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Retro

Osiris relanza las zapatillas de skate más famosas de la historia

Si el baloncesto tuvo sus Air Jordan, el skate tuvo sus Osiris D3... y ojo, porque la marca californiana ha decidido relanzar la zapatilla que cambió la estética skater a principios de los 2000.
Foto: Instagram

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Las legendarias zapatillas D3 nunca llegaron a desaparecer del todo. Son un poco como las zapas de Jordan; por tiempo que pasase, las D3 siempre lograban permanecer en el podio de los fetichistas de los pies.

Hoy, los fans de lo retro están de enhorabuena: a principios de este año aparecieron rumores según los cuales la marca californiana relanzaría esta zapatilla… y así ha sido. Ahora que Adidas y Nike han vuelto a comercializar las ClimaCool y las Prest respectivamente, Osiris ha traído de vuelta las D3.

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Justo al final del denostado siglo XX, la gruesa zapatilla de Osiris era la mejor prenda de skate que se hubiese vendido nunca. Contrariamente a lo que buscaba su diseñador, el también skater Dave Mayhew, la D3 se convirtió en un producto de masas. Su nombre tiene un origen muy simple; fueron las terceras zapatillas que lanzó Osiris… y no solo supusieron un punto de inflexión en la historia de la marca, sino también en la industria del monopatín.

Antes de que Mayhew tuviera sus propias zapatillas, el estadounidense solo recibía dinero del patrocinador de su tabla. El skate, sin embargo, empezó a ser un gran negocio a finales de la década de los 90; en 1995 se organizaron los primeros X-Games, en 1999 Tony Hawk consiguió el primer 900 de la historia… y el mismo año lanzó su primer videojuego —el del almacén, ¿lo recuerdas?—.

Un año más tarde llegaron las D3. Mayhew explicó que era una sensación muy rara ver que sus propias zapatillas estaban en el mercado —y más aún que se convertían en un éxito apabullante. Hasta entonces, solo profesionales de la talla de Danny Wat y Eric Koston habían conseguido llegar al mercado mainstream.

Las D3 inicialmente solo debían usarse encima de un monopatín. Imagen vía Flickr

En los años 90, los pantalones holgados eran los grandes dominadores de la escena skate y se empezó a popularizar la frase "pantalones anchos, ruedas pequeñas". Con el fin de evitar que los pantacas quedaran descompensados, los zapatos también se empezaron a hacer más grandes para seguir la misma estética.

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El tercer modelo de Mayhew tenía que ser especial: "Cada vez había más zapatos de skate en las tiendas normales y se tenía que aprovechar el filón", explica él mismo. Osiris le dejó diseñar el modelo como quisiera y el estadounidense creó unas zapatillas que mantenían los grandes ojales visibles y que a la vez servían para andar de forma cómoda.

Prácticamente, Mayhew y Osiris crearon una zapatilla de skate que se parecía más a una bota de snowboard que a cualquier otra cosa.

Cuando se lanzó el modelo, sin embargo, nadie se interesó demasiado por él: no fue hasta medio año después que empezó la locura. Avril Lavigne las llevaba puestas en la portada de su disco… y las llevaba porque quería, nadie le había pagado nada.

"Entonces me di cuenta que eso explotaría", reconoce Mayhew. "Llegó un punto en que el propietario de una tienda de skate me dijo, muy feliz, que se había comprado una segunda casa de lo bien que le iban las ventas".

Mayhew llegó a cobrar un cheque de 80 000 dólares cuando en los primeros meses apenas cobraba entre 1 500 y 3 000. "Una vez llegué a un pueblo perdido de apenas 250 habitantes… y 50 de ellos llevaban mis zapatos. Fue una locura", cuenta el diseñador. Durante tres años, su modelo fue el no va a más del skate, el producto más vendido de la industria.

Estas son una de las zapatillas que triunfan hoy en día: la diferencia con las D3 es considerable. Imagen vía Flickr

Las zapatillas de skate de hoy en día ya no tienen nada que ver con las D3. Aunque las de actuales tienen mucha más tecnología —agarre, amortiguación, etcétera—, las Osiris vuelven con fuerza. Seguramente el resurgimiento no durará demasiado… pero aún así, tendremos ocasión de verlas otra vez por la calle como en los buenos viejos tiempos.

Ah, qué maravillosa es la nostalgia, ¿verdad?