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El Editorial VICE

Con el fin de las Farc se acaba también nuestra eterna excusa para todo

OPINIÓN // Por fin podemos darnos una pausa para pensar en algo que no sea la guerra.

No es casual que la corrupción haya empezado a ganar atención en Colombia en los últimos meses. Y tampoco lo será que siga haciéndolo por un buen tiempo. Poco a poco, apalancados en la latente indignación social en el país e impulsados por el cubrimiento de los medios, ya llegamos incluso hasta la silla del mismísimo Juan Manuel Santos: para exigirle que no nos crea tan estúpidos. O, como lo hicieron con su habitual desparpajo los colegas de La Pulla de El Espectador, para decirle que, si no un corrupto, al menos sí es un inepto.

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Todo esto (incluidos los especiales a cuatro páginas de El Tiempo sobre "el mal de la corrupción" o incluidos los propios Álvaro Uribe y Alejandro Ordóñez tomándola como bandera) se debe a que, por fin, los colombianos hemos podido darnos una pausa. Una pausa para pensar en un tema que no sea la guerra.

El conflicto armado contra las Farc produjo múltiples países, protoestados y paraestados, y dio a luz a líderes nefastos que se aprovecharon de la sangre fresca de los enfrentamientos para sacar réditos electorales, para figurar diariamente en la prensa y para reunir un chorro inagotable de dinero y financiar escuadrones de matones que fueran a reventarse la madre con los guerrilleros.

No hubo espacio ni tiempo para nada más.

Salvo algún triunfo deportivo o cultural, el río de sangre nos ocupó (nos atormentó) de tal forma que todos terminamos navegándolo una vez empezaba el día. Todos los días de todas las semanas de los últimos cincuenta años.

Y en esas se nos fue el alma: celebramos la muerte de seres humanos, fuimos indiferentes ante masacres y desapariciones, elegimos políticos perversos, justificamos chuzadas, nos dividimos y nos insultamos y terminamos creyéndonos mejores que los colombianos 'del otro bando'. Como por mucho tiempo se dijo en las conversaciones de pasillo, al presidente lo puso durante décadas Tirofijo. Lo puso, en otras palabras, la guerra del Estado contra él.

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Hoy todo ese desastre ha terminado.

Sé que el posconflicto exigirá esfuerzos institucionales y ciudadanos, y también sé que reconciliar a gente que se odia será difícil. Pero nada de lo que se viene será igual a la cotidianidad de una guerra que se desarrolló en nuestras narices. Colombia es un país distinto desde que las Farc dejaron de dar bala en el monte. Y lo será mucho más cuando ese nombre, 'Farc', deje de existir.

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¿Muy ingenuo lo que digo? Hay que echarse una pasadita por el Hospital Militar de Bogotá para ver que la cosa ha cambiado. O, mejor, para ver cómo la inacción de la guerra ya incide sobre el número de soldados heridos, que se ha reducido de forma dramática.

La corrupción, por ahora, es el boquete por el que se filtra lo que la guerra ya no aguanta. ¿O no estuvo el pasado sábado 1 de abril Álvaro Uribe en una marcha contra ella? ¿Convocada, además, por él mismo?

Ya que se nos acabó la eterna excusa de las Farc para todo, pues pensemos ahora seriamente en esos temas neurálgicos y transversales y estructurales (los usuales clichés de la educación, la salud, la vivienda, la cultura) que no han podido realmente existir en este país por culpa de la guerra. El dolor de muelas que no nos dejaba pensar se acabó.

Ahora que nos duelan las otras muelas.

* Este es un espacio de opinión. No compromete la visión de Vice Media Inc.

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Lea todas las entregas del Editorial de VICE:

2 de abril de 2017: Lo de Mocoa no es un desastre natural, es una vergüenza nacional

27 de marzo de 2017: Presidente Santos, ¡renuncie!

19 de marzo de 2017: ¡Vayan ya a ver la película de Víctor Gaviria!

12 de marzo de 2017: ¿Qué carajos pasa con las agencias de publicidad?

6 de marzo de 2017: Los colombianos no aprendimos nada del caso Colmenares

26 de febrero de 2017: [Nuestro odio a los policías nos terminará estallando en la cara](http://26 de febrero: https://www.vice.com/es_co/article/nuestro-odio-a-los-policias-nos-terminara-estallando-en-la-cara)

20 de febrero de 2017: Se van los toros, queda nuestra boba indignación

13 de febrero de 2017: Malas noticias, millennials: la corrupción también es asunto suyo