FYI.

This story is over 5 years old.

Tecnología

Cómo el comercio de opio sobrevivió una embestida de $7.6 billones de dólares

La "guerra contra el terror" y las drogas ha sido un gran fracaso.

Desde que la "guerra contra el terror" comenzó el 2002, Estados Unidos ha gastado $7.6 billones intentando erradicar los cultivos ilícitos de amapola en Afganistán, bajo el pretexto que el opio ilegal y la producción de heroína estaban abasteciendo las arcas de los talibanes y Al-Qaeda. Resultó que todo ese dinero fue un gasto innecesario: el cultivo de amapolas está en su peak, de acuerdo a un nuevo reporte del gobierno norteamericano.

Publicidad

Este reporte, que fue compilado por el inspector especial para la reconstrucción de Afganistán, un grupo que se fija en la corrupción y los errores en esfuerzo por reconstruir el país, no muestra una imagen muy bonita. Los granjeros afganos plantaron 209 mil hectáreas de amapolas el 2013, contra un peak de 193 mil el 2007.

"Con una seguridad deteriorada en muchas partes rurales de Afganistán y bajos niveles de erradicación de los campos de amapolas, se esperan mayores esfuerzos en su cultivo durante el 2014" concluyó el equipo en una carta enviada al secretario de estado John Kerry, el secretario de defensa Chuck Hagel, el procurador general Eric Holder y administrador de USAID Rajiv Shah.

Esto, por supuesto, no es nuevo: otros reportes como ya han aparecido y Estados Unidos ha fallado en ponerle freno a la producción por mucho tiempo.

La "guerra del terror" ha fallado en contener las drogas ¿Qué pasa?

Afganistán no es un país más estable ahora que cuando los norteamericanos llegaron allá, entonces crecer amapolas es una forma decente de ganarse la vida. Mientras tanto, los avances tecnológicos han facilitado el plantar semillas de amapolas en lugares donde antes era imposible. De acuerdo a otro reporte las nuevas tecnologías de pozo profundo permiten plantar plantas de amapolas en áreas que estaban desiertas.

Cuando Estados Unidos le pagó a los granjeros afganos para quemar sus campos, obviamente no terminaron con sus habilidades de plantación, entonces estos granjeros se relocalizaron para empezar a plantar de nuevo. Las amapolas y el opio se venden a altos precios y es obvio lo que decidieron crecer.

Publicidad

"Debido al alto precio del opio y el aumento de una mano de obra barata, especializada y en constante movimiento, muchas de estas nueva tierras cultivables son dedicadas al opio" escribió el grupo.

¿Existe alguna palabra para lo que sucede cuando combinas estas dos en una política horrible?

Esta conclusión fue respaldada por la embajada de Estados Unidos en Afganistán al decir que el cultivo "se ha trasladado a áreas más remotas y aisladas donde el gobierno es débil y la seguridad es inadecuada".

Pese a que la situación es diferente desde que Estados Unidos comenzó la guerra en Afganistán, y no sólo una guerra contra la cocaína como la que mantienen en Sudamérica, las fallas y patrones parecen muy similares a lo que ocurre ahí.

En Sudamérica, por ejemplo, cuando Colombia o Perú han intentando frenar el cultivo de coca con herbicidas aéreos (y dinero de Estados Unidos), los granjeros simplemente se mueven a otras áreas o comienzan a crecer plantas de coca entre medio de otros cultivos para así ocultar lo que están haciendo.

En el corto plazo los precios suben si la demanda baja y una vez que los granjeros se relocalizan y el suministro vuelve a la normalidad o llega a niveles récord, los precios se estabilizan. Luego las ganancias fluyen hacia las arcas de potenciales peligros (los carteles de droga en Sudamérica; los talibanes o jefes militares en Afganistán) como siempre ha sido.

En Afganistán no son sólo las nuevas tierras cultivables las responsables de esta explosión de amapolas: áreas como Nangarhar, al este de Afganistán, fueron declaradas "libres de amapola" el 2008. Pero entre el 2012 y el 2013, la cantidad de tierras cultivadas creció un 400 por ciento. El valor de las amapolas afganas, el opio y el comercio de heroína fue de casi 3 billones de dólares durante el 2013, un aumento del 50 por ciento desde el 2012, sugiere el reporte.

¿De quién es la culpa? El departamento de defensa de Estados Unidos escribió en una carta que la culpa es del gobierno afgano que Estados Unidos ayudó a instalar.

"En nuestra opinión el fracaso al reducir el cultivo de amapolas y promover su erradicación es debido a la falta de apoyo del gobierno afgano. Contribuyen al problema de drogas en Afganistán la pobreza, la corrupción, los nexos del terrorismo con el narcotráfico y una falta de alternativas que provean oportunidades que signifiquen igual o mejor ganancia que el cultivo de amapolas" dice.

La guerra contra las drogas ha sido un desastre. La guerra contra el terror ha sido un desastre¿Existe alguna palabra para lo que sucede cuando combinas estas dos en una política horrible? Por cierto, Estados Unidos ya no destruye campos de amapolas.