos que haya un cambio comportamental, que es algo que se logra paulatinamente. En ningún momento queremos que una mujer piense: 'Me dijeron 'Qué negros tienes los ojos, entonces voy a denunciar', porque eso no está contemplado en el Código de Policía. Lo que hasta ahora estamos haciendo es levantar la mano para decir: 'No me gusta que me digan esas cosas''". La confusión se extendió también entre varios timbianos a quienes la noticia del decreto también les llegó, como al resto del país, a través de los medios. Minutos antes de hablar con Andrea hice una llamada al bibliotecario, que me pasó a tres mujeres del municipio que me aseguraron que aunque les parecía buena una iniciativa que buscaba eliminar la "grosería" de los piropos en la calle, no tenían muy claro qué era lo que se estaba haciendo. No sabían si se podía denunciar, no sabían si estaba prohibido, y un par de ellas incluso se enteraron de la existencia del decreto durante la llamada. Aun así, todas estaban de acuerdo con una medida que, para ellas, ayudaba a fomentar el respeto a las mujeres del municipio. "Es que no funciona así —me dijo Andrea cuando le pregunté por qué los habitantes de Timbío no estaban enterados de lo que estipulaba el decreto—. En este momento el Decreto está direccionado a los funcionarios, aquellos que, de alguna manera, somos los responsables de iniciar los cambios sociales". Por ahora, según ella y según lo estipulado en el documento del decreto, la idea es empezar a crear cambios en los imaginarios de los funcionarios públicos, para ir cubriendo poco a poco el resto de la comunidad.

Publicidad

Lea también: Agresiones machistas del día a día


Entonces, ¿qué es lo que se está haciendo en Timbío? ¿De dónde salió la idea del decreto? ¿Y por qué está pasando en ese municipio de Cauca? El decreto y las campañas de sensibilización sobre acoso callejero —que hasta ahora se han implementado con los avisos públicos— hacen parte de un proyecto más grande que empezó en marzo de este año y que ha contado con el apoyo humano y financiero de ONU Mujeres en alianza con la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo —USAID—. Esas dos organizaciones se aliaron con una tercera, Mujer, Arte y Vida, y con la alcaldía municipal de Timbío como parte de un proyecto que busca trabajar en la erradicación de la violencia contra las mujeres en 10 municipios de Colombia —seis en Meta y cuatro en Cauca— donde se encontraron las mayores tasas de violencia sexual, intrafamiliar, patrimonial, física, entre otras que afectan particularmente a las mujeres. Según ONU Mujeres, "Los municipios —Villavicencio, Granada, Puerto López, Restrepo y Cumaral en Meta y Patía, Timbío, Popayán y Piendamó en Cauca— se priorizaron atendiendo criterios de diversidad étnica, el impacto del conflicto armado y las cifras que se tiene de instituciones como el Instituto de Medicina Legal y Ciencias Forenses en violencia sexual, violencia intrafamiliar y homicidios contra las mujeres". Timbío, particularmente, es el municipio que desde 2009 ha mantenido las tasas más altas de violencia contra las mujeres —sobre Popayán, Piendamó y Patía— en el Cauca, uno de los departamentos con mayores índices de violencia interpersonal, intrafamiliar y sexual. El resultado del interés de esas organizaciones en Timbío, según Andrea Pizarro, ha resultado en un gran proyecto dividido en tres partes: fortalecimiento de las instituciones que atienden a las mujeres víctimas de violencia; capacitación de mujeres líderes; y cambio cultural y transformación de imaginarios, donde se inscribe el decreto y la campaña contra el acoso callejero. Y los resultados, según Andrea, y a pesar de la opinión de las ciudadanas que consulté, ya se han empezado a ver. "Ya hemos visto cambios, sobre todo en los procesos institucionales de atención a mujeres víctimas de violencia sexual, por ejemplo". Según me contó Andrea, la primera parte del proyecto, la del fortalecimiento de las instituciones, estaba orientada a eliminar las situaciones en las que las mujeres víctimas se ven yendo de una institución a otra —Fiscalía, Secretaría de Salud, hospitales, Comisarías de familia, etc.— en busca de una atención que nadie está muy seguro de quien les puede dar. En cuanto a la parte de capacitación de mujeres líderes, el proyecto busca darle herramientas a mujeres de una región en la que el 70% del territorio es rural —y la presencia de Facebook o Whats App prácticamente nula—: enseñarles desde cómo coger un micrófono o cómo hablarle a una audiencia, hasta cómo enfrentarse a rivales políticos hombres que contraargumentan más fuerte cuando su opositor es una mujer. Por ahora, lo que está en boca de todos, es la tercera parte del proyecto: la de los cambios culturales y la transformación de imaginarios que, aunque llegó con el boom del decreto, está concebida como una campaña de sensibilización integral que busca atacar uno de los problemas que, se identificó, afectaba más a las mujeres de Timbío: el acoso callejero. El trabajo, según me contó Andrea, empezó hace ocho meses con un grupo de 40 personas —conformado por funcionarios de la Policía, la Fiscalía, la Personería, varias psicólogas, representantes de De cero a siempre y varios jóvenes de colegios de Timbío y líderes juveniles— que identificó que los piropos y los comentarios en la calle eran una de las violencias que más afectaba a las timbianas. La tesis se comprobó en un sondeo en el que participaron cerca de 300 mujeres de las cuales el 91% afirmó sentirse acosada en la calle. Con el problema en la mira, los involucrados organizaron una movilización el 9 de noviembre con la idea de empezar a poner el tema en la calle. La idea del decreto llegó tiempo después.

