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dopaje

El dopaje desde un punto de vista filosófico

La meta de superarse a uno mismo en el deporte es irrealizable por medio del autoengaño.
Foto por Fabrice Coffrini/EPA

Sharapova, Armstrong, Maradona, Alex Rodríguez, Mark McGwire, y la lista sigue. El dopaje no discrimina por deporte, género, ideología o país, le pega a todos por igual. Pero, ¿está bien o mal? La decepción de ver a uno de tus atletas favoritos haciendo trampa es difícil de describir, más aún de comprender y perdonar, pero si bien la segunda es totalmente personal, es decir perdonar, la primera no. Como cualquier problema, para poder afrontar el dopaje, se debe comprender el tema. ¿Quién sabe?, tal vez con eso se pueda tener un poco de compasión por el héroe que te dejó decepcionado.

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Entonces ¿qué se puede decir sobre el dopaje? ¿Qué se puede decir de la tentación en la que caen tantas personas que respiran el deporte como el oxígeno que necesitan para vivir? El aspecto moral del dopaje es el que resulta más fácilmente imputable y todo depende de la noción que uno tenga de la misma moralidad para poder hacer un argumento en contra de ello. Para sorpresa de la mayoría, aquí la filosofía teórica toma un papel de muchísima importancia, y fieles a la tradición occidental del pensamiento, por lo general al momento de hacer una crítica sobre si algo es moralmente bueno o malo (no que lo practiquen a sí mismos ni mucho menos), la mayoría de las personas piensa en términos del filósofo alemán Immanuel Kant.

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Como es bien sabido, Kant postuló máximas sobre cómo se debería de actuar bajo cualquier circunstancia para respetar al otro, siendo la más importante la que declara, "Obra de tal modo que uses a la humanidad tanto a tu persona como cualquier otro, siempre al mismo tiempo como fin y nunca como medio". Y además la célebre frase, "el respeto al derecho ajeno es la paz," de Benito Juárez la dijo parafraseando a Kant.

Francisco Javier López Frías en su tesis doctoral para la Universidad de Valencia titulada Mejora humana y dopaje en la actual filosofía del deporte, precisamente señala que "el deportista que se dopa con el fin de alcanzar la victoria utilizando cualquier medio posible trata a sus rivales no como fines en sí mismos, sino como obstáculos que han de ser superados." (Frías 2014) Así, bajo esta visión, el dopaje o el deportista al hacerlo, se convierte en una manera de hacer al hombre un instrumento.

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Instrumentaliza al otro al no respetarlo como un fin, se instrumentaliza a sí mismo en tanto que no depende de la "excelencia" de las facultades humanas para practicar el deporte, sino de la capacidad del hombre por intervenir y alterar sus facultades "favorablemente". Y finalmente según Frías, instrumentaliza al deporte mismo; le quita el factor humano y así la incertidumbre, la lucha y lo incierto del deporte se convertirían en una búsqueda de científicos e investigadores por alterar el cuerpo y desempeño del deportista de manera más exitosa y que éste simplemente lo ponga en práctica.

Como consecuencia, podríamos decir que al instrumentalizar el deporte, éste deja de ser una manera por la cual la humanidad tiene un progreso y se convierte en una manera de retroceso; la libertad se ve despojada del ámbito y debido a que indudablemente el deporte es un reflejo de nuestra sociedad, también la libertad del hombre por superarse y progresar bajo sus propios medios se ve opacada.

Mariya Savinova de Rusia, ganó oro en 2012 y enfrenta una suspensión de por vida debido al dopaje. Foto por John G. Mabanglo/EPA

Parecería entonces que el dopaje es esencialmente malo y el deporte tiene como estandarte absoluto el esfuerzo por la excelencia física. Sin embargo, esa no la única manera de comprender o concebir el deporte. A diferencia de lo que podría ser una comprensión Kantiana del deporte como la anterior, está la posición de Peter Singer, un filósofo australiano que en un artículo plantea la pregunta: "¿Está mal doparse?"

