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FIGHTLAND

Entrenando con Cain Velasquez

Así trabaja el mejor peleador mexicano de UFC de cara a su próxima batalla.
Foto: Djatmiko Waluyo

Se hablaba muy poco. Parecía que todo estaba en sincronía, sin necesidad de explicaciones. Cada uno calentaba a su manera, pero el enfoque en sus miradas era inmutable. Faltaban menos de dos semanas para UFC 188, Gabriel "Moggly" Benítez y Alejandro "Diablito" Pérez regresaban a la Ciudad de México para sus respectivas segundas peleas en UFC; y Cain Velasquez por fin hacía su esperada presentación en México.

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Estábamos en una bodega enorme en la Ciudad de México. El espacio estaba iluminado por luz natural que pasaba por el techo laminado, y los rayos del sol caían sobre una colchoneta roja. Sobre las orillas del tapanco de la bodega que rodeaba el espacio estaba tapizado con lonas de "Union Mat", y encima una más grande que decía "Bienvenidos AKA". Sobre la colchoneta roja estaba Cain Velasquez asegurando su vendaje con una cinta plateada, y sentado a un lado estaba el entrenador principal de AKA (American Kickboxing Academy), Javier Mendez.

Saludé a ambos antes de pisar la colchoneta donde ya estaba "Moggly" haciendo sombra a lado de "Diablito". El campamento de AKA se había trasladado a tierras mexicanas unas semanas previas a UFC 188, y se habían reunido con un viejo conocido, Juan Puig, quien ha intercambiado sus entrenamientos en AKA y México, ahora abriendo su propia academia, Union Mat.

A lo largo de una semana estuve llegando a entrenar. Me hacía a un lado, les dejaba todo el espacio y hacía un poco de sombra mientras me entretenía viéndolos en cada una de sus sesiones. Los golpes chocaban y se escuchaban las exhalaciones en cada esfuerzo mientras Javier Mendez los manopleaba uno por uno, mientras los otros se intercambiaban haciendo sombra y golpeando el costa.

Para ese entonces el trabajo estaba hecho y la estrategia cada uno la tenía clara. No habían muchas palabras, se escuchaba música de fondo que se amplificaban en unas pequeñas bocinas puestas en el piso, cada uno lucía concentrado pero también contentos. Sonríen en cada descanso.

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El segundo día empezó antes de que el sol saliera. Como ronda escolar, una camioneta fue reuniendo a los peleadores previo a la sesión. Se unía Luke Rockhold quien había aterrizado tan sólo unas horas antes, al igual que Tecia Torres y Tania Pereda quien la ayudaba a entrenar para su pelea. Evitamos el tráfico mañanero de la capital y terminamos en la ladera oriente del Nevado de Toluca para trotar desde el último alberque antes de la cima. Hay un camino de dos kilómetros y otro de seis. Cuando volteé para explicar las dos opciones, sin pensarla Cain decidió por todos. Empezamos de inmediato: seis kilómetros cuesta arriba a 4,680 metros de altura.

Luke—contrario a lo fuera de forma que decía estar, agregado a sus escasas horas de descanso tras su vuelo—se arrancó como si fuera una carrera de cien metros, rebasando a todos con facilidad. Yo temía de mis pulmones y un rendimiento deficiente, y aunque pensaba que tenía alguna ventaja por estar acostumbrado al escaso oxígeno de la Ciudad de México, opté por un paso más lento para asegurar poder continuar a lo largo de los seis kilómetros.

Unos 40 metros después, estaba Luke parado enfrente de una vaca intentando de incitarla a que se acercara para poder tomarse una selfie con ella. Desde ese punto, Luke tomó la postura de fotógrafo y dejó la trotada a un lado, tal como lo expresó en sus redes sociales.

Los más ligeros tomaron la delantera. "Diablito" Pérez, "Moggly" Benítez y "Fénix" Puig trotaban con buena velocidad, y para mi sorpresa, Cain estaba ahí con ellos. Era impresionante ver a Cain, quien pesa unos 50 kilogramos más que ellos, mantener el mismo paso que marcaban. Como ver a un maratonista de 120 kilos en la delantera a lado de los que pesan 60.

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Los kilómetros pasaban, la escena se volvía cada vez más dramática con los iluminados cielos azules que contrastaban el panorama montañosa y los vientos cada vez pegaban con más fuerza mientras el aire se volvía escaso. Los "ligeros", que incluían a Cain, se perdían en las curvas y reaparecían cada vez más lejos.

Como al kilómetro 5.5, Tecia decidió aprovechar para tomarse unas fotos; y de repente ya venía Cain de regreso. Se acercó y nos dijo que estaba haciendo bastante frío y siguió con su camino. Tecia y Tania decidieron tomar el momento para disfrutar la escenografía y hacerse unos retratos antes de volver. Los ligeros me imaginaba se habían quedado en la cima, y yo me metí la idea de que era momento de alcanzar a Cain mientras iba de bajada al punto inicial.

Veía una versión diminutiva de Caín a lo lejos. Su ritmo de trotada era implacable. Yo hacía mayores esfuerzos para alcanzarlo por rachas y cuando parecía que acortaba distancia se alejaba de nuevo. A lo lejos reaparecía Luke a la escena. Parecía que estaba trotando de regreso al punto de inicio, pero no sé hasta qué punto había subido. Escuché a Cain gritarle, Luke no respondía, y cuando lo alcanzó vi que empezaron a caminar. Me tardé varios minutos más pero por fin los alcancé.

