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Dentro del santuario texano para adolescentes que han matado a sus padres

Estrella Vista es la tierra sin padres, un lugar en el que empezar de cero, en el que las personas son eso, personas, y no la suma de sus circunstancias pasadas.

Todas las fotos cortesía de Dan Dailey.

Según Google Earth, Estrella Vista no existe; por mucho que se amplíe la imagen, no hay rastro de la pequeña casa de adobe enclavada en medio de un erial de 32 hectáreas, cerca de la zona montañosa de Los Chisos, en el oeste de Texas.

La población más cercana, Terlingua, consiste en un puñado de tiendas de campaña, autocaravanas y edificios ruinosos que parecen marcar el lugar exacto del fin del mundo.

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Estrella Vista es una construcción alargada y de poca altura, con techo de hojalata y pequeñas ventanas con vistas al impresionante paisaje onírico que ofrece el desierto de Chihuahua, algo que no parece importar en absoluto a sus dos únicos habitantes, Dan Dailey y Alex King. "La tierra aquí es muy barata, pero tremendamente pobre. Es imposible cultivar nada", me explicó Dailey. "Eso sí, el paisaje es increíble".


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Alex tiene 27 años y ha pasado la mayor parte de su juventud encerrado en la celda de una prisión. En 2001, él y su hermano, Derek, aparecieron en primera plana de todos los diarios estadounidenses por ser los internos más jóvenes (12 y 13 años respectivamente) en ingresar en la Correccional de Florida.

Derek golpeó a su padre con un bate de base ball mientras dormía hasta causarle la muerte, mientras Alex lo presenciaba todo y animaba a su hermano. Después, prendieron fuego a su casa y corrieron a esconderse en el sótano de Rick Chavis, un amigo de la familia de 41 años que solía abusar de Alex y acogía a los muchachos cada vez que huían de su padre abusivo. Fue Chavis quien los animó a irse de casa.

En un gesto compasivo, el juez que instruía el caso dictaminó que la implicación de Chavis en el asesinato eximía a los dos chicos de la sentencia de cadena perpetua que el fiscal había solicitado para ellos por asesinato en primer grado.

Alex y Derek fueron declarados culpables de asesinato en tercer grado y de provocar un incendio y tuvieron que cumplir condenas de siete y ocho años de prisión, respectivamente.

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Cuando Dailey, un viudo jubilado de Minneapolis, supo del caso de los hermanos a través de los medios de comunicación, hizo una aportación de 100 dólares para la defensa de los chicos y les envió una caja de libros. Finalmente, Dailey y Derek iniciaron un intercambio de correspondencia.

Estrella Vista es la tierra sin padres, un lugar en el que empezar de cero, en el que las personas son eso, personas, y no la suma de sus circunstancias pasadas

A medida que su relación evolucionaba, Dailey, cuyo hijo Henry se había independizado recientemente, empezó a desarrollar un fuerte sentimiento paternal hacia Derek. "Yo tuve unos padres maravillosos", afirmó. "Nunca me han hecho daño. La mera idea de que un padre abuse de o abandone a su hijo resulta indignante. Por eso al final llegué a la conclusión de que lo que esos muchachos necesitaban era un buen padre".

Dailey veía en los hermanos King a unos muchachos que habían tenido que actuar de forma desesperada para liberarse de su entorno familiar de abusos.

"Matando a sus progenitores, estos jóvenes se han desecho de gran parte de sus problemas", me explicó. "De hecho, yo creo que sólo los más espabilados devuelven el golpe y no ceden al abuso".

Se han pasado la vida entera en una cárcel. Es peor que vivir en el desierto en el que vivo. Es peor que la muerte

Sin embargo, los estudios sobre jóvenes parricidas no plantean un panorama tan simple: muchos de estos adolescentes sufren trastornos mentales graves, y otros son "individuos prosociales que temían por su vida".

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Dailey considera que cuando estos jóvenes pasan a manos del sistema judicial, se les está privando por segunda vez de su libertad y de su infancia. "Se han pasado la vida entera en una cárcel. Es peor que vivir en el desierto en el que vivo. Es peor que la muerte".

Cuando lo pusieron en libertad a los 20 años, Alex dijo sentirse "completamente abrumado". Pasó por varios trabajos temporales en la construcción, pero sus antecedentes penales le impedían lograr la estabilidad laboral o una vivienda de alquiler.

"Me vi en una situación bastante mala, y así acabé en Estrella Vista", me explicó. "Dan siempre me ha apoyado y ha contestado a mis llamadas".


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Por su parte, Dailey también debe lidiar con sus arrepentimientos: cuando era joven, sus padres se divorciaron; después de varios años sin dirigirle la palabra a su padre, este murió en 1988.

Desolado por el remordimiento, Dailey decidió ponerse al frente del proyecto de ampliación de un parque para honrar la memoria de su padre.

