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Por qué los Juegos Olímpicos no importan a nadie en Brasil

Quedan apenas cuatro meses para los Juegos Olímpicos de 2016, pero en Brasil todo el mundo parece estar demasiado preocupado por otros temas como para interesarse por ello.
Photo by EPA

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A los organizadores de los Juegos Olímpicos de este verano en Río de Janeiro se les puede perdonar el nerviosismo: la presidenta brasileña Dilma Rousseff está a punto de ser suspendida de su cargo y el conflicto entre los seguidores de su gobierno y aquellos que exigen su destitución sigue escalando a gran velocidad.

"En estos momentos la sociedad está muy polarizada: la gente no lee los mismos periódicos ni ve los mismos programas de televisión, los amigos y las familias se pelean entre ellas", explica Mauricio Santoro, politólogo y profesor de Relaciones Internaciones de la Universidad Estatal de Río de Janeiro. "Es algo inusual para Brasil".

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La turbulenta situación es de alguna manera un recordatorio de las enormes manifestaciones que cercaron la Copa Confederaciones en 2013, un año antes de la celebración del Mundial de Brasil.

En su punto álgido, las protestas contra la FIFA, la corrupción de los políticos y el pésimo estado de los servicios públicos reunieron a más de un millón de manifestantes… y, con frecuencia, desencadenaron batallas campales entre grupos violentos y la policía.

Esta no es una escena relacionada con el deporte: varios ciudadanos apoyan el proceso en contra de la presidenta Dilma Rousseff. Imagen vía EPA

Una reacción violenta a gran escala en contra de los JJOO es poco probable según Santoro: el principal motivo es que el evento, albergado por una sola ciudad, no ha generado la misma indignación que la Copa del Mundo que se organizó por todo el país y resultó mucho más costosa.

"Hubo mucha polarización por el Mundial: algunos grupos se oponían y tomaron las calles para protestar, lo cual fue una sorpresa ya que el fútbol es como una religión en Brasil… hubo una gran oposición en contra del torneo, incluso durante los partidos", afirma Santoro a VICE Sports. "No creo que pueda pasar lo mismo con los Juegos Olímpicos".

Santoro cree que el actual caos político no desembocará en actos violentos, ya que las últimas protestas transcurrieron en un clima pacífico. Aún así, en los últimos meses han crecido los ataques sobre individuos, en su mayoría contra seguidores del gobierno, y Santoro cree que seguirá pasando.

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Una manifestante muestra su disconformidad con la presidenta Rousseff en una manifestación en Río de Janeiro. Imagen vía AP

"Veremos actos de violencia política, por ejemplo a alguien será víctima de un ataque por vestir de rojo en la calle y ese tipo de cosas", afirma el profesor y politólogo. "No se trata de una violencia masiva, pero sí que es un problema grave".

Gustavo Ribeiro, periodista brasileño, cree que esta es una de las diferencias clave entre el Brasil de hoy en día y el de las protestas de 2013.

"Las manifestaciones de 2013 empezaron con estudiantes que protestaban contra el incremento en la tarifa de los autobuses. La posterior reacción violenta de la policía le dio a las manifestaciones otra dimensión e hizo que la gente se juntara", comenta Ribeiro a VICE Sports. "Hoy en día no es lo mismo".

El gobierno brasileño también se ha mostrado optimista, al menos de cara a la galería. "No creo que haya protestas públicas como en el 2013 y el Mundial. Los Juegos Olímpicos se celebrarán en una atmósfera más calmada", explicó en una rueda de prensa reciente el Ministro de Defensa brasileño, Aldo Rebelo.

La presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, habla durante su visita al Centro Acuático Olímpico de Barra de Tijuca a principios del mes de abril. Imagen vía EPA

En vez de la oposición popular o posibles manifestaciones violentas, la principal amenaza para el éxito de las Olimpiadas de Río es… la apatía.

En los prolegómenos del Mundial 2014, los medios brasileños ofrecieron una gran cobertura de los eventos de preparación para el torneo, ya fuera para discutir las alineaciones de las selecciones o para lamentarse de los problemas en las obras de construcción de los estadios.