Luke andaba con sus audífonos y no escuchaba los gritos de Cain, se rieron y la plática se volvió más amena. Aventando piedras encontradas contra los enormes bultos de deshechos que dejaban las vacas en el camino, estaban estos monumentales peleadores divirtiéndose con juegos sencillos por los que todos pasábamos en la infancia. Se tomaron una pausa para tomarles una foto, seguimos el camino y Luke brincaba encima del campeón para que lo cargara de caballito mientras se reían.

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Lejos de la ciudad, alejados del tráfico, la contaminación y las multitudes, la sencillez natural de ambos surgía en el escenario apropiado que ofrecía el Nevado de Toluca. Cain, el hombre de familia, hablaba de su hija, de las buenas escuelas que ofrecían el área de San José, California, y la necesidad de reconectarse a la modernidad porque quería hablar con su hija que justo en ese momento se encontraba en una presentación escolar mientras cerraba el semestre.

De regreso al punto inicial, Caín logró hablar con su hija, regresaban Tecia y Tania, aparecían de vuelta "Diablito", "Moggly" y Juan, nos tomamos la clásica foto del recuerdo y retomamos el camino hacia la Ciudad de México que nos dio la bienvenida con su característico tráfico.

En una de las siguientes sesiones de entrenamiento, decidí llegar en mi versión de periodista, cámara en mano, sin shorts, ni guantes. Era momento de aprovechar esta cercanía para unos retratos. Llegué, saludé a todos y antes de comenzar me dijo el coach Mendez que yo podría ayudar. Se me acercó Luke, me explicó que no estaba con la condición para aguantarle cinco rounds a Cain, que entraría yo en medio. Yo periodista, round tres con Cain, el campeón del mundo de peso completo.

El día menos preparado se me presentó el privilegio de poder compartir un round con Cain. No tenía equipo para entrenar, reuní un shorts prestado, vendas usadas, careta apretada, guantes de box y unas espinilleras que intercambiaría con Luke. Le quitamos una agujeta de mi tenis para amarrarme la careta. Sin bucal ni concha protectora me sentía un tanto desprotegido pero bastante emocionado, me sentía honrado.

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Round uno, Cain presionaba a Luke, golpes, clinch, defendiendo derribos, controlando, golpeando a ras de lona, implacable como siempre y parecía que ni se había esforzado. Luke estaba ya cansado y el round dos fue más de lo mismo. Luke perdiendo ritmo y Cain lanzándole patadas y rodillas en el clinch. Terminaba el segundo round y entré corriendo mientras Luke me apresuraba para que no descansara Cain.

Obviamente fue el Cain más amable y suave de la historia. Choqué guante, intentaba yo marcar el jab y simplemente no encontraba el blanco. Cain cabeceaba como si fuera peso mosca y de repente sentía tres de sus puños rebotando sobre mi cabeza. Intenté patear y tomaba mi pierna para dejarme tirado sobre la lona. Me recuperaba, buscaba mi distancia, la cerraba y de repente estaba bajo su clinch, me separaba para recibir una patada a la cabeza. Absurdamente intenté un derribo y quedé bajo su sprawl en posición de tortuga intentando de escaparme sin remedio mientras me llovían golpes. Me puse de pie para recibir otra patada y cuando terminaba el round Cain me ponía su guante en el hombro para decirme si estaba bien. ¡Estaba más que bien! ¡No podía ni respirar de lo agotado que estaba pero quería otro cinco minutos!

Los otros dos rounds fueron otra vez con Luke quien terminó lógicamente fatigado. Cain, por el otro lado, se quitó los guantes y la careta y con la misma mirada de siempre, completamente enfocada, y sin gesto alguno, empezó a hacer sprints a lo largo del gimnasio. Ni los 4680 metros del Nevado de Toluca, ni cinco rounds de manopleo o de sparring parecían sacudirle la determinación reflejada en un rostro inmutable. Cain no para.

La historia de UFC 188 es la historia que ofrece el MMA. "Moggly" abrió la cartelera de manera estupenda, castigando a Clay Collard con sus combinaciones y duras patadas hasta la decisión a su favor. "Diablito" Pérez recibió un fuerte upper de Patrick Williams quien lo aturdió para lograr finalizarlo con guillotina rápidamente. Tecia Torres saldría vencedora tras tres rounds, y ya conocemos la historia de la pelea estelar, Cain Velasquez caía en el tercer round bajo la guillotina de Fabricio Werdum en el tercero.

Cain no dejó excusa alguna, pero muchos atribuyeron su actuación—nada característica a él con falta de aire y desorientación—a la altura de la Ciudad de México. Al final, las condiciones y las circunstancias pueden ser variadas, pero el resultado es final, y Cain no puso pretextos ni excusas. Felicitó a Werdum y regresó al AKA donde ha continuado su trabajo para poder retomar el cetro.

Unos meses después tuve la oportunidad de visitar AKA en San José, California. Ahí, Cain sigue su rutina, sigue refinando los detalles a lado de Javier Mendez, sigue empapando los tatamis tras las duras sesiones de entrenamiento y sigue trapeando el piso al final. En las propias palabras de Cain: "Soy el mejor del momento, aún hoy en día, y tengo que salir a demostrarlo".