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FIGHTLAND

Sobre Toros, Bravucones y Peleoneros

La técnica es una gran parte de las peleas, pero a menudo subestimamos el valor psicológico del primer golpe.
Photo by Javier Belver/EPA

Sokon Matsamura creció en el reino de Okinawa, donde está prohibido tener armas desde el siglo quince. En una nación de artistas marciales, Marsumura se convirtió en uno de los mejores y se encontró bajo el servicio del rey de Okinawa como el guardaespaldas del monarca e instructor de artes marciales. Pero Matsumura tenía una relación difícil con el rey, siendo despedido en un momento por perder la compostura durante una sesión de entrenamiento. De una u otra manera, Matsumura recuperó la gracia del rey, pero no antes de que se anunciara que Matsumura, el guardaespaldas y mejor guerrero del rey, enfrentaría a un toro a puño limpio para el entretenimiento del público.

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Claro, cualquier historia que puedes haber escuchado sobre un karateca peleando contra un toro o tigra a mano limpia son puras tonterías. Hay toda una parte de una corrida de toros dedicada a conectar al todo permitiéndole agotarse contra caballos antes de que comience la parte con el matador que ya todos conocen. La idea de enfrentar a un toro a mano limpia obviamente es ridícula. A menos de que cuentes cuando Masutaysu Oyama, fundador del karate kyokushin, famosamente derrotó seis toros a mano limpia. Incluso fue captado en video. Excepto que no fue así: no peleó contra toros, y luchó contra un pobre buey frente a la cámara. Entonces le pegaron en el cuerno con un martillo hasta que estaba colgando y él se lo terminó de arrancar con karate en video. Los toros no se mueven así y simplemente aceptan que un forzudo les pegue, las bestias viejas y tristes si:

De cualquier manera, llegó el día del espectáculo y la leyenda cuenta que Matsamura estaba listo para pelear por su vida. Se abrió la puerta y llevaron al toro. El toro vio a Matsamura, y Matsamura lo miró de regreso. A menudo se menciona la mirada etérea y penetrante de Matsamura a esta altura de la historia. Un momento después de mirar a Matsamura, el toro volteó y corrió hacia el punto más lejano de la arena y se negó a atacarlo. Sokon Marsamura triunfó sin lanzar un golpe y el rey le dio el título de bushi o guerrero. Bushi reemplazó el nombre de pila de Matsamura y fue un héroe para la población de Okinawa.

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Lo que hace que las historias como la de Matsumara sean diferentes es que no todo se reduce a poderes mágicos de karate, sino que son historias sobre agallas y manipulación. Creo que previamente reconté la historia de Matsamura ganando un duelo contra 'Karate Urhara' sin lanzar un solo golpe; eligiendo enfrentar al hombre supersticioso al amanecer en un cementerio y llegar tarde para permitirle a Uehara echarse para atrás. La historia del toro es un poco diferente. En las semanas previas a la pelea, Matsamura iba al redil del toro y simplemente lo miraba. Cuando estaba seguro de que nadie lo veía y que el toro lo había visto, ponía una aguja en la nariz del toro, causándole dolor. Lo hizo todos los días, primero viéndolo y luego picándole la nariz con la aguja.

Los toros son animales inteligentes. Son agresivos, sin duda, pero aprenden de sus errores y del dolor. Es la razón por la que los toros no se usan de nuevo en las corridas. Supuestamente el incremento en las muertes humanas que dieron pie al decreto papal de 1567 contra el deporte fue resultado de que las arenas se negaban a matar los toros y los usaban de nuevo. Una vez que el toro entiende cómo se moverá su oponente, y no es distraído por la capa, cambiará de dirección o corneará sin reparos y se vuelve mucho más peligroso. Ernest Hemingway aseguró que el espectáculo de las corridas de toros se construye porque el toro nunca antes lo ha experimentado antes. Si una corrida toma mucho tiempo el toro más agresivo se puede volver cauteloso y retirarse a un lugar de la arena en el que se sienta más seguro. Confrontado por una figura a quien asociaba con el dolor por parte de una fuente invisible, no es difícil creer que un toro tendría el instinto Pavloviano de huir.

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La historia probablemente es mentira pero da un punto interesante que es muy pertinente en cuanto al juego de las peleas. Tiene que ver con bravucones y y peleoneros. Un bravucón es un peleador al que le gusta golpear pero no recibir golpes, un peleonero es un peleador que está feliz de recibir con tal de seguir golpeando. Es un espectro en el que caen los peleadores. Así como todo hombre de 45 kilos hasta el gran Randy Couture pueden colocarse en posición fetal si reciben un golpe al cuerpo en el momento correcto, cualquier peleador que trabaja con presión puede pasar a ser un bravucón en un momento.

