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Historias estremecedoras detrás del arte creado por prisioneros

Una exposición artística pretende mostrar la humanidad de algunos criminales que están tras las rejas, muchos de los cuales sufren problemas de salud mental y adicciones.

Todas las imágenes cortesía de Garry Glowacki.

Hay una teoría que dice que se necesitan 10,000 horas de práctica para dominar a la perfección una actividad.

Si observas las decenas de pinturas y dibujos que cubren las paredes de la oficina de The Bridge, en el centro de Brampton, Ontario —que fueron hechas por prisioneros canadienses—, podrías pensar que estás en un pasillo del Colegio de Arte y Diseño de la provincia.

Estas obras son buenas —tanto como para estar en una galería— y poseen un elevado nivel de maestría.

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El curador Garry Glowacki es el director ejecutivo de The Bridge, una organización que ayuda a ex delincuentes a reintegrarse a la sociedad después de que salen libres.

Después de más de 20 años de trabajar con esta población, conoce de primera mano el poder que el arte puede tener en la vida de alguien. Y como un ex convicto que luchó contra la adicción a la heroína, también sabe los efectos que la cárcel puede tener sobre una persona, tanto física como psicológicamente.

Actualmente, Glowacki está llevando a cabo una exposición en una galería para compartir su colección de arte con la comunidad, para darles un vistazo de la humanidad de aquellos que están tras las rejas, muchos de los cuales sufren adicciones y problemas de salud mental.


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"Queremos que los hombres con los que trabajamos sean vistos como personas", dice Glowacki. "Tienen talento y habilidades… más de lo que les han permitido mostrar".

Mientras que algunas de las piezas presentadas en el programa contienen referencias obvias a o reflejos de la vida en la cárcel, o la vista desde una celda, otras son más metafóricas. Muchas se centran en la naturaleza, o retratos de familiares o amigos. Algunas son obscuras e incómodas. Otras son desgarradoramente infantiles.

Después de una sesión con Glowacki para un avance de la exhibición De adentro hacia fuera (From the Inside Out), VICE se puso en contacto con algunos de los artistas para conocer las historias detrás de su arte:

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"Una celda de prisión canadiense" por Peter Collins

Collins era reconocido en todo Canadá como un artista prolífico y abogado para los derechos de los prisioneros. El reo de la Penitenciaría de Kingston murió el año pasado de cáncer, a los 53 años. Se le negó la liberación por motivos humanitarios para que pasara sus últimos días en un hospicio, y en su lugar murió en una celda, tras cumplir 32 años de cadena perpetua por matar a un oficial de policía durante un robo que salió mal.

Su hermano mayor, Christian Collins, creó un sitio web sobre Peter durante los últimos años de su encarcelamiento, para mostrar su arte a la gente. Peter, que por supuesto no tenía acceso a internet en la cárcel, le enviaba sus piezas a Christian por correo, que luego las escaneaba y las subía al sitio.

"A veces era difícil [ver el arte]", dijo Christian a VICE, en una reciente entrevista telefónica. "Hay otra pieza similar a ['Una celda de prisión canadiense'] en la cual pintó una silueta de cinco a diez celdas, que pueden alojar dos personas pero la habitan tres… es algo revelador. Te imaginas a ti mismo como una de esas tres personas en las celdas minúsculas. Era bueno para eso, mostrar cómo era la vida en una prisión canadiense".


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Christian espera que la gente que vea la exposición se dé cuenta de que nuestros prisioneros son más que convictos: son hermanos, compañeros e hijos.

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"Negación" por James Anthony

Un año después de que firmara su nombre en este oscuro dibujo, Anthony fue condenado a cadena perpetua por el asesinato en primer grado de Cindy Jamieson, quien murió en una brutal agresión sexual en Hamilton en 2002. Perdió la apelación de esa condena en 2007.

"Crunchie" por Terry Baker

Baker, de 30 años, se suicidó este verano, mientras estaba en una celda de aislamiento en la prisión de mujeres de Kitchener. Estaba cumpliendo cadena perpetua por asesinato. Baker hizo este dibujo para una voluntaria que le había regalado una barra de chocolate, como un agradecimiento.

Aquella voluntaria, Adelia Moura, puede recordar vívidamente el día que le llevó el chocolate hace tantos años: "Tuve que pasar por un montón de trámites burocráticos para llevárselo. Y ella tuvo que comerlo en mi presencia, porque si no hubiera causado una pelea".

La barra de chocolate formaba parte de una lista de deseos de Navidad que la joven había escrito y Moura, que era tutora del centro juvenil donde Baker estaba detenida en ese momento (aunque finalmente sería sentenciada como adulto), recuerda haber quedado sorprendida por lo infantil que era la carta.

"Mi hijo podría haberla escrito. Quería libros, música, algunos suéteres. Su color favorito era el azul, escribió la carta como una lista normal de Navidad… lo cual fue doloroso porque sabías que nunca tendría esas cosas. A los 16 años, ella se veía y actuaba como una chica normal de su edad. Nunca pensarías que…" se apagó su voz.