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Singer explica que al nivel de competencia más alto, la diferencia entre ser campeón o participante es mínima, pero al mismo tiempo dicha diferencia tiene una importancia absoluta, por lo que los atletas tienen la presión de hacer lo que sea por lograr cualquier tipo de ventaja sobre los demás. Entonces, afirma Singer, "es razonable creer que los ganadores de medallas de oro no son aquellos que están libres de drogas, sino los que refinan con mayor éxito su uso de ellas sin ser detectados".

Sin duda alguna lo que establece Singer, en primer lugar es especulación pura, pero también tiene un punto importante pues disipa un poco la línea entre lo que pueden hacer los atletas para mejorar su rendimiento. Citando a otro filósofo australiano, Julian Savulescu, Singer menciona que la propuesta de su compatriota, si bien es extrema, es consecuente.

Dicha propuesta establece que los atletas deberían poder tomar lo que quieran, siempre y cuando sea algo seguro de hacer, entonces en vez de detectar drogas, el parámetro sería buscar si los atletas están poniendo su salud en riesgo. Por lo tanto, a partir del conteo de células rojas sería posible determinar la participación de los atletas (si su conteo es muy elevado no podrían hacerlo). En contra del argumento de que doparse da una ventaja injusta, Savulescu contesta que si se ve el problema así, entonces los atletas con la mejor estructura genética para hacer deporte también tienen una ventaja injusta ya que sin importar cuanto entrenen, los atletas que no tengan dicha disposición genética superior, no podrían ganar.

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Claramente, esto afectaría la visión que antes se había propuesto del deporte, si el deporte en vez de ser visto o concebido como "el esfuerzo por la excelencia física" se ve como algo mutable y no necesariamente absoluto, el argumento kantiano se ve atacado. Dicha visión usual del deporte, lo restringe, lo delimita y lo vuelve un ideal, más no en una realidad. "La gente practica el deporte para socializar, ejercitarse, ganar dinero, volverse famosos, enamorarse, y simplementeporque es divertido," explica Singer.

Lance Armstrong, uno de los casos de dopaje más famosos. Imagen via GEPA/USA TODAY Sports

Entonces, regresando a Frías, el deporte, bajo una concepción que lo relativice como lo hace la de Singer, se convierte en un medio para conseguir cualquier otra cosa pero nunca en un fin por sí mismo, ya que se instrumentaliza. Aunque eso no sería problema como lo sería para Kant pues serviría propósitos —individuales— superiores o de mayor importancia. La competencia sana no es el fin, sino las consecuencias de la victoria.

Antes de atacar con cólera y pasión dicha posición, yo pregunto ¿cuántos atletas afirman querer ser el mejor? Nunca se les pregunta por qué, pero definitivamente no creo que sea para "mejorar la competencia del deporte" sino que —no es extraño asumir— buscan la trascendencia, autorrealización, fama, dinero, etcétera. O aún más ¿qué deporte a nivel profesional no es utilizado para otros medios? El atleta, el patrocinador, la televisora, el fanático, todos usan el deporte para un fin que no es el deporte mismo, ya que tal vez el deporte no es una cosa por sí misma, sino que existe a partir de que alguien lo practica y quiere sacar algo de provecho de ello.

En conclusión, y regresando a Singer ¿por qué está mal doparse? Desde un punto de vista individualista, porque puedes hacerle trampa a los demás, puedes ganar millones de dólares engañando a todos de tus capacidades, pero la última meta del deporte (si me conceden que hay una) por superarse a uno mismo es irrealizable por medio del autoengaño.

Así ambas posiciones, la usual que decidí nombrar "kantiana" que es restrictiva y la relativista de Singer, son insuficientes y propongo que el espíritu del deporte se define por la capacidad de superar las capacidades físicas propias a partir de las demandas de la competencia. Entonces, el dopaje no podría tener una connotación positiva ni tampoco intrínsecamente negativa, simplemente es afirmar que el hombre puede mentir y engañar a los demás, pero jamás a sí mismo.