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En la actualidad, la crisis política es la que domina los titulares y los telediarios. Los Juegos, curiosamente, apenas han sido mencionados en las noticias.

"Lo más sorprendente es que nadie está hablando de las Olimpiadas", recuerda Santoro. "Albergaremos los Juegos en unas cuantas semanas y parece que vayan a celebrarse en Pekín o en cualquier otra parte".

Hasta la fecha solo se han vendido la mitad de las entradas para los JJOO, y la situación es aún más desoladora para los Paralímpicos, donde un 90% de las localidades esperan todavía comprador.

Dilma Rousseff promete Juegos Olímpicos exitosos en Brasil, pese a crisis política https://t.co/xYB09qP6Zs pic.twitter.com/xABdie5jyx
— Periódico Hoy (@PeriodicoHoy) May 3, 2016

En una entrevista con el periódico Folha de São Paulo, el ministro de deportes Ricardo Leyser admitió que "los brasileños no se han dado cuenta de que tenemos los Juegos" y dejó caer que el gobierno estaría considerando comprar entradas para distribuirlas entre las escuelas del país.

La amarga crisis económica ha afectado sin duda la venta de entradas: más de un millón de empleos fueron destruidos en 2015, y la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OECD) informó que espera que la economía brasileña se reduzca un 4% este año.

Además, algunas personas alegan que a diferencia de la preocupación por el Mundial, los brasileños tienen poco interés por los deportes olímpicos. Comparado con su flamante selección de fútbol, Brasil ha tenido un impacto ínfimo en la historia de los JJOO.

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"Uno de los problemas con las Olimpiadas es que los brasileños, en realidad, no son aficionados a los deportes", afirma Ribeiro. "Solo nos gusta ganar. La gente piensa: '¿Por qué ir a ver a las gimnastas si vamos a quedar en cuarto lugar? Si no es oro, no vale la pena'… Y en el pasado, Brasil no ha ganado mucho en los Juegos".

Por si no hubieran suficientes elementos externos problemáticos, el brote del virus zika en Brasil amenaza la salud de los espectadores y los deportistas. Imagen vía EPA

Hay otros factores que podrían explicar el bajo ritmo en la venta de entradas: el brote del virus zika, por ejemplo, podría haber ahuyentado a muchos visitantes extranjeros. Las agencias de salud de EEUU, Canadá y la Unión Europea han dado avisos alegando que las mujeres embarazadas deberían evitar viajar a ese país.

"La forma en que las autoridades han lidiado con la crisis del zika no ha sido alentadora, en especial para los extranjeros", comentó Ribeiro. Los recientes ataques en Bruselas también han incrementado el miedo de una nueva catástrofe en los Juegos Olímpicos.

"Desde los JJOO de Múnich en 1972, la preocupación [por un ataque terrorista] existe", recordó el ministro de defensa Aldo Rebelo. "También hubo un ataque en Atlanta 1996, hay muchos ejemplos del pasado". Brasil planea utilizar 85.000 soldados y policías para blindar el evento olímpico.

La cobertura televisiva y el incremento publicitario conforme se acercan los Juegos ayudarán a que el nivel de interés en Brasil por las Olimpiadas vuelva a aumentar, aunque es posible que muchos brasileños estén más preocupados por el drama político que ven todos los días en sus pantallas de televisión.

Las Olimpiadas, al igual que el Mundial y otros eventos deportivos de gran magnitud, existirán dentro de su propia burbuja: es decir, no afectarán —o lo harán más bien de forma negativa— a los ciudadanos de a pie.

"El otro día escuché una conversación del conserje de mi apartamento", explica Santoro. "Es un hombre de edad avanzada, muy callado, pero dijo que estaba rezando para que lloviera en los Olímpicos y se arruinara la fiesta. Sintió que no era su fiesta, que era la de otros; tal vez la del gobierno, o la del alcalde… pero no la suya".

Sigue al autor en Twitter: @seeadarkness