Publicidad

Lea también: Así es un taller feminista para aprender a defenderse del acoso callejero


El siguiente paso, después del decreto, son una serie de talleres sobre nuevas masculinidades que buscan contribuir a una imagen distinta del hombre que contribuya a construir relaciones no violentas. Una forma de empezar a cambiar, desde los hombres, las ideas y desigualdades que dan lugar a la violencia en el espacio privado que, además, es el lugar en el que tienen lugar la mayor cantidad de agresiones contra las mujeres en Colombia. Para Andrea y para ONU Mujeres, la estrategia del decreto sirvió, ante todo, para difundir un tema que tal vez de otra manera no hubiera recibido el mismo nivel de atención que Timbío ha recibido esta semana. Según me contó Andrea, como resultado de esa atención mediática, el 15 de diciembre el municipio recibirá una visita de representantes de España de Alianza por la solidaridad, una de las copartes de ONU Mujeres, interesados en contribuir al cambio cultural que el municipio se ha fijado como objetivo. Para ONU Mujeres, además, el mensaje del proyecto y del decreto también apunta a las mujeres como un mensaje esperanzador de que las palabras ofensivas no pueden ser asumidas como algo normal. "Las mujeres tienen derecho a disfrutar de los espacios públicos donde se sientan seguras, donde puedan caminar sin sentirse ofendidas, intimidadas o amenazadas, por que en imaginarios machistas se sigue considerando que el cuerpo de la mujer es de propiedad pública", respondieron voceras de ONU Mujeres en un correo sobre los objetivos del proyecto en Timbío. No obstante, al 29 de noviembre seguía siendo incierto para Andrea Pizarro si el apoyo económico y el acompañamiento de USAID en Timbío continuarían después del 31 de diciembre de este año, la fecha hasta la que estaban contemplados los proyectos. Sin embargo, ONU Mujeres le relevó en exclusiva a VICE Colombia que USAID seguirá financiando los proyectos por tres años más en Timbío. "La presencia y trabajo del Programa y de ONU Mujeres en Timbío y en el Cauca podrán mantenerse para multiplicar resultados y fortalecer el trabajo con las organizaciones de la sociedad civil y las instituciones públicas", dicen fuentes de esa organización.

***

Pese a todo, la tarea de cambiarle la mentalidad a un municipio no es cosa fácil y Andrea Pizarro lo ha sentido desde su gestión. "Empezar a cambiar imaginarios es un reto que ha generado controversia. En el Cauca la cultura es muy patriarcal. Y en este pueblo, al ser tan rural, esa cultura está mucho más marcada. Eventualmente las críticas y los murmullos son algo con lo que uno tiene que convivir y que tiene que superar. Esto te lo estoy diciendo hoy, pero antes de ayer estaba que me moría. Pero ya lo procesé, dejémoslo de ese tamaño. Con los temas de género hay que argumentar mucho, que es algo que no pasa en otros temas, como el tema ambiental que era en lo que yo trabajaba antes. Con los asuntos de género, que yo creo que son discusiones incluso más antiguas que muchas discusiones ambientales, la mente aún no se ha abierto. Ni en hombres ni en mujeres. Se ve como algo normal y cotidiano. Sin embargo con todo lo que está pasando no me siento mal, al contrario. Me alegra mucho que las mujeres se sientan respaldadas, de alguna manera, y eso me motiva a tener un carácter fuerte para enfrentar estas situaciones".