​De Reynosa a McAllen y al UFC
Fotografías vía UFC y Djatmiko Waluyo

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FIGHTLAND

​De Reynosa a McAllen y al UFC

Un recuento de todo lo que sucedió el pasado fin de semana que estuvo lleno de peleas en Hidalgo, Texas.

Hidalgo, Texas sonaba bastante mexicano, como el estado, como Don Miguel Hidalgo y Costilla, y su Grito de Dolores. Pero terminaba con el "Texas" después de la coma. Así que terminé un poco confundido cuando hace un par de meses el UFC anunció su evento en Hidalgo para el pasado 17 de septiembre, un mes muy patriótico para los que se sientan así en relación a México. El mapa me resolvió la duda: "Ah, McAllen". Así fue mi reacción, como la de la mayoría cuando entendíamos que Hidalgo era ese pueblo fronterizo del otro lado de Reynosa, Tamaulipas, y por el que pasan tantos mexicanos para llegar a esa zona que simplemente conocemos como McAllen. La frontera —y en particular la tejana— marcó época en mi vida, y ahora de manera extraña llegaba el UFC por ahí, anunciando poco a poco su cartelera que incluía a cinco mexicanos y unas peleas estelares prometedores con los pesos ligeros Dustin Poirier y Michael Johnson liderando el evento.

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Lo lógico: "Me voy a Reynosa".

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Cuatro cuarenta, como la banda del dominicano Juan Luis Guerra o como el luchador mexicano Negro Casas, "la 440" es la nota "la", haciendo referencia a la vibración de los 440 Hz que genera el sonido referencial para la afinación en la música. Para mí, las cuatro cuarenta fue la hora madrugadora a la que me levanté para llegar al aeropuerto. Jueves 15 de septiembre, el patriótico día previo a la festividad de independencia mexicana, cuando siempre hay boxeo, y ahora artes marciales mixtas también. Mi puntualidad es pésima. No ubico qué parte de mi mentalidad siempre me convence que aún tengo tiempo para hacer otra cosa, pero hago un esfuerzo real por llegar a tiempo a mi vuelo. Lo logro. Valió la pena "la 440" o las 4:40. Me reciben con la evasiva capitalina básica de los retrasos en los vuelos: "Congestión en el Aeropuerto de la Ciudad de México". Que el avión sale tarde. ¿Karma?

Reynosa luce como un pueblo común de México. Hay espacios abiertos sin edificios altos por lo que la luz del sol cae por todos lados. Las calles están cuarteadas y desniveladas, los negocios locales se ven desgastados, y en el desértico norte el calor es picante en su bienvenida.

Un amigo de la infancia ahora vive en McAllen, con más precisión, Pharr, Texas. Hace unos veinte años que no nos veíamos de cara. Éramos vecinos de otro pueblo fronterizo a unas horas de Reynosa, y sin dudarlo se ofreció a levantarme en el aeropuerto y cruzarme al otro lado. Evitamos las largas filas mañaneras para cruzar el puente que atraviesa el Río Bravo, un río que desde Texas se llama Río Grande, y que marca la frontera que separa México de Estados Unidos. Entonces entramos al Café Río para desayunar. La tortilla de harina se hizo presente, así como los señores en botas y con sombrero que tomaban su café.

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El oficial de migración nos da luz verde para pasar y el puente se convierte en carretera. Ya no son kilómetros, ahora son millas, y a 60 por hora no se siente un solo bache. La calle es lisa, está alineada, bien pintada y los carros se ordenan. A mi derecha hay una vista plana de los plantíos. Las hectáreas se juntan, una tras otra se extienden y de la nada está la State Farm Arena, pintada con un tono amarillento que se pierde con la luz del sol. No hay nada a su alrededor más que un motel. En dos días tendrá el octágono como pieza central y se llenará con la raza Tex-Mex.