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Cuando Moura se enteró de que Baker se había quitado la vida bajo custodia, quedó destrozada, aunque sabía que Baker había luchado durante mucho tiempo con problemas de salud mental y con el daño autoinfligido, y había intentado suicidarse antes.

Baker fue condenada por un crimen atroz, Moura lo sabe. Pero espera que la gente que vea su arte pueda conocer su lado humano vulnerable.


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"Recuerdo que un día estábamos sentadas [en una habitación] y pudimos oír a una joven llorando en la habitación de al lado", contó Moura. "Terry le dijo 'estás bien, todo va a estar bien' a través de la pared".

"Chicas" por Jericka Petten

Glowacki recuerda una desgarradora conversación que tuvo con la artista, cerca de su 17º cumpleaños. Estaba llorando, dijo, porque estaba preocupada de que ahora fuera "demasiado vieja" para sus clientes. Ella una trabajadora sexual, luchaba contra las adicciones, y entraba y salía de custodia. Sus pinturas —de rostros de chicas que luego salpicaba con pintura— reflejan su vida complicada. Un hecho que vuelve más trágica la situación es que Petten también se suicidó en 2010, explicó Glowacki, a la edad de 23 años.

"Muchos de nosotros que trabajamos con ella a lo largo de los años recordamos con cariño y tristeza a Jerricka y lo mucho que a todos nos caía bien", señaló Glowacki en un tributo que estará colgado junto a su obra. "Aunque ella no pudo cambiar su propia vida, cambió muchas de las nuestras".

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"Penitenciaría Kingston" por Brian Martland

Esta pintura a gran escala la hizo en la sábana de una celda de la Penitenciaría de Kingston. No le permitieron usar un lienzo mientras estaba en la zona de aislamiento, así que improvisó. Puede verse un ángel bordado en la esquina superior derecha, un regalo que su mamá le dio para que lo acompañara durante su condena.

"Es absolutamente cruel, es absolutamente inhumano, y de eso es lo que se trata mi obra", explicó Martland a VICE, en una reciente entrevista telefónica. "El sistema básicamente te hunde… mata tu alma, tu espíritu, tu salud, tu cuerpo".

Otro dibujo es un autorretrato, y muestra a Martland con los brazos cubiertos de tatuajes. Otro más pequeño en ese mismo marco muestra la mecánica de un reproductor de casetes que Martland dice que desarmó para convertirlo en una máquina de tatuaje en la cárcel. Actualmente, del otro lado de los barrotes, Martland está en libertad condicional y trabaja en una tienda de tatuajes.

El sistema ha destruido su familia y su vida, explicó, pero está dando su mejor esfuerzo día con día. Y su arte le ofrece una salida.

"Soy un artista consumado", dijo. "Me da una manera de liberar mi ira… y mi alma torturada".

Tom Campbell

Las pinturas de Tom Campbell son descripciones detalladas de la naturaleza; escenas que nunca habría podido ver desde los confines de su celda. Las herramientas que utiliza (pinturas, lienzos) reflejan el sistema penitenciario federal, que es más respetuoso con el arte, señala Glowacki. En las instituciones provinciales, el acceso a los suministros de arte es mucho más limitado. Tienes suerte de conseguir lápiz y papel.

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Wayne Forest

Wayne Forest es uno de los artistas más destacados de Glowacki. Una serie, que él bautizó "Pájaros enojados", está basada en un marido y una esposa.

"Hago bastantes piezas con un técnica a la que llamo forma libre", dijo a VICE en una entrevista telefónica reciente. "Sólo me adentro en mi cabeza y empiezo a dibujar y veo lo que puede salir".

Dijo que comenzó a dibujar cuando era un niño, pero luego se detuvo cuando comenzó a lidiar con el abuso del alcohol a los 17 años. Cuando estaba en la cárcel, dijo que utilizó sólo lápiz y papel, nada más.


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Hoy en día, fuera de la prisión, Forest agradece que su pasión por el arte —y la libertad de expresión que brinda— lo haya guiado por el camino correcto.

Forest ha creado cerca de 200 ilustraciones. Gran parte de su trabajo está inspirado en el arte nativo. Algunas piezas las hace de principio a fin, mientras que otras las puede dejar de lado por un tiempo hasta que esté listo para terminar el diseño. Y a veces, comenta, esto le permite tener una nueva perspectiva, tanto en su arte, como en la vida.

"Algunas cosas las dibujo cuando estoy enojado, pero luego las veo un par de semanas después y pienso 'por dios, ¿qué estaba pensando en ese momento?", explicó.

Jesús por favor suelta estas cadenas

Glowacki no recuerda quién dibujó este, pero parece que abarca perfectamente el trabajo que hacen en The Bridge. El cuadro cuelga prominente en la pared sobre el escritorio de un trabajador social en la oficina de Brampton. Al igual que ésta, algunas de las piezas son anónimas. Nunca fueron firmadas o el nombre del artista ha sido olvidado desde hace tiempo. Muchos fueron heredados cuando cerraron otros programas provinciales de arte.

Sigue a Molly Hayes en Twitter.