La mentalidad del bravucón es algo que la mayoría recordará de su juventud. Es el tipo grandote al que le gusta usar su peso. Típicamente a los bravucones les molesta que los enfrenten, y prosperan debido a la debilidad de su oponente. Enfrentar a un bravucón puede terminar con una paliza, pero la mayoría de los bravucones siempre buscan un objetivo fácil, uno que no peleará de regreso. En los deportes de combate profesionales, nadie le tiene miedo a los golpes. Se trata de lo fuerte que puedes golpear sin cambiar de parecer sobre tu método.

En las peleas, los torbellinos de ofensiva son comunes y no es fácil lidiar con la agresividad cuando ves tipos llegando a la cima del juego sin haber mostrado un solo momento de debilidad. La astucia defensiva puede servir para deshacer la agresividad de un peleador que lo da todo pero la cuestión con el peleador ofensivo no espera de un peleador técnico es ser conectado directo en la cara. Suena contra-intuitivo, no puedes actuar igual que un peleonero porque a menudo el primer golpe en la cara puede hacer dudar al peleador más que dos rounds de ser superado poco a poco.

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Un ejemplo excelente de esto se puede ver en uno de mis peleadores favoritos, Matt Brown. Brown es un peleador ofensivo abrumador—un 'peleonero técnico'—pero ha sido víctima de ello. Ahora, no es cuestión de agallas, Brown tiene todas las agallas del mundo y lo demostró cuando fue tumbado por una patada de Erick Silva y luego pasó gran parte de la pelea defendiendo un mataleón mientras estaba agotado, luego se puso de pie y no le dio un momento de descanso a Silva hasta que terminó la pelea dos rounds después. Pero cuando Brown enfrentó a Robbie Lawler, Lawler rápidamente cambió la complexión de la pelea alejándola de los ataques de pesadilla que Brown presenta por lo general. La primera ocasión en que Brown se adelantó Lawler plantó los pies en la lona y conectó a Brown en la barbilla con un gancho. No hubo proceso de calcular al otro, ni moverse de un lado al otro, solamente lanzó golpes de poder en cuando Brown intentó hacer lo que hace normalmente.

Y funcionó. Esa aguja en la nariz convenció a Brown en algún nivel de que eso le sucedería cada vez que se adelantara. Brown cambió la fórmula ganadora. Retrocedió y convirtió la pelea en un encuentro de kickboxing. Lawler tuvo tiempo y espacio para trabajar y nunca tuvo que preocuparse por la presión de Brown, cosa que es suficiente para superar a cualquiera en peso wélter. Brown no es un hombre apto para alejarse y retroceder lanzando un golpe a la vez.

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Claro, la reacción alternativa para el oponente es ignorar su seguridad y continuar. Pero eso por si mismo puede cambar mentalmente. En el primer round de Rumble in the Jungle, Muhammad Ali había advertido que bailaría y superaría a George Foreman. La verdad era que las piernas de Ali no eran buenas y que Foreman podía cortar la distancia contra él como nadie lo había hecho. Después de semanas de hablar sobre su jab, Ali salió y conectó a Foreman en la cara con un recto de derecha. Y otro. Ataques comenzando con la derecha, como el joven Cassius Clay lo había hecho atravesando los rankings amateur. Cada vez que Foreman se adelantaba para presionar a Ali, éste lo conectaba con una derecha. Norman Mailer recordó que Ali no había golpeado así en siete años o más.

La táctica era claramente romper la voluntad de Foreman. Había podido abrumar a todos los que había enfrentado. Pero resulta que Foreman podía absorber los golpes y avanzar. No quiere decir que Foreman estaba estoico. De hecho los golpes lo enfurecieron. Foreman apretó el paso y mientras Ali se acercaba a las cuerdas, Foreman se adelantó intentando conectar al campeón con golpes amplios. Eventualmente Foreman se agotó y Ali se alejó de las cuerdas en el octavo asalto para enviar a Foreman a la lona.

La ciencia de las peleas en verdad es algo maravilloso pero a veces el acto de enfrentar fuerza con fuerza y la psicología del primer golpe es subestimada. Así como el perro de Pavlov comenzaba a salivar cuando su dueño tocaba la campana, los peleadores pueden aprender a asociar la agresividad con el dolor al golpear fuerte y al inicio de la pelea. Claro, no es una respuesta para todos los peleadores ofensivos y hacerlo con regularidad haría que tus oponentes se prepararán para el primer golpe después de estudiar los videos de tus peleas, pero es la belleza de esos momentos de psicología de peleas los que hacen que una pelea tenga excelencia técnica o resistencia física. Ya sea que el cuento de la psicología bovina de Matsumura sea verdadero o no, no importa, se ha visto a la aguja de Matsamura cambiando mentalidades y dándole la vuelta a peleas en los escenarios más grandes en los deportes de combate.

Compren el libro electrónico de Jack, Finding the Art, o encuéntrenlo en su blog, Fights Gone By.