A medida que pasaban los años, Dailey se sentía cada vez más infeliz en Minneapolis. Vivía solo, agobiado por un montón de deudas y con un estado de salud precario. "Una mañana me desperté pensando: Odio mi vida", me explicó. La ciudad había empezado a invadir el parque que había ayudado a ampliar, y ser testigo de su deterioro era como volver a vivir la muerte de su padre.

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Finalmente, Dailey cargó su BMW y se mudó a Marathon, en Texas, para instalarse en algún lugar del desierto. Dispuesto a vivir al margen de todo, se le ocurrió que con una pequeña parcela de terreno, podría crear un refugio para chicos como Alex y Derek, para quienes él podría ser una figura paterna.

Dan Dailey en Estrella Vista.

La oportunidad que Dailey estaba buscando no tardó en presentarse. Llegó a sus oídos que se vendía una extensa parcela de terreno por una cantidad irrisoria en el desierto del oeste de Texas. Dailey no dudó en firmar una hipoteca para poder adquirir esas 32 hectáreas de polvo y arena. En sus cartas, Derek le había prometido que cuando lo pusieran en libertad, se iría a vivir al rancho y le explicó sus planes de convertirse en un guía de aventura e incluso de abrir su propio negocio.

Dailey llamó a su pedazo de desierto Estrella Vista. Allí finalmente consiguió vivir a su manera y dar una oportunidad para muchos, la primera de su vida a los jóvenes parricidas que acudían en busca de ayuda.

Pese a que ahora el lugar dista mucho de ser el santuario de sus sueños, Dailey tiene muchos planes de futuro para Estrella Vista. Si logra que alguno de los parricidas de 13 o 14 años que defiende sea puesto en libertad, ellos serán los herederos de la propiedad

Estrella Vista es la tierra sin padres, un lugar en el que empezar de cero, en el que las personas son eso, personas, y no la suma de sus circunstancias pasadas. En Estrella Vista, el único contexto válido es Estrella Vista.

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Paralelamente, Dailey había creado una organización llamada Redemption Project, desde la que se gestiona la contratación de abogados para la defensa de adolescentes parricidas en juicios y se ofrece apoyo económico y asesoramiento para ayudar a los muchachos a reintegrarse en la sociedad. Como administradores de la organización, Dailey nombró a su hijo biológico, Henry, y a tres parricidas, Alex King, Nathan Ybanez y Lone Heron. Ybanez, de 18 años, fue condenado a cadena perpetua sin libertad condicional por estrangular a su madre; la joven Heron tiene intención de mudarse a Estrella Vista en breve. Actualmente, sólo Alex y Dailey viven en el refugio.


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Pese a que ahora el lugar dista mucho de ser el santuario de sus sueños, Dailey tiene muchos planes de futuro para Estrella Vista. Si logra que alguno de los parricidas de 13 o 14 años que defiende sea puesto en libertad, ellos serán los herederos de la propiedad. Todo aquel que desee visitar su refugio será recibido con lo que él llama "hospitalidad espiritual".

En este extraño oasis que algún día podría ser el hogar de los renegados, fugitivos, marginados y huérfanos del mundo

Sin embargo, la vida en Estrella Vista no es nada fácil. Una visita al barbero, el médico o el dentista supone un viaje de casi 100 kilómetros a Alpine, en Texas; incluso el buzón de correos está a diez kilómetros y medio. De día, el refugio está atestado de moscas, que dan paso a las polillas por la noche. "Cagamos en cubos, nos duchamos una vez a la semana y cada uno usamos 64 litros de agua semanales", me contó Dailey. Derek, el hermano de Alex, se trasladó a Estrella Vista poco después de su liberación. Allí se pasó tres días encogido en posición fetal y temblando. Llamaba a su madre todos los días hasta que una tormenta provocó un corte en la línea telefónica. Seis meses después, abrumado por la soledad, se marchó.

A Alex y Dailey no les importan la soledad y las duras condiciones de vida. "Estamos un poco apartados de la sociedad", afirmó Alex. "Para mí, eso no tiene ninguna consecuencia".

En este extraño oasis que algún día podría ser el hogar de los renegados, fugitivos, marginados y huérfanos del mundo, Alex finalmente tiene la posibilidad de labrarse su propio futuro. Por el momento está ocupado construyendo un marco para instalar paneles solares y está aprendiendo a hacer ladrillos de adobe con los que construirá una estructura anexa al edificio ya construido.

"Nada me gusta más que tener un objetivo en la vida", afirmó Alex. "Algo que pueda hacer para ayudar de verdad a los demás". Él y Dailey están trabajando codo con codo para crear un santuario espiritual para cualquier alma perdida que necesite "un lugar de descanso, de reflexión, de sanación". Las posibilidades son ilimitadas.

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