El modelo del estándar americano se repite en cada una de sus ciudades. Entre el Target y el Wal-Mart están los H-E-B de Texas, las farmacias de cadena y las hamburguesas de comida rápida no faltan, aunque tal vez sí sobran. Los estacionamientos son amplios y todo está hecho para los carros. El peatón no sobrevive muy bien. Llegamos a una zona de bodegas atravesado por rieles de ferrocarril. Entre las bodegas hay una que se convirtió en gimnasio de box. El espacio es amplio, el techo es alto y luce una serie de ventiladores apagados con la mejor vista de las lonas pisoteadas y desgastadas. Los costales están golpeados y posters de eventos pasados de box decoran el espacio.

El calor se acumula así como la gente que va llegando para los entrenamientos abiertos. Los protagonistas de las dos peleas estelares de la cartelera llegan al Bad Boy Boxing Club entre los emotivos gritos y aplausos de los aficionados. Dustin Poirier, Michael Johnson, Uriah Hall y Derek Brunson, todos sienten el calor y es el tema principal con el que interactúan con los fans. Apenas unos pocos movimientos para calentar y ya sudan. En pocos minutos ya están empapados. Es jueves y el viernes ya es el pesaje, así que el calor y el sudor les da un adelanto al corte de peso.

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Hay cinco mexicanos en la cartelera preliminar del evento en Hidalgo, así que del gimnasio nos fuimos directo al hotel de los peleadores para saludarlos, tomarles fotos y entrevistarlos. A los hermanos Montaño de la Ciudad de México, Augusto y Erick, mejor conocidos como "Dodger" y "Perry", no los logré ver. Estaban ya cortando peso.

Apenas entramos al restaurante del hotel para comer algo y estaba el zacatecano José "Teco" Quiñónez con su entrenador Raúl Arvizu. El "Teco" pide un salmón con verduras y asegura estar prácticamente en peso. Luego aparece Javier Mendez, el entrenador en jefe de AKA donde entrenan Cain Velasquez, Daniel Cormier y Luke Rockhold. Nos saludamos y momentos después llegan Alejandro "Diablito" Pérez y Gabriel "Moggly" Benítez para sentarse con él.

"Me siento muy bien, ya desayuné, estoy tomando agua y estoy en 159 libras (14 libras arriba de su límite como peso pluma)", me dice "Moggly". Saliendo del restaurant va directo al cuarto de entrenamiento montado en el hotel para verificar su peso antes de reunirse en el lobby y tomar un camión junto al "Diablito" para trasladarse a un gimnasio externo e iniciar la parte fuerte del corte de peso.

De las caminadoras al sauna y del sauna a las caminadoras, "Moggly" y "Diablito" dejan su rastro de sudor por todo el gimnasio cada vez que atraviesan el área de pesas. Los fortachones de gym los ven con asombro, los oficinistas que buscan tomar forma tienen cara de confusión y shock al verlos tapados bajo capas de sudaderas y chorreando sudor, y el personal de intendencia está mentando madre con cara de verdadera molestia al ver el piso y las caminadoras. No tiene más remedio que dejar sus avisos amarillos de "Caution. Wet Floor (Cuidado. Piso Mojado)".

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Cae la noche y los peleadores comienzan a regresar a sus cuartos. Fastidiados y un tanto agotados del corte, no queda más que descansar para levantarse temprano y seguir la rutina para bajar lo último que falta para dar el peso. El pesaje oficial es el viernes entre las nueve y once de la mañana. Es una parte del nuevo protocolo que ha instaurado el UFC, y con ello, dándole a los peleadores más horas para rehidratarse y recuperarse. La ceremonia del pesaje en la tarde ya no es oficial, se vuelve parte del espectáculo, se reúnen los fans en la arena, los peleadores salen para enfrentar a su oponente cara a cara, y las emociones se elevan a 24 horas del evento.

