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Los perros podrían entender nuestras intenciones, según un estudio

Un experimento demostró que los perros se comportan diferente dependiendo de si las acciones de un humano son intencionales o no.
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Un perrito. Imagen: Emanuel Maiberg

El vínculo entre los perros y los humanos es tan fuerte que muchas veces las personas sienten que sus amigos peludos pueden entender sus pensamientos e intenciones. Sin embargo, una cosa es sentir que tu perro sabe los motivos detrás de tus acciones y otra muy distinta es probar científicamente esta faceta de la cognición canina.

Eso es precisamente lo que hicieron unos investigadores mediante un experimento conocido como paradigma de "incapacidad frente a falta de voluntad". Según un estudio publicado el miércoles en Scientific Reports, explorar la capacidad de los perros para distinguir las intenciones humanas podría ayudar a establecer hasta qué punto poseen una teoría de la mente o la capacidad de atribuir estados mentales a otros, sin mencionar que esta habilidad "podría ser de inmenso valor para la historia común entre los perros y los humanos".

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El estudio plantea "una gran pregunta sobre si los animales tienen la capacidad de atribuir pensamientos e intenciones a otras personas", dijo Juliane Bräuer, directora del DogStudies Lab y autora principal del nuevo estudio. “Esta pregunta es muy importante en la psicología comparada: comparamos animales con humanos y miramos lo que es único".

El paradigma de "incapacidad frente a falta de voluntad" es una configuración que implica la negación de recompensas en contextos involuntarios (la condición de incapacidad) o intencionales (la condición de no querer). En otras palabras, le asigna al animal la tarea de intuir si una acción es accidental o a propósito. Este marco se ha aplicado en estudios previos a bebés humanos, chimpancés, loros, caballos, etc, pero es la primera vez que se adapta a los perros.

El estudio incluyó tres escenarios, en todos se colocó una barrera transparente entre el humano y el perro, y se examinó a un total de 51 perros (27 hembras y 24 machos) de varias razas y edades.

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Los perros eran alimentados a través del espacio antes de que el humano comenzara a retener la recompensa intencional o involuntariamente. Imagen: Josepha Erlacher

En el primer escenario, la investigadora le ofrecía una recompensa de comida al perro a través de un espacio en la barrera, luego le quitaba el premio y exclamaba "¡ja, ja!". Después, lo sostenía frente a él, donde el perro pudiera verlo, pero no alcanzarlo.

En el segundo escenario, la mujer trataba de alimentar al perro a través de la barrera, pero dejaba caer la golosina del lado equivocado y decía, "¡Ups!". Y por último, en un tercer escenario, la mujer trataba de alimentar al perro, pero fallaba porque el espacio de la barrera estaba bloqueado. En este caso, la señal verbal era, "¡oh!".

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La idea era estudiar las reacciones de los perros a las diferentes intenciones implícitas del humano. En el primer escenario, la recompensa se les negaba intencionalmente, mientras que en los otros dos escenarios, les negaban el premio involuntariamente.

Los resultados revelaron que los perros "claramente se comportaban diferente dependiendo de si las acciones del humano eran intencionales o no", aunque podría haber muchas explicaciones para este resultado "sorpresa", según el estudio.

Cabe destacar que los perros esperaban durante más tiempo en el primer escenario antes de caminar alrededor de la barrera para acercarse al premio. También eran más propensos a sentarse, acostarse o mover la cola en este escenario, tal vez porque pensaban que así conseguirían el premio.

"Tal vez entendían: 'No estoy recibiendo el premio ahora, pero tal vez cuando haga algo bien, cuando me siente y sea un buen perro, ella me dé el premio'", explicó Bräuer. "Esperaban que ella cambiara de opinión".

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Los perros también esperaban un poco más en el segundo escenario que en el tercero, tal vez porque entendían que no había una manera fácil de obtener el premio del humano cuando el espacio estaba bloqueado, lo que los llevaba a caminar alrededor de la barrera.

El equipo de Bräuer enfatizó que su estudio no confirma que los perros estén dotados de una teoría de la mente, ni sus resultados implican necesariamente que estas mascotas puedan percibir intenciones en los humanos, a pesar de que muestran respuestas distintas a ellos, ya que existen otras explicaciones para las diferencias de comportamiento.

"Las futuras investigaciones deben abordar si la reacción distintiva de los perros realmente refleja la capacidad de leer la intención de los humanos o solo es una forma de leer el comportamiento basada en asociaciones aprendidas", dijeron los investigadores del estudio. "Sin embargo, nuestros hallazgos proporcionan una importante evidencia inicial de que los perros pueden tener al menos un aspecto de la teoría de la mente: la capacidad de reconocer la intención en acción".

El experimento también confirmó lo que cualquier persona que tenga perros ya sabe: estos animales domésticos están profundamente en sintonía con las acciones y comportamientos de los humanos.

“Son extremadamente sensibles porque pueden distinguir entre estas tres situaciones que son bastante similares”, dijo Bräuer. “Su sensibilidad los hace muy especiales y tal vez incluso puedan entender la intención”.