Medio Ambiente

Decidí tener un perrito por primera vez durante el confinamiento

“Me la pasé llorando casi todos los días durante las primeras semanas”.
Collage de tres perros
Bowi, Floyd y Archie. Todas las fotos de las entrevistadas.

Sería de mal gusto afirmar que alguien ha salido ganando gracias a la pandemia. Pero hay que admitir que los perros lo han pasado muy bien. Felizmente inconscientes sin saber por qué de repente sus mejores amigos se quedaban en casa todo el día y se morían de ganas por sacarlos a dar largos paseos, nuestros peludos compañeros, con toda seguridad, señalarían el 2020 como un buen año. Están tan ocupados meneando el rabo que probablemente no se han dado cuenta de que en Reino Unido, por ejemplo, el precio de los cachorros se ha duplicado desde 2019. Asimismo, las estafas con cachorros han alcanzado su máximo en todo el mundo.

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Si todo esto hace que nos volvamos locos por los perritos, igual que con el papel higiénico en abril, por favor, relajémonos. Que puedas tener un perro, no significa que debas. Hemos hablado con dueños de perros primerizos de todo el mundo para averiguar cómo les está yendo y si creen que tener un cachorro durante el confinamiento fue la mejor decisión.

Hanna y su perrita, Lulu – Melbourne, Australia

Lulu

Lulu

Para Hanna y su marido Dave, que viven en un apartamento en Melbourne, Lulu, una schnauzer miniatura, ha sido un rayo de luz en uno de los confinamientos más largos del mundo.

“Habíamos oído hablar de las estafas con cachorros, en las que los compradores pagan precios exagerados para ser puestos en una lista de espera y más tarde descubrir que no hay ningún cachorro”, dijo Hanna. El matrimonio consiguió evitar las estafas, pero llevar a Lulu desde Queensland, que está a unos 2000 kilómetros al norte de Melbourne, no fue tarea fácil.

“Por desgracia, a causa de la COVID-19, las aerolíneas dejaron de transportar cachorros a no ser que tuvieran al menos 12 semanas y, aun así, cancelaban los vuelos en el último momento. Finalmente, tuvimos que pagar unos 250 dólares para que la trajeran hasta aquí en coche”.

En Melbourne, donde comenzaba la primavera, las restricciones solo permitían estar en el exterior durante dos horas, pero Lulu ha estado incluso más limitada.

“Solo tiene 11 semanas y está esperando la última vacuna para poder salir a la calle”, dijo Hanna y añadió que había tomado la decisión correcta. “Las ventajas principales son la alegría y la emoción que llegan con un cachorro. Siempre tiene ganas de jugar y es increíblemente cariñosa”.

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Emma y su perrito, Archie – Nueva York, EUA

Archie

Archie

“Ahora mismo, creo que acoger un perrito durante la cuarentena fue un gran, gran error”, dijo Emma sobre el perrito que su novio y ella habían adoptado de la perrera en julio.

La ciudad de Nueva York se sumió en el pánico, desbordada por casos de la COVID-19, en abril. Fue por entonces cuando Emma comenzó a informarse sobre razas de perros y refugios caninos. “Me había criado con perros y constantemente veía cachorritos en Instagram o perros por las calles cuando empezó la cuarentena”, dice. En julio, llegó Archie.

Pero cuidar de esta mezcla de labrador y pastor —tienen dudas sobre la raza real de Archie— en su diminuto apartamento de una sola habitación, sin balcón y en un 45 piso ha resultado ser una pesadilla. “Pensamos que tener un compañero peludo nos haría salir más de casa, que cada vez es más sofocante”, dijo. Lo que no esperaban es la aversión de Archie a los ruidos fuertes. Para el perrito se ha vuelto cada vez más estresante salir a pasear en mitad de Nueva York. “De repente, pasamos mucho menos tiempo fuera que antes de tenerlo”, dijo Emma.

Además de todo esto, ha sido “prácticamente imposible” enseñarle a no hacer sus necesidades en la casa. “Me la pasé llorando casi todos los días durante las primeras semanas”, dijo Emma. La pareja ha considerado varias veces enviarlo de vuelta. “Si pudiéramos elegir de nuevo, nos esperaríamos. Los cachorros son difíciles y Nueva York es difícil y la covid es difícil. Pero Archie es nuestro hijo y tenemos un compromiso con él”.

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Emilie y su perrita, Bowi – Ámsterdam, Países Bajos

Bowi

Bowi

Ámsterdam se encontraba en uno de los confinamientos más leves de toda Europa cuando Emilie Adoptó a su perrita Bowi en mayo. “Ya llevaba en realidad mucho tiempo pensando en tener un perro”, dijo. “Al comienzo del confinamiento, cuidé del de mi hermano durante un par de semanas y pensé que, si podía compaginarlo con mi horario, ¿por qué no tenía yo uno?”.

Bowi tenía cuatro meses cuando llegó desde un refugio de Portugal. “Es una mezcla de muchas razas, pero se parece más a un perro salchicha”, dijo Emilie, que admitió que aunque la experiencia ha sido en general positiva, adiestrarla ha sido un gran esfuerzo. “Hace falta una estructura, un plan y disciplina… pero lo vamos consiguiendo poco a poco”.

Aunque dijo que llevar a Bowi a la oficina, donde hay un perro mayor del que puede aprender, ayudó a adiestrarla, a causa de las nuevas restricciones implementadas en octubre en Ámsterdam, Emilie y Bowi van a tener que pasar el invierno juntas en casa.

Victoria y su perrito, Ozu – Granada, España

Ozu

Ozu

Durante el primer confinamiento duro de marzo, salir a pasear con un perro era una de las pocas actividades “esenciales” que los españoles podían realizar fuera de casa. ¿Cómo respondió la gente? Pues algunos intentaron alquilar sus perros a aquellos dispuestos a pagar a cambio de aire fresco, mientras que otros tentaron a la suerte atando a un perro de mentira con una correa y sacándolo a pasear.

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Sin embargo, las razones por las que Victoria decidió tener un perro eran a largo plazo: “Mi novio y yo trabajábamos siempre, así que nunca nos decidíamos a tener un perro, porque no teníamos tiempo para adiestrarlo y criarlo. Durante el confinamiento, pensamos que era el mejor momento”.

La pareja recibió a Ozu, un labrador de 40 días, en abril. “La casa es pequeña, así que ha sido difícil estar encerrados”, dijo, señalando que no pudieron salir más porque Ozu no podía estar en la calle hasta ser vacunado a los tres meses. “Las ventajas de tener un perro durante el confinamiento es poder estar con él, para que no rompa nada estando solo en casa”, dijo Victoria.

Tracey y su perrito, Floyd – Londres, Reino Unido

Floyd

Floyd

“Tener un cachorrito durante el confinamiento salió tremendamente bien”, dijo Tracey sobre Floyd, mezcla de galgo italiano e inglés. “Mi pareja y yo teníamos planeado tener un perro antes de la cuarentena, pero nos llamaron cuando confinaron Londres. El criador estaba muy nervioso y tuvimos que recogerlo una semana antes a causa de las restricciones de viajes innecesarios”.

Tracey contó que han podido familiarizarse con él mucho más rápido gracias a que no tenían que estar en la oficina todo el día: “No sé cómo lo hubiéramos hecho sin estar tanto en casa. Básicamente, el perrito hubiera sufrido más”.

Aunque eligieron un buen momento para recibir a Floyd, tuvieron que contratar a un paseador tras volver de vacaciones y estar dos semanas en cuarentena. “Fue por el bien mental de todos”, dijo.