Descanso. Los peleadores no dan cara pública durante varias horas. Rutinas, rituales y el reto mental absorbe a cada uno de ellos. Ahí hemos estado, lidiando con la emoción, los nervios, las dudas, los temores, balanceándolo con la confianza, la seguridad, el apoyo de tu gente, y la certeza de cumplir un paso más de los sueños.

El sábado es la noche de pelea. Mientras comienza a bajar el sol, los carros se van estacionando y la gente enfilando para tener entrada. Un ligero viento rodea la arena, pero el calor sigue envolviendo el ambiente. Por dentro te recibe el contrastante frío del aire acondicionado y por supuesto, el octágono en el centro de la arena, alumbrado, llamativo, imponente. Todo está listo.

Las peleas comienzan y el "Diablito" abre cartelera con la polémica de un réferi deficiente que no logra mantener control. Su contrincante, Albert Morales, es duro, pero también medio loco. Suena la chicharra que señala el final del round y sigue lanzando golpes, "Diablito" le responde. Se repite en el segundo round y en el inicio del tercero el réferi le resta un punto al mexicano. Hay una rodilla ilegal en el tercer round por parte de Morales y el réferi no se percata. Al final es empate, y los dos se van insatisfechos.

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Después Erick Montaño hace un mejor trabajo que su contrincante Randy Brown y cuando parecía dirigirse hacia una decisión a su favor con un control de enganches y posiciones, entra a un derribo en el tercer round y termina bajo una profunda guillotina que lo obliga tapear. Los mexicanos van 1-1.

El "Teco" aparece en la tercera pelea, y luce completamente evolucionado. Tiene buen movimiento de pies, combina bien y muestra un buena lucha para controlar a Joey Gomez que pega duro. Gomez corta al mexicano en el ojo izquierdo, pero a la larga "Teco" mantiene mejor ritmo de pelea, controla la jaula y las posiciones en el suelo, llevándose la decisión.

El cuarto mexicano en pisar el octágono en Hidalgo es "Dodger", enfrentando a un complicado Belal Muhammad. "Dodger" trabaja muy bien su patada interna y busca combinar, pero la pelea la controla Muhammad yendo al frente todo el tiempo, encontrando mejor el blanco, derribando y golpeando a ras de lona. Belal, derriba, monta y golpea. Un nocaut técnico en el tercer round y Muhammad sale con la mano en alto.

El último mexicano de la noche es "Moggly" Benítez. Aparece su famosa patada izquierda y destroza la pierna de Sam Sicilia. Éste responde con golpes muy duros a base de ganchos, pero el mexicano se cubre bien y responde. Sicilia está en peligro y golpeado, busca un derribo en el segundo round y "Moggly" le encaja una guillotina con agarre invertido que le denomina el mismo "la mogliña", una guillotina high elbow, con el codo elevado, y deja a Sicilia completamente inconsciente. El mexicano gana en el segundo round y terminan con un saldo de 2-2-1 en la noche.

Entre las otras peleas, Chas Skelly hace una locura arrancando con una patada voladora y encaja una anaconda para vencer al venezolano Máximo Blanco en 19 segundos. Evan Dunham y Rick Glenn entregan una batalla de ida y vuelta que termina premiada con pelea de la noche, aunque Dunham domina y gana. Derek Brunson y Michael Johnson dejan a todos boquiabiertos, noqueando a sus respectivos contrincantes, Uriah Hall y Dustin Poirier, en el primer round. Y la noche de UFC se acaba.

En minutos la arena se vacía y la gente se va contenta. Hidalgo se tranquiliza, el viento sigue y la noche quiere refrescar el clima pero el calor de verano no descansa. UFC tocó frontera nueva en Hidalgo. El movimiento del MMA no deja de crecer, y muy a la mexicana el octágono tuvo un toque Tex-Mex en búsqueda de celebrar las fiestas patrias de México con una cartelera que presumía banderas de Venezuela, Bolivia, Brasil, Palestina y por supuesto con representantes estadounidenses.